La Presidenta de la Junta de Andalucía, en su doble, extraña y sinuosa polémica con el gobierno central, acaba de renunciar a la gestión delegada del impuesto de sucesiones o herencias. En la decisión no faltan razones ni alguna coherencia, vista la polémica y sus precedentes. Para que se haga la luz frente a posibles engaños, convendrá deslindar las unas de las otra. Veamos paso a paso los distintos aspectos.
Pagar impuestos, o la contribución- como prefería llamarlos el señor Fraga- es de por sí una actitud y un deber loables del conjunto de la ciudadanía, pese a las deleznables modas que nos han metido en la profunda crisis que hoy atenaza al mundo occidental. Es además expresión de la máxima solidaridad si “cada cual contribuye al común según su posibilidades y recibe según sus necesidades”. Aplicar de manera fiel dicho aserto llevó a gran parte Europa y países de igual orientación democrática al mayor bienestar social conocido hasta la fecha. Por el contrario, cuando llegaron la privatizaciones, la bajada de impuestos y el deterioro de los servicios públicos es cuando empezó a recortarse tal bienestar. Todo ello ocurría en la Gran Bretaña de la Sra. Thatcher y en los EEUU del Sr. Reagan. (Sí, el estadista que homenajeaba a los islamistas o mujaidines de la libertad que lideraba en Afganistán el joven Ben Laden). Luego, siguiendo el ejemplo de la derecha, González, Blair y otros, también transitaron por el camino para llegar a la triste situación actual.
La anterior cita del ministro de información y turismo durante el régimen franquista no es baladí. Don Manuel también se fue a Londres para preparar su mutación democrática de cara a lo que viniera tras la dictadura de Franco. De su estancia inglesa como de la experiencia de tantos emigrantes españoles, el fundador de Alianza Popular (origen del PP) ensalzaba el orgullo cívico de los europeos de pagar sus impuestos. Eran otros tiempos y se palpaba o imitaba -vaya usted a saber con qué sinceridad-el fervor democrático para equipararnos colectivamente en el mundo libre. Tanto era así, que la primera reforma fiscal tuvo lugar sin grandes aspavientos por parte de la derecha ni cuando- como al principio-se hacían públicas las fortunas del vecindario. Claro que los entusiasmos solidarios en este país no han sido grandes ni han durado demasiado. La economía sumergida (trabajo en negro con/sin facturas y otras picarescas) se contuvo en un primer tiempo a ver qué pasa, pero luego ha seguido el fraude y la desvergüenza fiscal. Y no sólo eso. Con el proceso de financiarización, el poder consecuente de los grandes bancos y otras trasnacionales, engañar y no pagar a Hacienda se ha convertido en un deporte. Ahí están además los paraísos fiscales, y otra evasión de capitales (papeles de Panamá, oficinas de Castellana,…), las fundaciones o las sicavs (sociedad de inversión colectivas en acciones y valores ) para que los ricos tributen cada vez menos. El neoliberalismo en general y el capitalismo español en particular, no conformes con esta injusta situación de escasa tributación de grandes empresarios y propietarios quieren escaquear lo que se venía pagando desde antiguo por herencias o sucesiones.
Los impuestos por herencia o sucesiones, como todos los demás son proporcionales. Es decir que quien más hereda más paga o contribuye al Estado para obras del bien común. Así que uno de los escasos capítulos por los que aun seguían tributando en según qué autonomía también lo quieren tumbar. Para ello cuentan con la actitud descarada, manipuladora y mentirosa de PP y Cs. y una oposición dudosa, débil y oportunista del PSOE. Pero antes de entrar en los entresijos de la melé, consideremos la justicia del impuesto a la herencia de grandes fortunas. Además de la lógica proporcionalidad, han de verse dos aspectos: la responsabilidad social de la propiedad y la excesiva discriminación negativa para quien nace de cuna humilde. Un ejemplo de la primera razón es que un heredero incompetente ponga en riesgo el porvenir de una empresa que se ha generado también con el esfuerzo de las personas que dedicaron su vida a ella. Se me puede argumentar que antes-aunque no en todos los casos- se pagaba una parte por beneficios. ¿Es justo, real y socialmente beneficioso eso hoy? Para la segunda razón vale el mismo ejemplo. En la empresa de ese posible heredero incompetente qué reconocimiento se ha hecho para tantas personas de humilde cuna que directa o indirectemente crearon tal riqueza. A este respecto recuerdo las preguntas que se hacía un admirado compañero sobre la explotación y sufrimiento ajeno que hay en el origen de toda gran fortuna. Recordaba los sacrificios que se requerían honradamente hace años para superar el primer millón de aquel negocio familiar. Seguía luego relatando el incierto futuro de aquellas pequeñas o medianas empresas que, por rivalidades o desgraciadas sucesiones, habían desaparecido despilfarrando talento y esfuerzos pasados, propios o allegados.
Descritas algunas trampas y falacias, argüidas en contra pagar cualquier impuesto en general y la polémica en contra del de herencia en particular, por los más ricos, desvelemos las últimas. El PP que quiere una España sin veleidades autonómicas divisorias lleva ya casi mandato y medio sin recuperar ese impuesto, el de herencia, de titularidad estatal. Frente ahora, ya veremos luego como antes, está la señora Díaz que antes decía una cosa y estos días la contraria. Por eso conviene que se aclaren bien las cosas y que no vuelvan, además de arruinado, tarumba al personal. Es evidente que PP y Cs., de manera descarada, y con tapujos el PSOE están dispuestos a favorecer a las grandes fortunas o IBEX 35. Es innegable que han estado impidiendo la posible entrada de Podemos en el gobierno forzando la desfenestración de Sánchez para que siga el mismo régimen. Así se evita la tentación de pedir cuentas a las grandes fortunas. En la misma tesitura ha estado y sigue la Presidenta de la Junta. Recuérdese que tras acercarse al Santander rompió el gobierno con IU para, tras las elecciones pactar con Ciudadanos. En dicho pacto concedió una reforma, que no la eliminación total de impuestos por herencia, que piden demagógicamente a la limón PP y Cs. por todo el estado, para que se les perdonen de la misma manera los pocos impuestos que pagan los ricos de toda España. Así que doña Susana, cuando se asoma a las encuestas y ve el ruido demagógico y tramposo que levanta la derecha y su incapacidad para superar su descrédito, sale por peteneras. Ahora saca su ramalazo españolista que el PSOE andaluz combina, según conveniencias y momentos, con el autonomimo de primera para una oposición de teatro al PP y a sus aliados de Ciudadanos.
Sería deseable que la derecha extrema y populista no siga usando la demagogia y el engaño para perdonarle también el escaso impuesto que por herencia pagan las grandes fortunas, que además reciben cuantiosas subvenciones. Para ello pido al gobierno andaluz que se dedique a defender los intereses de Andalucía. No se puede estar en el plato y en las tajadas. Empiece por Canal Sur, que informe de verdad y que no sea su instrumento de propaganda personal. Si se publicara en tiempo de máxima audiencia la verdadera repercusión de este impuesto, se le vería el culero al PP y a los demás. Luego estaría bien que se cuidará de verdad la educación y la sanidad como se le va a ir obligando. Y para acabar, que aclare si tan superdotada se siente para estar como Dios :en Sevilla, en Canal Sur y en Madrid.
Cuanto odio destila este hombre….y que forma de intentar retorcer las cosas explicándolas de forma simplista (que no simple) y partidista. Siempre se le llamó demagogia (la misma que cuenta en lo que escribe), claro que su izquierda le dirá «sabiduría».