Eso me decía la señora en el “super” cuando le recordé algo tan sencillo que sabía la chiquillería de la clase cuando estábamos en primero: “Que cuando se vota se ha de aceptar lo que salga por mayoría, sea lo que nos guste o no”. Era una señora que parecía culta y de clase acomodada que así me sorprendió, tras una conversación que empezó pareciendo entrañable. Ahora, cuando recuerdo que “ella no votó ni a Sánchez ni a nadie que lo pudiera apoyar” vengo rumiando sobre el talante y la solera democrática de gran parte de compatriotas. Y cuanto más lo pienso, más me preocupa, pues debajo de ese sentir puede haber un gran problema de falta de comunicación, por no decir educación y exceso de sectarismo.
Como decía, coincidimos en la cola para pagar y empezamos muy bien. Ante la duda de quién delante o detrás, como la seda con el “usted mismo” que me dejó encajado entre ella y una conocida suya. Cuando la posterior pegó la hebra con la señora que me precedía hablando comentando la situación irreversible de su anciana madre, le sugerí que se juntaran para hablar mejor. Ella declinó mi oferta, añadiendo que yo no le molestaba. Cuando daba cuenta con algo de pesar por tenerla internada en una residencia de mayores y de los dolores que sentía, mostré mi comprensión por el acierto de sus decisiones para aliviar el dolor de su progenitora. Acabado el tema familiar, pasaron al problema de las ambiciones políticas de Sánchez: que si los golpistas e independentista de Cataluña, que si los etarras, que si lo que quieren es colocarse, que si.. Cuando llevaban un rato manejando todos estos tópicos y algunos más sobre comunistas malos o el Coletas ya les dije: ¿Es que no valen igual los votos de todos los españoles? Mi contertulia, sin pensar si quiera respondió con la frase del título. Cuando la miré extrañado por su respuesta, quiso quitar hierro a su brusquedad diciendo: Es que usted no sabe de lo que son capaces esa gente, pues si yo le contara…. A ello le respondí conteniendo mi enfado: Cada cual podemos contar muchas cosas y también opinar sobre lo que vemos, ¿qué opina de lo que va a hacer el ayuntamiento de derechas con la mejora del aire en Madrid? Bueno es que eso es cosa de todos, me decía con menos seguridad. Su contertulia miraba para otro lado y ella, andaba más perdida. La miré sonriendo y casi acariciando dejé en el aire un “nosotros, vosotros o todos” que más que una pregunta es un ruego.
Me preocupa la incomunicación creciente y muchos más allá de las divergencias políticas. Es miedo ante un futuro en que, más en la grandes ciudades, la persona evita al prójimo desconocido, si es que no lo odia o lo teme ya directamente. Sigo sintiendo desconsuelo por la ruptura de aquel inicio de conversación sobre cosas de la vida común. A la vez, quiero sentir esperanza porque a lo mejor hay salida a ese bloqueo del nosotros y ellos. Por supuesto que tendremos bloqueo o desencuentro para rato, si no avanzamos pasito a pasito. A lo mejor podía ser el primero el paso al “nosotros y vosotros” y reconocer así que con quien discrepamos está más cerca y tiene problemas parecidos a los nuestros. En la conversación de referencia observamos que cuando surge lo político se esfuma el ambiente de comunicación. Me reprocho a mí mismo, y quiero imaginar que la otra parte también se plantea, lo que pudo ser ese encuentro y no fue por ese atávico resorte con el tropezamos una y otra vez. Claro que es difícil si, pese a una supuesta cultura, no se está por la labor de reconocer que democracia es aceptar lo que vote la mayoría. Avancemos por ahí.