Levantó sus pequeños ojos y encontró los de ella, estaba seria y callada, aunque cuando bajaba la vista y la miraba sus ojos se iluminaban. Sintió las gotas de agua en su mano, se llevó un dedo a la boca y … estaba fría, sabía mal. Comenzó a llorar. Ella, con suavidad, la estrechó más fuerte contra su pecho, mientras todo se movía arriba y abajo, escuchó los sonidos rítmicos de su corazón, no eran como los de siempre, iban muy muy rápido, volvió a subir los ojos para mirarla. Sólo encontró frio, no podía llorar, no podía respirar… ya no estaba.

Señora, por favor digamos ¿Cuántos venían en la patera?, Llorando quedamente miró al mar y arropada en una manta dijo en un susurro … “mi niña… ya no está”…