Hace apenas unas semanas refería aquí la carta que la familia de Laura Luelmo enviaba agradeciendo la solidaridad y pidiendo que cesaran los excesos sobre la finada. Hablaba en aquel escrito de la carnaza que los medios ofrecen en lugar de información. Ahora con el caso de Julen otra buena ración de despropósitos de amarillismo en forma de telenovela continua sobre la desgracia de un niño y su familia. Por supuesto que cualquier persona lamenta esa desgracia y que en la medida de sus posibilidades, estaría dispuesta a echar una mano en el auxilio posible. Lo que no se debe es convertir esa desgracia como la más importante y casi la única de lo que ocurre en esos días. Desgraciadamente ya nos vamos acostumbrando a que lo que debe ser una noticia bien contada se transforme en un espectáculo. Un espectáculo en el que, además dolor compartido, hay más curiosidad, morbo y negocio que racionalidad y respeto. Creo que el asunto merece una o más reflexiones, muchas de ellas quizá más a tiempo. Veamos por partes.
Tal vez es que yo me paso de insensible al pensar que con una caída tran profunda, una criaturita herida, como es lógico, sin agua ni atención puede sobrevivir más de unos días. Aunque la esperanza es lo último que se pierde, tras las mejores cuidados de quienes atienden el rescate, no es razonable que se mueva a los cuatro vientos la angustia de esos padres. Respeto las creencias y el consuelo que puedan encontrar en ellas y en sus rezos. Sin embargo, como se decía al principio de la Laura Luelmo o del pequeño Gabriel, no hubiera estado mejor dejar de importunar tanto a esa familia. Eso habría sido prescindir del espectáculo y tantas rentabilidades espurias para terceros que lamentablemente ocurren sin mayor crítica en demérito del periodismo dignamente ejercido. Como digo arriba, a veces dudo de que mi opinión se deba a una manía desacertada. Pero hurgando sobre el asunto, con la visión menos conocida aunque más fundada sobre este tipo de manipulación social. Por ello difundo con gratitud el común repudio pero más cualificado,ante tanta iniquidad. Del testimonio de: Guillermo López, profesor especialista en la Universidad de Valencia, Ermelina Fdez. ,Presidenta del Consejo Audiovisual de Canal Sur, Mariola Cubells y Ferrán Monegal, periodistas especializados, Isaías Lafuente de la SER, Nemesio Fdez. de Federación de Asociaciones de Periodistas, Ana Ruiz y A, Escolar, columnistas,o Pascual Serrano, autor de varios libros sobre periodismo y medios de comunicación. Opiniones recogidas el 26 enero de Diaro.es.
Se empieza asumiendo que gran parte del periodismo, y de camino desprestigian al total, no hayamos aprendido nada desde que hace 26 años ocurriera el caso Alcasser. La noticia se convierte en el espectáculo en forma de telenovela por entregas. En ella se invade el dolor de las familia y se invita a testigos, con frecuencia poco relacionados, para llenar minutos de programa. En el proceso se fabrica la popularidad de personas que de sufridores pasan a ser personajes de la tele. Los propios periodistas son protagonistas de la noticia exaltando la presencia de dos cientos “paparazi” que en su mayoría difunden emociones. En ningún caso se les ocurre reflexionar sobre el exceso de pozos en el entorno como causa racional de tan luctuoso suceso. No, eso no vende. Interesa más el metro a metro a que avanza la perforadora o la pericia y arrojo de bomberos y demás socorristas. La acumulación de aspectos técnicos y otros sirven a alguna cadena para un programa monográfico. Así hacen el doble negocio de aumentar la audiencia abaratando los mayores costes del sustituido. Las dos grandes empresas Atresmedia y Mediaset compiten también en “populismo”, calificación que atribuyen con desparpajo en situaciones indebidas. Al mismo tiempo deterioran la información ya sesgada que ofrecen. Téngase en cuenta la narración que en directo invade la pantalla reduciendo interés por lo que se trasmite a la vez, sin duda de mayor trascendencia para la vida del común.
En ello, en general reconocen una mayor contención de las cadenas públicas: algo avanzamos.
Lás últimas y más críticas opiniones se centran en el asco que sienten ante tanto morbo y amarillismo al servicio del capital que controla a los medios y a la ciudadanía. Citan noticias de muchísmo más interés que no se tocan, se abrevian o se sesgan al dar más minutos al negocio Julen.
Muy poco del brexit inglés y de las consecuencias para quienes trabajan en Gibraltar. Falta, pon una vez, al hablar más de Venezuela : que la ONU por votación desautoriza a la UE y a España. De pensionistas, ni plalabra. Del peligro de los pozos, ahora. Tampoco del jubilado de oro del BBVA Sr. González y su acusación de perseguir a rivales con Villarejo. Así nos manipulan con “los Julen”.