En el capítulo anterior, quedó demostrada la existencia de Jesús como personaje histórico y se esbozaron conocimientos básicos sobre el personaje, así como las fuentes en las que beben los estudiosos para llegar a tales conclusiones. En el presente, se resumirán los conocimientos que, a través del historicismo científico, tenemos de Jesús de Nazaret.
Historiadores, filólogos y arqueólogos, siguiendo los criterios de historicidad científica, coinciden en que son muy pocas las cosas que con cierta certeza se pueden afirmar del personaje.
Un análisis histórico crítico de los Evangelios canónicos (Marcos, Mateo, Lucas y Juan) y de otras fuentes de la época no judeocristianas, han llevado a aquellos estudiosos a las siguientes conclusiones:
Podemos decir que Jesús fue un artesano Galileo (carpintero, albañil…), muy religioso, preocupado por lo esencial de la Ley de Moisés. Fue antiguo discípulo de Juan el Bautista; hay una doctrina personal de Jesús sobre la del Bautista, pero respetando siempre el encuadre, puramente judío, recibido del Bautista y sin variaciones sustanciales. Nunca pensó en crear una nueva religión.
Jesús predicó que el reino de Dios y su llegada sería inminente y que se situaría en la tierra (al menos por mil años)y que israel sería la nación que vencería a todas las naciones. También fue un famoso exorcista y sanador y, probablemente, triunfó más por esto que por convencer de la idea de la venida del reino.
Como su proclamación fracasara en Galilea (no obtuvo una masa de seguidores convencidos de su prédica en su tierra), se marcha a Jerusalén para intentarlo allí. En esta ciudad, Jesús completa su predicación durante seis meses, hasta el momento de su muerte. En ese tiempo, fue por toda Judea, teniendo su base de operaciones en Jerusalén, predicando y haciendo «milagros» (para sus contemporáneos) De no ser así, de haberse quedado ese tiempo en Jerusalén, probablemente hubiera sido detenido (y ejecutado) antes.
En dicha ciudad se sabe que tuvo altercados violentos en el Templo, aún así consideraba, como buen judío, que el mismo era el único lugar sagrado para que los propios judíos pudieran espiar sus culpas. Se (creyó y) declaró mesías rey de Israel al final de sus días.
Las autoridades romanas lo prendieron, los judíos solo colaboraron, porque sus acciones y predicación iban en contra del orden público del Imperio romano. En el futuro reino de Dios en la tierra (en Israel) no cabían ni el emperador Tiberio, ni Poncio Pilatos, ni los gentiles (extranjeros), ni los judíos colaboradores con los romanos, como los sacerdotes Anás y Caifás , ni otros miembros del Sanedrín.
Jesús fue condenado a muerte y crucificado al ser considerado reo de un delito de lesa majestad, ofensa o crimen en contra del estado y del emperador (Roma y Tiberio) en un juicio denominado cognitio extra ordinem (juicio rápido) recogido en el Derecho Romano del siglo I. No hubo necesidad de testigos porque él mismo se declaró culpable (confessus) Fue condenado a muerte por sedicioso respecto al Imperio romano y ejecutado en una crucifixión triple.
Este conjunto de evidencias históricas resulta diferente, en cierta medida, a lo transmitido por la doctrina y por la tradición cristianas y católica. San Pablo y los seguidores de éste, entre ellos los Evangelistas, se encargarán de transformar estos datos de Jesús para ofrecer de él una imagen radicalmente diferente, hasta divinizarla (pero esto es otro tema)
También se sabe que Jesús no innovó nada relacionado con su mensaje. Ya en el Antiguo Testamento aparece el perdón al prójimo (siempre que éste sea judío y no gentil o extranjero), así como el divorcio como recurso sólo ante el adulterio y no por capricho del varón. Sí es cierto que, como mensaje novedoso, se puede destacar el respeto por la figura de la mujer, nunca con el concepto actual de feminismo o de igualdad pues, por ejemplo, ninguna hay entre sus Apóstoles y las que les acompañaban a él y a ellos en sus predicaciones se dedicaban a la intendencia y a sustentarlos económicamente; como parece fue el caso de María Magdalena.
Los relatos desde el nacimiento hasta el comienzo de su vida púbica no están plenamente consensuados por los expertos, aunque hay diversas hipótesis plausibles para algunos de ellos. Para empezar, Jesús nació entre el año 6 y el 4 antes de nuestra era. Parece ser que no fue en Belén, si no en Nazaret y en primavera, no en diciembre. De igual manera, la historia de los magos de oriente no parece verosímil y, en el caso de que algo hubiera relacionado con el asunto, en ningún Evangelio aparece el número de tales magos. Tampoco es plausible considerar verdadera la matanza de los santos inocentes; no hay evidencias filológicas ni arqueológicas que lo avalen.
Los relatos evangélicos, en general, son contradictorios entre sí y, en particular, referente a los hechos descritos anteriormente. Son acontecimientos o datos suficientemente importantes como para qué los cuatro evangelios se hicieran eco de ellos y de manera algo similar. Por ejemplo, no hubo ningún censo en la época que María y José viajan, presumiblemente, a Belén; parece más bien un relato legendario para hacer válida la profecía del Antiguo Testamento que indicaba que el Mesías nacería en Belén. Solo Lucas y Mateo hablan del nacimiento de Jesús y no son relatos coincidentes. Solo Mateo habla de los magos de Oriente, sin especificar número ni procedencia, sólo Mateo hace referencia a la matanza de los inocentes. Etc.
En resumen, podemos afirmar, según la historicidad crítica, que Jesús existió, que fue un artesano y maestro de la Ley, que fracasó en su empresa de convencer a sus paisanos (los galileos) de la inmediata venida del reino de Dios, que comenzó a considerarse Mesías celestial después de su muerte y de la creencia en su resurrección por parte de Pablo, quién no sabemos siquiera si le conoció (y que de hacerlo en ese momento el personaje fue irrelevante para el de Tarso) y por los discípulos de éste.
En el próximo capítulo analizaremos los criterios del método científico aplicado al estudio del Jesús histórico, es decir, del método histórico crítico que avala todo lo expuesto hasta ahora, si ustedes desean continuar con el tema.
PARA SABER MÁS:
– Antonio Piñero (2006) Guía para entender el Nuevo Testamento. Editorial Trotta S.A.
– Antonio Piñero (2008) Jesús y las mujeres. Editorial Aguilar.
– E. P. Sanders (2004) Jesús y el judaísmo. Editorial Trotta S.A.
– Bart Ehrman (2007) Jesús No Dijo Eso: Los Errores y Falsificaciones de la Biblia.
– Biblia “Reina Valera 1960” (Revisión de 2011) Disponible en papel o en Internet.
– Fernando Bermejo (2018) La invención De Jesús de Nazaret: Historia, ficción, historiográfíca. Ed. SIGLO XXI.
– Fernando Bermejo (2014) La génesis del proceso de divinización de Jesús el Galileo. Ensayo de status quaestionis. Arys, nº 12.