¡Ay dolor que exasperas
la cara con un leve
fruncido experto!
Las llagas rondan engullendo ideas,
arrancando horas,
inflamando huesos frágiles consumidos.
Dolor que detienes mentes,
que exportas tristeza
a la tristeza unida.
Razón sin dueño en ocaso,
silva incompleta de vida.
Rozas mil veces mi cuerpo
enajenas mi mente
con gruñidos intensos
de una vida en llamas.
Escarbo en la tierra
sin manos, y el dolor
de las uñas me amordaza.
Dolor que escondido
me asusta por las esquinas
en cualquier rincón de mi cuerpo,
de mi casa.
Sé que sucumbirás
al infinito intento,
pues finito es mi cuerpo
y de óbito vestirá mi carcasa.

Poema publicado en la antología del III Encuentro Internacional de Poesía en Úbeda