Hablar de Jesús de Nazaret es levantar pasiones, bien a favor, bien en contra; pero, el personaje no deja indiferente. Sea uno creyente o no, la figura del Nazareno resuena, y con contundencia, en nuestra cultura desde hace más de dos mil años, sean sus enseñanzas o, mucho más probable, las de sus seguidores judeocristianos primero y cristianos después: Ha influido e influye sobre la moral y el comportamiento de occidente, sobre nuestros rituales y creencias religiosas, etc.
Lo primero que tenemos que hacer es diferenciar claramente las tres facetas a través de las cuales podemos abordar la figura de Jesús de Nazaret y elegir cuál será nuestro campo de estudio: Jesús Cristo (el hijo de Dios hecho Hombre, objeto de fe y de estudio teológico), el Jesús real (imposible de discernir hasta que no se invente una máquina capaz de viajar en el tiempo) y el Jesús histórico (la mejor aproximación que, hoy por hoy y con el empleo de métodos de estudio objetivos, se puede hacer al personaje y a su vida, hechos, mensajes, enseñanzas, etc.)
Los eruditos y estudiosos en busca de la aproximación más veraz, con independencia de su confesión religiosa, de su ateísmo o de su agnosticismo, han optado desde el siglo XVIII, por el estudio del Jesús histórico y a él nos referiremos en el presente artículo y en los que le sucederán.
Sea como fuere, para quienes nos interesa su figura, la primera pregunta que nos hacemos es si existió realmente o se trata de un personaje legendario o mítico.
Los defensores de su existencia únicamente como personaje legendario, como Robert Price, Richard Carrier o Bart Ehrman entre otros, lo hacen desde diferentes ópticas y en base a distintas afirmaciones:
1. No hay ninguna evidencia secular del siglo I que sostenga la existencia de Jesús. No existen registros de nacimiento, ni transcripciones de su juicio, ni certificados de defunción, etc. según Ehrman. Existen gran número de escritos de la época de poetas, filósofos, historiadores, científicos, funcionarios, etc. y ninguno habla de Jesús hasta varios años después de su muerte.
2. Las teorías actuales sobre el Jesús histórico apuntan a la existencia de varias personas diferentes; dice Price que el Jesús histórico, si es que lo hubo, pudo ser un rey mesiánico, un fariseo progresista, un chamán de Galilea, un mago o un sabio helenista; pero tendría dificultad para ser todos al mismo tiempo.
3. Los primeros escritos del Nuevo testamento ignoran los detalles de la vida de Jesús. Comenzando por las seis cartas de Pablo, cuya autoría está confirmada, escritas sobre el 55 d. C., donde no se detalla nada de su nacimiento, ni de la virgen, ni de los milagros, ni de los apóstoles.
4. Los Evangelios no son relatos de primera mano sobre la vida de Jesús. Fueron escritos cuarenta años después de su muerte y en este orden: Marcos (sobre 70 d. C.) Mateos y Lucas (década de los 80), Juan (década de los 90-100). Se desconoce la autoría real de los mismos, aunque se les pongan nombres de apóstoles. Además, las historias no se narran en primera persona.
5. Los Evangelios se contradicen entre sí. El primero en redactarse fue el de Marcos, Mateos y Lucas son una reelaboración del de Marcos, con sus propias correcciones y material nuevo (la llamada Fuente Q -dichos y relatos orales sobre Jesús-) y por último, el de Juan que es el más tardío y el más contradictorio, se escribió para un público diferente y con distinto objetivo a los otros tres. Conforme avanzan en el tiempo, los evangelios van divinizando más la figura de Jesús.
Por su parte, los defensores de la existencia del Jesús histórico son la mayoría de los estudiosos, como John Meier, Antonio Piñero, Fernando Bermejo, etc., que también desde ópticas bien diferentes, han contrarrestado con argumentos históricos esos puntos:
1. La falta de documentos no prueba su inexistencia, solo la irrelevancia del personaje en el judaísmo y mundo helénico de los primeros años del siglo I.
2. No todas esas facetas del Jesús histórico se pueden adjudicar a la vida del personaje si se sigue un método científico de estudio de lo escrito sobre él y del contexto en el que vivió.
3. El Nuevo Testamento está escrito mucho más tarde de la vida de Jesús y manipulados los Evangelios para hacer de él, primero un Mesías y luego el Hijo de Dios. Hasta el momento de su vida pública, Jesús vivió una vida tan normal como cualquier judío defensor de la Ley de Moisés de la época, por lo que no contribuye esa información a su divinización y es obviada en los primeros escritos.
4. Los Evangelios y el Nuevo Testamento no son información de primera mano y además son propaganda judeocristiana. Aún así, con métodos filológicos concienzudos, puede extraerse la información de veracidad que contienen, sobre todo contrastándolos entre ellos y con otros documentos de la época.
5. En la contradicción de los Evangelios, hallamos contenidos que, al no hacerlo y pasando el filtro de la fiabilidad académica, pueden considerarse hipotéticamente ciertos.
Además, quién niega la existencia de Jesús está confundiendo el Jesús histórico con Jesucristo. Si los primeros cristianos inventaron una figura legendaria, ¿por qué no la pintaron divinizada desde el principio?
A pesar de que no hay evidencia física o arqueológica de Jesús, las fuentes que disponemos son escritos cristianos (Nuevo Testamento, Fuente Q, Antiguo Testamento, escritos cristianos de los primeros siglos de nuestra era…), escritos judíos (Tanaj: La Torá, los Neviím y los Ketuvim. Y la Misná) y otros de tipo pagano (Mara bar-Serapion, Flavio Josefo, Tácito, Suetonio, Plinio el joven…) considerados por los expertos como válidos.
La fiabilidad de las fuentes, en efecto, ha sido contrastada por los expertos y concluyen que la historia de Jesús es, en su base históricamente verosímil por varias razones: Está repleta de elementos que los cristianos no inventarían porque hay cuestiones que comprometen a al propia religión; ningún grupo judío anterior a Jesús pensó que el Mesías tenía que sufrir y morir, es poco probable que los primeros judíos cristianos se hubieran inventado un Mesías crucificado. Pablo conoció a Santiago, el hermano de Jesús y a Pedro, su discípulo. Existe la fuente Q, dichos y relatos orales sobre Jesús que no se conserva de manera escrita, pero que hay evidencia histórica de su existencia (inspiró a Mateos y a Lucas por ejemplo). La historia de Jesús emerge muy rápida para ser mítica, antes del año 50 d. C.
En el próximo capítulo, analizaremos que es lo que, a través del estudio histórico crítico, sabemos o no de Jesús. Les invito a seguir leyendo esta otra visión de Jesús que no pretende atentar contra la fe de nadie, sino desentrañar al verdadero Jesús en la medida más posible o probable.
PARA SABER MÁS:
– Antonio Piñero (2006) Guía para entender el Nuevo Testamento. Editorial Trotta S.A.
– Antonio Piñero (2000) Aproximación al Jesús histórico. Editorial Trotta S.A.
– Bart Ehrman (2013) Did Jesus Exist? HarperOne Publishers.
– E. P. Sanders (2004) Jesús y el judaismo. Editorial Trotta S.A.
– John Meier (1991-2017) Jesús un Judío marginal. Editorial Verbo Divino.
– Robert Price (2000) Deconstruyendo a Jesús.