El 4 de noviembre, las noticias hablaban de la muerte de una niña por accidente de tráfico a la puerta de su colegio y de la cumbre climática reunida en Glasgow. La contaminación y el atropello unían sus víctimas: más llamativa la del atropello, más numerosas aunque menos visibles las del exceso de CO2. Como no puede ser de otra manera, aunque no se quiera ver, los problemas del medio ambiente no dejan de estar relacionados con la conducta de la ciudadanía de manera más importante. Si se piensa bien, la educación, el tráfico, el medio ambiente, la especulación en el dónde y cómo vivir, así como el futuro- principalmente- de nuestras criaturas, es un caos resultante de escasa reflexión en lo común. Una vez más viene al caso la joven Greta, ahora presente en la citada cumbre de Glasgow, clamando en contra de la destrucción del planeta cuyo futuro pinta tan negro. Su voz llama a esa atención comprometida para buscar esa vida posible para toda la humanidad. Quizá convendría empezar por ese hecho más llamativo: la muerte de esa niña. Empecemos por ahí.
Indagando, llegamos a saber que María, la niña muerta, iba al colegio Montealto en la zona madrileña de Mirasierra, donde vive gente acomodada. Al centro llega andando desde el barrio el 31 por ciento del alumnado del mismo. En el coche familiar llegan 26 de cada cien escolares. El 43 % restante del alumnado llega en autobús. Podemos deducir que casi el 60 % de escolares vive a distancia considerable del colegio, lo que genera embotellamiento de vehículos, con la consiguiente contaminación y con el peligro que ese día se consumó en muerte. De poco sirvieron las preocupaciones y avisos de las familias y la dirección pidiendo alguna solución. Ni la posible dedicación de la acera de enfrente del colegio pudo serenar el tráfico, ya que dicho lugar se dedicó a terraza de bar. Son las circunstancias que se dan en este colegio con tal emplazamiento, como el de muchos otros en la Comunidad de Madrid. En ésta, el tráfico escolar ha crecido en gran medida por la normativa de Distrito Escolar Único que permite el trasiego de escolares de un extremo a otro de la misma ciudad en busca del colegio elegido por la familia. Eso ha llevado, además de discriminar a cierto alumnado y barriadas, al desigual riesgo de contaminación y accidentes de circulación. Así puede apreciarse que en Lavapiés, una zona humilde, la inmensa mayoría acuden al colegio andando. En general ocurre lo contrario, como en el citado Montealto, en que más de la mitad del alumnado llega en vehículos.
Hemos reparado de manera especial en evitar el peligro de accidente y de contaminación, para el alumnado y la ciudadanía en general, aunque puede haber más. Quizá , una vez en colegios e institutos, porque corresponda o aceptando el acontecimiento de Glasgow, se incida de manera específica en los peligros para la supervivencia como la crisis climática. Puede ser que debatan sobre la escasa eliminación de CO2 en comparación con la que se entiende necesaria. No faltará quienes revisen los propios compromisos para un ambiente saludable. Incluso puede que se haya visto la incongruencia de llegar al colegio desde lejos contaminando y dejando el colegio vecino donde antes jugaba con la pandilla. Al salir de clase puede que alguien recuerde a María, la víctima del accidente de hace unos días, o del poco caso que allá, en la cola de coches les esperan, se le hace a lo que dice Greta en Glasgow, o a los buenos propósitos que se dicen en clase, en casa, en…