El hundimiento. Ésa es la sensación que produce el actual estado agónico de la ciudad, a la larga lista de comercios cerrados, tanto por la propia decadencia de la ciudad, como por las circunstancias extraordinarias derivadas de la pandemia de COVID19, se sumaba hace apenas unas semanas el anuncio de El Corte Inglés, el mayor centro comercial de la ciudad, buque insignia del desarrollismo comercial y del actual modelo
económico. Anunciaba su cierre amenazando directamente a más de doscientos trabajadores, más el efecto de arrastre, no sólo en la ciudad sino en toda la comarca, ya duramente castigada por el paro y la pobreza.
A todo esto se suma la descomposición de la actual coalición de gobierno del Ayuntamiento, cuya crisis empeora por horas. Una coalición que empezó con la rotura de sus propias promesas programáticas y de estilo de gestión (la falta de transparencia por ejemplo), donde pasamos de un Alcalde a tres. La situación más inestable en política. Y de nuevo la primera vez como tragedia, la segunda como farsa. Donde Octavio en el triunvirato romano formó un imperio, el Sr Caro se hace con las riendas de una ciudad que con el dudoso honor de batir records de paro en España. Nada de esto nos causa sorpresa, es difícil arreglar algo cuando ni siquiera se reconoce la naturaleza o la existencia de un problema.

Hace ya casi una década desde que el cierre de Santana Motor dio la estocada de muerte a la economía de nuestra ciudad, con la destrucción de la mayor industria de la ciudad. Circunstancia agravada por problemas sistemáticos tanto propios como externos.

La reconversión a una ciudad comercial y de servicios siguiendo los dictados del consenso económico convencional ha mostrado un claro fracaso. Resultado esperado y advertido por nuestra parte y siempre ignorado. La razón es, porque una ciudad no puede vivir de que una mitad le venda a la otra mitad, en el mejor de los casos puede ser un parche con el que ganar tiempo. Sin embargo, el problema de una reconversión económica, suele darse mediante un proceso que lleva, en el mejor de los casos, de una a dos décadas, ni siquiera se plantea. Podemos recordar el actual estancamiento y difuminación del proceso de la ITI.

Por tanto, no era un problema de que simplemente no estaba la gente “adecuada” en el poder sino que es un problema de sistema. Y nada ha dado mejor ejemplo de esto que la actual Administración Municipal, que ha terminado por llevarnos a este callejón de difícil salida. Es difícil salir de un agujero si no se para antes de seguir cavando en él. Y aunque la ciudadanía en la forma de sociedad civil de Linares ha hecho admirables movilizaciones, estas no han dado un fruto duradero en forma de alternativa. Los tres sectores; Administraciones Públicas, Empresas/Mercado y Sociedad Civil continúan desconectados entre sí. Incapaces de dar una respuesta sincera en forma de acuerdo de mínimos para salir adelante o al menos frenar con eficacia el deterioro.

Y aunque ha habido mucha gente de buena fé y voluntad tratando de contribuir, tristemente lo que ha quedado al final ha sido la cortedad de miras, el dogmatismo y el hacerse trampas al solitario. El problema es que ahora estamos en el tiempo de descuento.

¿Habrá ahora lucidez y honradez de los responsables de reconocer que se han equivocado y que hay una necesidad por pura supervivencia de la ciudad de un cambio de sistema? ¿O se seguirán con los estériles juegos de sillones, culpas y displicencias? Podemos apoya siempre la colaboración y el diálogo como herramienta democrática de encuentro y cambio real. Por eso es que, a pesar de todo, tendemos la mano para ayudar, y colaborar por el bien de todos los linarenses.

Por Circulo Podemos de Linares