Como pensionista que soy, he traído el asunto a estas páginas alguna vez. Ahora el tema parece tomarse en serio en nuestra ciudad como en otras. Más vale tarde que nunca. Tratemos las novedades que, ahora sí, aparecen en los medios. Ya veremos luego con qué intención, y si la cuestión tiene fundamento, pese a tanta sordina inicial. Aparte de mis mejorables prédicas en el desierto, en Linares poca resonancia mereció un acto en enero del 17. Y no será porque las pensiones hoy sea un asunto menor en la ciudad. Aunque sólo sea porque constituyen uno de los ingresos actuales decisivos para muchas familias y gran parte de la población. Tanto por ello como por la precariedad en el trabajo, y la consiguiente escasez de cotozaciones de quienes lo tienen, el asunto no ha trascendido acorde con lo deseable. Aprovechemos la difusión actual para ver si las experiencias y actitudes ajenas nos animan. Así, tal vez aprendamos y secundemos la movilización por el bien conjunto de las pensiones actuales-y lo más preocupante- las inciertas del futuro.
Al acercarnos a lo que ha prendido con más fuerza en otras latitudes, descubrimos lo que es habitual en estos casos. Siempre la inician unas pocas personas o colectivos que tiran adelante superando el escaso apoyo que suscita una causa en beneficio de una inmensa mayoría. El reto es volver a afrontar los difíciles principios de ocasiones anteriores con perseverancia e imaginación. Una amiga me comenta que en el origen de estos grupos hay bastantes “yayo-flautas” del 15M. Dice taambién que muchos ya venían vinculados por movidas de cierres de empresa acabados en prejubilaciones. Procedentes de la banca y de otras empresas que reducen plantillas pero no ganancias, varias personas venían acumulando una información que vienen compartiendo. Tanto la trampa de los planes de pensiones privadas y otras realidades engañosas en las cuentas de la Seguridad Social y de la administración en general han ido quedando muy claras.
A partir de ahí empezaron una estratregia combinada de información y movilización. Un día acudían a los bancos y ofrecían a usuarios y trabajadoras información y cita para tratar los planes privados de pensiones. Otro iban a hospitales o centros de salud para hacer lo propio en el repago de medicinas. No faltaban visitas a los Centros de Día para recordar, dentro o después, las antiguas y no cumplidas amenazas sobre la desaparición de las pensiones. De la misma manera se convencía de que la pensión es un derecho constitucional que ha de atender el gobierno buscando el dinero de donde sea menos necesario, rescate de bancos o autopistas. A partir de esas actividades, se iba perdiendo el miedo y la pasividad, haciendo crecer la afluencia. Unas impregnaron a la población del municipio, para saltar al ámbito de la comarca o a la provincia. Este es el caso de Sevilla o Bilbao, aquí con unas cuarenta mil personas a principio y mediado de cada mes. Los medios ya no pudieron seguir ocultando esta realidad, con el procés catalán y otros manoseados asuntos. En el propio Congreso fue más noticia el cerco de pensionistas. Tanto es así, que primero las bases de los sindicatos más reconocidos, y después su profesionalizada y pasiva dirigencia se sumó a la movida.
Con la impronta inicial del 15M y con el habitual retraso, el movimiento también ha crecido en Linares y en la provincia. Varias concentraciones crecientes en Jaén y en otra localidades, nos han llevado a la movilización del 17 de Marzo convocada en todo el país por la Coordinadora Estatal del Sistema Público de Pensiones. En el camino, además de la ocultación, no ha habido pocas celadas como la creación de otros grupos y convocatorias que han buscado la confusión y disensión hacia el colectivo unitario. La última, la comparecencia de Rajoy en el parlamento para reverdecer el miedo de la miseria, supuestamente segura, tapándose con el discutible Pacto de Toledo, un caudal de cifras manipuladas y su taimado desprecio por la ciudadanía.
Ahora, creo, que le corresponde a nuestra sufrida ciudad administrar la unidad activa que demostró en Septiembre para reinvindicaciones concretas. Se han desaprovechado, o aprovechado menos, las movidas por el ferrocarril para nuestra abandonada estación. Corresponde también ahora valorar el sentido casi unitario de las pensiones, en cuanto parte de supervivencia inmediata, y necesidad de futuro. De esa manera, marcará el camino a una ciudadanía que se informa y se moviliza sin las disensiones, intereses y clientelismo político que se observan por aquí en exceso.