Durante la crisis sanitaria provocada por el coronavirus muchos profesionales lo están dando todo para combatir la pandemia, especialmente, los sanitarios que se encuentran en la primera línea. Además, de médicos, enfermeras, miembros de las Fuerzas y Cuerpos del Estado, y otros servicios esenciales, los centros educativos, y en particular, los docentes hicieron un gran esfuerzo para seguir dando clases a distancia y acompañar a los estudiantes y a sus familias durante y después del confinamiento.
Es una realidad que el cierre de colegios pilló a todos desprevenidos. Un día se acostaron pensando en aulas, fotocopias, exámenes escritos, voces y pizarras; y de pronto, se levantaron con un simple borrador utilizado para que todo ello hubiese desaparecido. Nada. Un naufragio en toda regla, las herramientas que daban consistencia a la profesión se hundían sin que pudiéramos rescatarlas. Y en una semana, todo transmutó en vorágine y nuevos aprendizajes.
Y aunque inicialmente la situación pudo ser confusa y caótica para la mayoría de padres y alumnos, los docentes (maestros y profesores) hicieron un esfuerzo titánico para poder poner en marcha en tiempo récord una educación a distancia, para lo que nadie estaba preparado.
No siempre los padres han valorado el trabajo que realizan los docentes, pero desde que comenzara el confinamiento, y con él la educación a distancia, esta valoración se ha incrementado mucho más de manera positiva. Porque en todo ese tiempo no solo han demostrado una gran cercanía y cariño con todas las familias, sino porque diariamente han hecho todo lo posible para que en medio de esa locura que estaban viviendo, los niños pudieron continuar aferrándose a unas rutinas escolares que les han dado seguridad y mantenido sus mentes ocupadas.
Pero lo académico no es lo más importante en toda esta historia, especialmente en edad preescolar. Y los maestros de la etapa de Infantil lo saben. Por eso, en este tiempo no han faltado los guiños divertidos y palabras de aliento en forma de vídeos y audios que los peques han recibido con gran entusiasmo, e incluso alguna que otra lágrima de emoción El nuevo curso escolar 2020/2021, pone a prueba la capacidad y el talante de los docentes afrontando la nueva situación llena de cambiantes protocolos como así, hemos constatando durante estas semanas en múltiples noticias que se han publicado. Porque si el cierre de los colegios con el Estado de Alarma fue un caos, la puesta en marcha del nuevo curso escolar ha sido un disloque difícil de entender.
Los equipos directivos de los centros educativos, no han tenido descanso: órdenes, contraórdenes, protocolos cambiantes, adaptación de espacios para desdobles de grupos, con imposibilidad física y material para hacerlo en muchos casos, dotación insuficiente de profesorado, etc. etc.
Comienza el curso y los docentes se encuentran con situaciones jamás vividas, distancia física, mascarillas, geles por aquí, geles por allí… y con todo esto el “rebrote”.
Menos mal, que entre la tempestad, lo único que sobrevive es: la vocación. Siempre se ha dicho que ese es el principal motor que lleva una persona a intentar que otra aprenda, aun con dolor socrático.
Por eso, hoy he decidido escribir un pequeño y sincero homenaje a los maestros y profesores de nuestros hijos y nietos: a los implicados y respetuosos, a los que buscan ingeniosas formas de motivar, a los que
responden las dudas de sus alumnos a cualquier hora del día, y a los que no dudan en traspasar lo académico y mandar vídeos y audios divertidos para animar a sus chicos.
Quiero agradecer a los docentes cómo se han reinventado sin apenas tiempo y han logrado sacar a flote nuestro sistema educativo, basado como pilar fundamental en lo que desapareció de la noche a la mañana. Ha resultado encomiable que la práctica totalidad de quienes enseñan haya logrado impartir clases desde su casa, con sus propios medios tecnológicos, atendiendo desde sus propios móviles por las mañanas, tardes, incluso algunas noches, a su alumnado; al que ha rescatado del naufragio.
Quiero aplaudir a todos los docentes por el ingente esfuerzo y especial y singular atención a cada uno de sus alumnos intentando en esta complicada situación compensar las desventajas existentes y que ellos bien conocen. Cuando toda esta pesadilla acabe y volvamos de nuevo a pisar tierra firme, seguramente olvidaremos este denodado esfuerzo, que no ha dejado abandonada una generación, gracias a que los docentes han sabido inocular el antivirus de la enseñanza en condiciones muy adversas. Llegará alguien después, dará tres patadas a un balón o mostrará su parasitismo mediático y lo encumbraremos como un semidiós, y lo elevaremos al olimpo de la admiración. No obstante, los docentes acostumbrados a pasar desapercibidos seguirán en sus clases enseñando y también educando.
Para que, en su ajetreo del día a día, encuentren un minuto entre estas palabras y se sientan reconfortados y comprendidos al leerlas, o les sirvan de inyección de ánimo porque a veces éste también decae.
Para que, más allá del valor de las mismas, les incite a adentrarse en una búsqueda personal y profesional como docentes.
Y para que sirva de sencillo homenaje al trabajo que cada día se hace en muchas de nuestras aulas.
En nombre de muchos alumnos, padres y abuelos que, seguro lo pensaron pero no lo llegaron a decir …
¡Gracias, docentes (maestros y profesores)!
¡Gracias por vuestro esfuerzo, dedicación y humanidad!