Con la decisión de Ecuador de suspender el derecho de asilo para Julian Assange, sobre éste pende la amenaza de extradición dictada por USA. Por si no lo recuerda, escribo del fundador y director de WikiLeaks, ese medio digital que viene divulgando noticias importantes para el común de los mortales. Aunque de vez en cuando sale por la tele, pocas personas pueden reparar sobre el motivo de tal persecución. Desde el 11 de abril está a disposición del gobierno británico, ya que era en la embajada ecuatoriana de Londres donde se había refugiado. Aquí pretendo dar más detalles sobre el servicio que ha venido prestando Assange y sus colegas Maning, Falciani y Snowden. No es una tarea fácil entrar en este proceloso mundo en que tanto se puede saber sobre la vida de cualquiera. Conocimiento que se puede convertir en poder para una parte y maldición para quien no se atiene a los deseos de quien maneja ese poder.

Con bastante frecuencia hablamos del derecho a la información, ahora incluso a la transparencia. Sin embargo, a poco que te revuelvas y dependiendo de quien detente el poder, te puedes encontrar con que gran parte se ha convertido en información reservada. Por ejemplo, tal ocurrió con la lista de evasores fiscales a la que había accedido el ingeniero suizo Herve Falciani. Ofrecía 130.000 cuentas sin declarar en el banco HSBC de Ginebra. Cuando se supo, tuvo que huir a Francia desde donde comunicó que de aquellas cuentas 24.000 eran de países europeos. Envió listas a Gran Bretaña y a España. Una vez en España, le esperaba una orden internacional por lo que fue arrestado. Gracias a que colaboró con la justicia española no fue extraditado. Suponemos, porque no se ha dicho muchos al respecto, que el ministro Montoro sí se enteraría al menos para aquella pírrica amnistía fiscal. La ciudadanía española que sí paga sus impuestos como perjudicada no tuvimos fácil el conveniente derecho a la información. Vemos menos transparencia de la aquí prometida. Por ontra la lista completa fue publicada en “Le Monde” en febrero de 2.015.

Otro caso relacionado con el derecho a la información de la ciudadanía que colisiona, según se vea, con la reserva estatal es en el que se vió envuelto Chelsea Maning. Esta persona transgénero, siendo soldado analista de inteligencia del ejèrcito USA, filtró a través de WikiLeaks información sobre de unos diarios relativos a los daños con víctimas colaterales en las guerras en Afganistán y en Irak. Por ello el Pentágono le acusaba con tres años de pena que le conmutó el presidente Obama.

Edward Snowden consultor informático tecnológico en la CIA y luego en NSA Agencia de Seguridad Nacional en 2.013 venía suministrando información a grandes e influyentes diarios como The Guardian o The Wasington Post. En 2.014 facilitó documentos del PRISM o Plan de vigilancia masiva. De entre la más relevante estaban los datos sobre la vigilancia mundial en 2.013. Ante la persecución de la que fue objeto, solicitó asilo en veintiún países, entre ellos España, Venezuela, China, Nicaragua y Rusia. Cuando la obtuvo, al parecer en el último, desapareció sin apenas dejar huella de sí mismo más que sus contundentes y clarificadoras declaraciones dirigidas al gobierno USA: “No quiero vivir en una sociedad que hace esto con la información. No quiero vivir en un mundo donde se registra todo lo que hago o digo. Es algo que no estoy dispuesto a apoyar o admitir. La ley no remplaza a la conciencia personal”.

Hoy he recalado en una cuestión que potencia, amplía y da mayor sentido a otras ya tratadas en estas páginas. En una ocasión hablamos cómo queda para un ciudadano de a pié la libertad de expresión, y consiguientemente la de información de quien la quiera ampliarla. En otra, hemos referido el poder de quienes controlan los grandes medios, y que deberían informar con rigor y dejando ejercer con libertad la honrosa profesión del periodismo. Vistas las martingalas usadas, sabemos que la ciudadanía, si no se preocupa más, se entera poco. Por contra, ya vemos que con el pretexto de la seguridad, según para quien, el poder sí se entera de lo de todo dios, pese a las denuncias y sacrificios de Assange y compañía.