Hace unas semanas comentaba en estas páginas las resistencias en la Unión Europea para la eliminación del glisofato, producto usado en la agricultura con secuelas cancerígenas. Lo acompañaba con otro tema sobre contaminación de los océanos. Como quiera que tales sucesos no ocurren sin que la mano del hombre esté de por medio, hoy vemos una historia que viene al caso. Al leer una revista de ámbito mundial, recalé en una historia sobre Líbano en la que la contaminación del ambiente viene asociada a la contaminación o corrupción de la conciencia humana. Aunque es una historia alejada que ocurre donde estuvo la antigua Fenicia, la tomé de referencia de lo que puede ocurrir en cualquier lugar en nuestros días. En este caso Emmanuel Haddad, periodista beirutí habla de la crisis ocasionada en Líbano por miles de barriles tóxicos de origen italiano. Cita como la presión se exporta incluso a países pobres para endosarles a la población del mismo el veneno que enferma y mata. Al problema de los propios residuos acumulados en deficientes vertederos se añadió el de los peligrosos barriles. Éstos habían llegado en los ochenta, aunque después de una denuncia, Italia retiró una tercera parte. Sin embargo en todo Líbano aun permanecen más de diez mil barriles. Resulta que las secuelas se presentan en este siglo tras un rosario de fechorías y persecuciones a cualquier denuncia. Tratemos de profundizar en el problema, intentando superar las polémicas que dificultan soluciones definitivas.
Narra Haddad, que hace unas semanas una tormenta levantó una alfombra de inmundicia en la playa Zouk Mosbeh, al norte de Beirut. Para algunos, la basura que se extiende hasta donde alcanza la vista, viene arrastrada por las aguas de pueblos de las montañas. Otros achacan la catástrofe al vertedero cercano y a que el mar no hace más que regurgitar dicha basura. Según Recycle Lebanon, iniciativa ciudadana protectora del ambiente, ambas son las causas del desastre. Joslin Kehdy del citado colectivo y de “Apestáis”, otro movimiento fundado en 2.015, explica la denuncia de la negligencia política por la muchas toneladas de basura que se pudren con el calor del verano. Las manifestaciones de aquel año fueron reprimidas con violencia policial.Pese a ello, el gobierno propone un plan con Recycle Beirut para clasificar y reciclar y el sistema “cero residuos” de ación parcial. A la vez Khedy y sus voluntarios limpian la playa de Zouk Mosbeh, pero cada vez que golpea un temporal, la suciedad reaparece.
Además este movimiento mantiene la denuncia aireando hechos como el informe encargado por el Ministerio de Sanidad a los científicos Pierre Malych, Wilson Rizk y Milad Jarjoi en 1.988. Dicho informe era concluyente sobre la composición, como mercurio y arsénico, camino seguido por dichos bidones. Walid Joumblatt entonces denunció:Hay barriles en la tierra y en el mar. Líbano
como todos los países del Tercer Mundo es un vertedero. Las autoridades arrestaron al doctor Malychef porque se atrevió a hablar de lo sucedido. Dicho doctor, acusado en falso, fue a la cárcel.
Hoy, treinta años después Wilson Rizk, el único superviviente de aquel informe, se ha requerido para testimoniar contra el Plan de Tratamiento de Residuos del Gobierno. Éste era un deseo imposible, ya que “el juez pidió primero que se detuvieran los trabajos, pero presionaron los políticos y se han reanudado. Toufi Kazmou, responsable de la reestructuran del vertedero impasible declara: “Hay rumores sobre la existencia de residuos tóxicos.¿Alguien puede demostrarlo? Nadie. No necesitamos esas historias que asustan a la gente.” En octubre de 2.107 el Consejo de Ministros del nuevo Gobierno le dió la razón. A los vertederos de Costa Brava y Bourj Hammoud, construidos como solución de emergencia, se les alargan la vida. Todo ello en espera de una anunciada incineradora sugerida por Ramboll, empresa consultora danesa que no la recomienda en su propio país.
Una vez terraplenada la costa desde Beirut al terraplén de Dbayeh, con la incineradora, podrá salir a la luz el gran proyecto urbanístco de Linord. Allí, olvidándose de los barriles tóxicos y de las muchas toneladas de basura que contaminan a tope, un pelotazo a lo grande. En éste, auguran algunos, que se saque provecho también hasta del terreno ganado al mar. En Líbano como en tantos otros lugares, siguiendo esa moda neoliberal, nada se pierde, nada se recicla, pero todo se transforma… en dólares o euros.