En un reciente debate electoral un participante defendía la industria automovilística frente a quien proponía el ferrocarril como medio más eficiente y más ecológico. Si más consideración se siguió defendiendo el empleo generado por las fábricas en nuestro país. Quizá, quien tal afirmaba tenga en casa algún retoño que, como Greta, llegado el caso le reproche el destrozo del planeta que a la gente menuda le vamos a dejar. Lo más grave es que ese es uno de los muchos aspectos indeseables para un posible futuro. Comprar un coche, cambiarlo por otro mejor, adquirir un electrodoméstico y desecharlo al poco tiempo es algo habitual del consumismo que apenas revisamos. Tanto el personal se viene acostumbrando a comprar y tirar, como la industria a ofrecer mercancías que a veces ni necesitamos. No solamente artículos superfluos sino también otros que tiramos cada vez más pronto porque dejan de servir pronto. Es lo que así se ha programado para las fábricas sigan produciendo y que la obsolescencia. Supongo que, como las de los coches, el político partidario de muchas fábricas también defenderá a éstas. Parece que hay gente que no piensa así y se plantea soluciones como su discrepante y otras también interesantes.
Aparte de los ecologistas que, como decimos podremos encontrar el ecologista que cada cual puede encontrar dentro de sí mismo, de su familia, en “Amigos de la Tierra”. En países como Francia, también hasta “Alto a la obsolescencia programada”. Es una de las varias tentativas en busca de que los objetos tengan una vida más larga. Aquí se trata de un caso en que poco se puede reutilizar ya que apenas hay quien lo repare o sale caro, y reciclarlo casi igual. Un estudio dice que el 80% de las mercancías averiada dentro de la garantía se devuelven al fabricante para su reparación. Cuando caduca la garantía el porcentaje de reparación es de la mitad. Ello supone que el resto de la mercancía se desecha y se compra un objeto nuevo. Así que se renueva un largo proceso costoso en energía y contaminación. Por eso, esas asociaciones citadas piden a la administración que alarguen el tiempo de la garantía. De ese modo esperan inducir a que los fabricantes se planteen producir artículos con mejores materiales para durar más. Los productores pueden fijar la garantía de sus productos. En Francia se contempla una garantía mínima de dos años de acuerdo con una directiva europea. Dicen estas asociaciones que con diez años sería entrar en otro mundo.
Hay aspectos también importantes a considerar desde otra perspectiva social. Tanto el traslado desde cualquier lugar a la fábrica de origen del producto comporta más gasto de energía. Hay lugares en los que se conjuga el trabajo de reparar artículos averiados con la ocasión para recuperar el conocimiento y recuperación del proceso productivo y artesanal. En procesos de alguna industria la gente trabajadora se siente desposeída del proceso laboral ya que se le considera casi como la máquina que no pueden sustituir. Tanto el proceso de diseño e investigación inicial se separan de la producción final, incluso de país y hasta de continente.
Llegado el caso, se puede pensar que cada día estamos más lejos de la naturaleza que maltratamos sin más reflexión, así como de la conciencia responsable de como incidimos en un mundo más vulnerable. Decidimos poco en nuestras vidas: dónde residiremos, de qué nos alimentamos, cómo ayudar al bien común con un esfuerzo digno, qué hacemos con el planeta..