Estaba viendo unas imágenes atractivas a la vez que tétricas. Las enviaba GreenPeace y en la primera aparecía una hermosa tortuga como si estuviera en una verbena. No estaba de fiesta el animal, si no en grave peligro entre los colgajos de plástico que parecían adornos. El texto venía a recordar algo de lo que he tratado aquí: “hoy el verdadero monstruo es el plástico”. Sin que deje de ser cierto el lema ecologistas, mi mente se fue a un libro de reciente lectura. La autora es la calificada en la frase que da título a este escrito. Esta escritora, en este y otros libros, no demoniza a las cosas si no al origen de las mismas. El plástico no nace o se fabrica como un monstruo, si no como una materia que puede facilitar nuestra vida, si lo usáramos con sensatez. Muchas personas no conocen o no quieren conocer esa sopa de plástico, que entra en nuestra cadena alimentaria o en esas islas que se forman en la superficie o en el fondo de los océanos. Claro que si, entre los siete mil millones de terrícolas, hubiera conciencia y buen voluntad, no habríamos llegado a tal situación.
Ese es el reto que Naomi ha tomado como propio: que la humanidad conozca y se responsabilice de la realidad en que vive. Lo que ocurre en nuestro entorno tiene unas causas , unas personas promotoras, otras cómplices, pocas beneficiadas, e infinidad de perjudicadas. La también periodista trata de informar con claridad meriadiana. Así, empieza titulando de manera detallada cada una de sus obras. La última que he leído, “Esto lo cambia todo. El capitalismo contra el clima”, no puede ser más rotunda. Como las anteriores no es breve, pues todas rondan las setecientas páginas. Por la extensión y,sobre todo, por la documentación o la investigación vivencial, dedica a cadas obra un promedio de seis años. Como periodista, que colabora con el prestiogioso The Guardian, ha obtenido premios relevantes y sus libros, traducidos a 28 idiomas, tienen difusión millonaria. Todo ello no deja de ser lógico, pues a sus innegables cualidades y al esfuerzo detallado, toma como asuntos los grandes problemas de la humanidad en su conjunto . Por ello merecería la pena hacer un recorrido por su obra, en la que nos ayuda a ver los entresijos que nos llegan más cerca de lo que en principio podríamos pensar.
Publicó al inicio de este milenio “No Logo. El poder de las marcas”. De ahí tuvimos noticias de que había trabajando, casi en régimen de esclavitud, gente muy joven que se estimulaban con pegamento. Por aquí, desde antes ya se llevaba, y no sólo en la adolescencia, la chaladura por las marquitas. Luego, casi en el mismo año tuvimos noticia de los incendios en barracones de Bangladex, donde murieron abrasadas entre seiscientas o setecientas personas en cada una de esas catástrofes. Después se supo, aunque poniéndole sordina a la noticia, que allí se fabiracaban las prendas que luego compramos en el Corte Inglés o en Zara. Poca gente se rasgó las vestiduras aunque demuestra, sobre a todos los demás, que compran en “los chinos”. Ahora, curados de espanto, leemos en lo que compramos “fabricado en Corea” y debajo “diseñado en España”. De esa manera queda conformado ese patriotismo hueco al servicio dócil del capitalismo sin patria.
En 2.007 salió a la calle “La doctrina del shock. El auge del capitalismo del desastre” . El asunto ya estaba anunciado en la obra anterior: el neoliberalismo rompe fronteras para aumentar su riqueza mejorando las explotación de la mano de obra mundial. Si con las marcas se había despojado al propio trabajador de su profesionalidad, con la financiación, se consagró el uso tramposo e impune del dinero. Vamos entrando en la economía de casino, en la que nunca pierde el “grande y bendito empresario”. Si hay crisis, que nos rescate papá Estado con el dinero del pueblo que no lo lleva a paraísos fiscales. Eso después de hartase de decir que había que privatizarlo todo.
El libro al que me llevó el “monstruoso” plástico era:”Esto lo aclara todo. El capitalismo contra el clima”. No conforme con el proceso de acumulación del capital mundial en muy pocas manos, cosificar la mano de obra, se sigue adelante con el crecimiento sin fin y ciego que acabará destrozando el planeta. Se sabe desde hace tiempo, que el cambio climático va poniendo en riesgo la humanidad en su conjunto, pero se mira para otro lado. Se llega hasta la desvergüenza de hacer negocio falseando aparentes “salidas verdes”. Hay quienes, con parte de su capital se revisten de ecologistas, mientras ganan a calderadas manteniendo extracción y distribución de carburantes altamente contaminantes. Recuérdese que aquí se pararon, con el impuesto al sol, el prometedor desarrollo que venía de la mano de la energía no renovables. Por cierto hasta Alemania sí la aplicó.
Perdonen que sea tan tétrico, es que no me distraen Ronaldo o Belén Esteban. Prefiero Klein.