En más de una ocasión he traído a estas páginas la catástrofe ecológica que pende sobre nuestro planeta sin que apenas reaccionemos. Para cambiar, hoy me pongo a escribir con optimismo. He conocido en la distancia el coraje y claridad de ideas con que Greta y Anuna vienen encarando el drama del cambio climático. No puedo seguir adelante sin alegrarme más, por la apelación que ambas hacen en defensa de su más atacado futuro. Recuerdo lo que les repetía a las criaturas que venían a clase: “Yo tengo mi vida ya avanzada, pero sois a quienes apenas la habéis estrenado a quien toca defender con más decisión el planeta donde vivir”. Algo les quedaba de ir a plantar algunos árboles, o de la clasificación de la basura, que en ocasiones veíamos luego cómo a veces mezclaban. Pese a esa huella en la conciencia y en la conducta, comentada alguna vez, el compromiso no trascendió como van logrando Greta y Anuna. Estas adolescentes, desde Suecia una y desde Bélgica la otra, tras conocer la amenaza climática, han devenido en activistas para la propia supervivencia. Ya casi desde la primera huelga y escaso seguimiento, tuvieron que argumentar con convicción su pensamiento. A Greta, sin discutir las razones de su urgencia ecológica, la dejaron hacer esperando que se cansaría y esperaría a ser mayor. El caso de Anuna fue diferente, pues fue acusada de formar un complot por la ministra de medio ambiente, quien al final tuvo que dimitir.

Las movilizaciones fueron a mayores, hasta que consiguieron hacerse oír en la cumbre de Davos y con el Consejo Económico Social de la UE. Cuando quisieron hacerlo en el Parlamento Europeo contaron con el apoyo de Verdes, Socialdemócratas e Izquierda Unitaria. Sin embargo, advertidos por sus colegas del Consejo Económico, los representantes de Liberales,Conservadores y la Extrema Derecha le negaron su intervención. Alegaban que no era un cargo electo o parte de alguna institución oficial. Greta Thunberg con sus dieciseis años ofreció una rueda de prensa de la que ofrezco sus porpias palabras:

“Sabemos que la mayoría de políticos no quieren hablar con nosotros. Bueno , tampoco nosotros queremos hablar con ellos. Si queremos que hablen con los científicos en nuestro lugar, que los escuchen, porque sólo estamos repitiendo lo que están diciendo ellos desde hace décadas. Queremos que se cumpla el acuerdo de la cumbre de París y del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático IPCC. No tenemos otras exigencia, sólo seguir lo que dice la ciencia. Nos dicen que somos jóvenes , pero no hay tiempo para esperar a que crezcamos y nos hagamos cargo. El informe nos avisa del límite del 2.020 y eso es el año que viene. Están deseando que dejemos de hablar de la crisis del clima porque no han hecho sus deberes. Nosotros si los hemos hecho. Háganlo ustedes y hablen con los científicos. Según el IPCC estamos a unos 11 años de un punto sin retorno. La UE necesita reducir como mínimo el 80% de emisiones. Necesitamos cooperar y trabajar juntos para repartir los recursos del planeta de manera justa”. Pese a la actitud de parte de los parlamentarios, se han invitado a expertos y activistas reconocidos que estarán entre el público. Allí no estará Greta pero si sus compañeras de Bélgica Kyra y Anunda de Bélgica por si al final quisieran escuchar el mensaje de generación más perjudicada.

Más pronto que tarde el conjunto de autoridades, incluido el terrible Trump, tendrán que oír este mensaje que se viene extendiendo con gran velocidad y no sólo de Suecia y Bélgica. También desde Gran Bretaña llega la influencia del Extictión Rebellion. Se vienen coordinando sobre la huelga de los viernes. Desde Madrid hay un grupo que se ha convocado para manifestarse en torno al Congreso de Diputados. Ya ha habido movilización en Girona y Barcelona. Para el próximo día 15 hay una convocatoria de ámbito internacional. Los grupos los vienen formando jóvenes de entre quince y treinta años. Ya manifiestan ser conscientes de sus aspiraciones y de los inconvenientes del camino. Las primeras son las de llegar hacia mediado de este siglo , cuando la generación supere la maduración con menos amenazas. En cuanto a otros peligros añadidos, conocen los grupos de presión que vienen sufriendo ya los gobiernos. Presión y peligro que se puede extender a aquellas personas y colectivos que proponen la transformación de fondo que la situación requiere.

George Montbiot, firmante de uno de los escritos consultados, plantea la capacidad de este movimiento y las diversas componentes sociológicas. Entiende que con entusiasmo y unas reivindicaciones justas no basta para que las movilizaciones duren para conseguir los objetivos propuestos. En ese sentido repasa la vida efímera o pronta decadencia en precedentes como Foros Sociales, Justicia Global, Primavera Árabe o 15M. Está claro que cada iniciativa social precisa una organización mínima y acorde con lo que pretende. En bastantes ocasiones puede ser la de unificar y difundir con claridad las causas de una crsisis social. En el 15M sirvió, para que quedara en el pensamiento colectivo, el mensaje de “no nos representan” y la necesaria regeneración ante “tanto chorizo”. Lanzado ese revulsivo, se presentó la necesidad de cristalizar en el campo político esa aspiración. Se ha tratado de dar una respuesta, a través de Podemos, sin los defectos denunciados con acierto parcial, como en los micro créditos. Éstos permiten no depender de los bancos como otros. En otros aspectos han surgido deficiencias, en cierto modo admisibles, en una trayectoria novedosa y en un escenario de necesidades populares tan urgentes. Pero aparte de las tan distintas actitudes políticas mostradas en el Parlamento Europeo, toca aquí tratar de esa iniciativa de supervivencia.

Cada cual verá y opinará lo que quiera sobre la actitud y proyectos de Greta, Anuna y seguidores y seguidoras. De momento se me ocurre es lamentar que el parlamento del continente cuna de la democracia, se niegue a parlamentar con la generación más afectada y consciente de la supervivencia común. En esas actitudes se muestra la intransigencia de una casta que viene reteniendo el poder sin visión limpia. Ante el inevitable riesgo de errar , yo personalmente me decanto por el que pueda venir de esa reivindicación, que pareciendo ingenua, viene sujeta a los dictados de la ciencia. Vuelvo a pedir, como desde hace mucho tiempo, a las nuevas generaciones que defiendan con firmeza el escenario de sus vidas. Sea esa generación protagonista, asistida por la ciencia y con el apoyo prudente de quienes comparten la inquietud, la que acabe con tantas promesas rotas. Creo que deben tener éxito, pues si el resto de la población mundial no entienden sus reivindicaciones, lamentablemente el inocultable cambio climático nos lo irá recordando día a día. Ante esa realidad, creo que no se debiera dejar en el olvido la llamada de Greta para arrimar el hombro por el futuro posible.