Quería hoy escribir sobre la armonía que hemos de procurar en nuestro entorno para que, si fuera posible, de lo local o próximo pudiéramos trascender a lo universal. Cuantas más vueltas le doy más enrevesado veo el asunto. No son pocas a lo largo de la historia las tentativas habidas en ámbitos reducidos buscando una convivencia cercana a la felicidad. Desde la Arcadia griega retomada en el renacimiento, a la realidad de nuestros días con variados cooperativismos, experiencias hippy, y las actuales ecoaldeas y similares no son pocos intentos. No hemos de olvidar aportaciones como la Utopía de T. Moro , los “ socialismos utópicos”, así como las dificultades para articular sus comunidades en el mundo en que vivieron. Tal vez sea esa, la del aislamiento, la realidad que para bien y para mal dificultan idealizadas arcarias.
Hay aspectos de la evolución social elocuentemente positivos, como haber dejado atrás- esperemos que para no volver-el aldeanismo que enemistaban entre sí a ciudades y pueblos cercanos por falsas vanidades. De vez en cuando encontramos algún ejemplo en que, como en Úbeda y Baeza, viejas tirrias se han trocado en colaboración. Conviene que el ejemplo cunda y que no se sustente tanto en las engañosas leyes del mercado. Ocurre con frecuencia, incluso en el ámbito familiar, que el egoísmo pesetero malogra la convivencia y perjudica el beneficio del conjunto. La falta de perspectiva nos habla del encono entre prójimo, como el de campesinos por lindes, que dirigían sus esfuerzos a la disputa en lugar de al mejor laboreo. Las lindes, como el aldeanismo, el nacionalismo y otros sentidos de pertenencia como el de raza, cultura o religión, provocan un malestar y odios que, siendo de raiz económica, se visten de xenofobia, racismo e integrismo.
En una convivencia distendida se ve con claridad que la colaboración dialogada con perspectiva beneficia dentro de la familia, en un gremio de producción e incluso entre poblaciones vecinas. Lo que resulta positivo en estos escalones no tiene que dejar de serlo hasta en ámbito mundial. Convendrá examinar cuales son los elementos causantes de tanto enfrentamiento evitable.Es claro que el egoísmo y la insidia han existido siempre y que las disensiones se han dado por el abuso de una parte y la ignorancia o ingenuidad de otra. Esto, que en las sociedades más primarias era palpable a primera vista, lo es bastante menos en vida más complicada. Además de que acabó el sistema de trueque en el comercio, se han complicado quitando rigor y veracidad a las operaciones financieras y bancarias. La información se ha hecho mas abundante y- a la vez- paradójicamente más sectaria y menos comprensible. Otro tanto ocurre con las estructuras políticas y jurídicas lo que lleva a hacer la participación de la ciudadanía menos confiable. Si a todo ello se une el proceso de concentración que se vienen dando en el ámbito mundial de poder económico, control informativo, y estructura política , nos daremos cuenta de que estamos en otra realidad.
Está claro para quien se quiera fijar que la economía de hoy se ha concentrado corporaciones de ámbito mundial que someten con su decisiones a los distintos gobiernos a los que imponen sus decisones. De esa manera vienen trasladando de unos países a otros las industrias en busca de mayores beneficios por manos de obra más barata. Y nos demos cuenta o no, consumimos productos importados fruto de la esclavitud también en acreditados establecimientos. Ello viene repercutiendo en la igualación por abajo de los derechos laborales en el mundo casi a lo que era normal en el primer mundo en el siglo XIX. Mientras, gobiernos y patronales engañan con el imposible aumento real del empleo. En esa función de distracción cuentan con la inestimable colaboración de la industria del control de información transformando la misma una visión embellecida y falsa de la realidad. En ello, además se valen de unos modelos culturales que proscriben la reflexión y el criterio autónomo. Para más inri, generan enfrentamientos azuzando nacionalismos nuevos o viejos, odios religiosos en busca de nuevos enfrentamientos bélicos y terroristas que alimentan el saqueo de paises, el miedo geeneralizado y favoreciendo la determinante industria del armamento.
Por ello, cuando cualquiera se proponga el progreso, pidamos que lo sea con sentido social. También con perspectiva de la realidad mundial del empleo que lo sea para atender necesididades reales para siete mil millones de personas. Evite así la competición canalla en la subasta que el capital hace del escaso empleo que se crea para obtener los máximos beneficios de subvenciones y esclavitud. Todo lo demás será pan para hoy hambre para mañana, con más desilusión y encono.