Antes de ponerme a escribir sobre lo que quiero, me ha venido a la mente y al recuerdo, aquella canción en la que se jugaba al corro, niños y niñas, que se agachaban y se levantaban y que corrían dando vueltas y pillándose. Yo sé que a la gente de ahora no le va a decir nada y que lo verán como cosas muy antiguas, casi, casi cuando todavía se estaba en la dictadura, que tampoco saben lo que era. A mí no me importa que se me diga antigua porque todo ha pasado muy deprisa, creo que en las vidas da tiempo a vivirlo casi todo y se tiene la perspectiva, en lo que toca a los juegos, de lo que es una buena y sana educación, una seguridad que no tenemos ahora y unas distracciones hasta incluso a altas horas después de una merienda de pan y chocolate. La infancia de cada cual y para cada cual tiene su encanto y es la mejor. Menos mal.
Se me ha ocurrido porque al lado de mi casa, no en mi patio, que sí es particular, y veríamos qué hacía si se metieran con mis macetas, han construido un parque infantil con muuuchos artilugios para jugar a la manera de ahora y que hemos ido viendo colocar en principio con ilusión y después con escepticismo. Y además es colectivo para asueto de niños y niñas pequeños, que para que cumpla su función deberíamos cuidar más y mejor. La cosa viene porque indefectiblemente, pero seguro, cuando te has parado a ver cómo va el arreglo, el comentario fijo era: “Veremos a ver lo que nos dura”, “¿cuánto tardarán en hacerlo polvo?” “¿cuánto tardará en ser invadido por hordas de jóvenes y lo estropeen?”, ”¡qué pena con lo precioso que está quedando… ¡ Todos teníamos, y tenemos, ese temor, aun cuando nos prometíamos denunciar cualquier invasión poco respetuosa. La verdad es que está muy bonito y tiene muy buena intención, se ha hecho bien protegiendo este espacio muerto que sólo servía para las necesidades de los perros, ni bancos había. Ya ahora luce, y es que la iluminación también era necesaria, que lo hace más cercano, los aparcamientos están más estructurados y esa parte de la Calle Virgen de la Antigua y la Estación de Autobuses va a quedar más cohesionada. El deseo del vecindario es que se disfrute y se cuide y si no ya estaremos nosotros para protestar, denunciar o lo que haga falta.
Recuerdo cómo la Asociación Vecinal del Casco Antiguo se rebeló contra la ubicación de una cruz de mayo en la Plaza Alfonso XII porque ya estaba dedicado a un parque infantil… Y lo consiguieron hablando, concienciando y protestando. Parece que se olvida mucho para qué es cada cosa, cuando hay fiestas parece no importar para lo que haya sido concebido y sobre todos niños y niñas que merecen un espacio saneado y tranquilo, también para la ciudad. Sé que lo vecinos de aquí lo conseguiremos aunque de ahí las preguntas de no creerlo porque ya estamos viendo lo que pasa con la plaza de san Agustín y su fuente, que sirve de piscina ahora en verano y nadie se preocupa de vigilarlo, ni siquiera de tenerlo en cuenta.
A Linares le faltan rincones en los que descansar, pararse a leer un libro, sentarse a charlar mientras los niños juegan y de una manera relajada. Yo sí echo de menos esas zonas verdes y arboladas para el público en general, a los que se puede ir a solas o acompañados, en las que el paseo sea realmente una zona de paseo, tranquila, sin temores a que te lleven por delante bicicletas o patinetes, incluso silenciosamente. Nuestro Paseo puede acercarse algo pero le falta intimidad, más silencio, más respeto, más relax y más sombra, en el que cada cual pueda ir a su bola sin sentirse incomodado por nada. No hay sitio para los solitarios, aunque se esté en compañía, y eso dice mucho de una ciudad. Mi recuerdo y mi sentimiento ahora está, como siempre, en un lugar al norte en el que camino, paseo y pienso como si no hubiera gente. A veces un sitio cosmopolita como el que más tiene también ese atractivo, quizá cuestión de clima. En agosto es cuando más echo de menos mi tierra, la tierra en sí, porque siempre te espera, te acoge, te acepta. Es lo que permanece.
Bello, reivindicativo y enternecedor artículo. Que pases un feliz agosto estés donde estés. Un abrazo Merche
Sí, doña Mercedes, a Linares le faltan lugares tranquilos, silenciosos…, de esos que se encuentran a cada paso cuando visitas cualquier otro país de Europa, o, como usted dice, algunas ciudades de España por encima de Despeñaperros. Linares es un puro e inmenso ruido. En Linares falta, sobre todo, respeto y educación. Y sobra: fiesta por cualquier motivo con decibelios a todo trapo para que la «música» (la música no deseada no es más que ruido) se oiga en toda la ciudad; individuos (el verdadero calificativo es otro, claro, y sale por sí solo) paseando la ciudad en sus vehículos con la «música» a todo volumen; vecinos (y empresarios) que te montan la discoteca en su casa (a veces todo el día) sin pensar (¿sabrán lo que es pensar?) que a su lado puede haber ancianos, bebés, enfermos o simplemente personas que tienen derecho al descanso y a su intimidad; críos bebiendo y «fumando» y gritando (¿por qué hablarán a gritos, no sabrán hacerlo en un tono de voz normal?) en la puerta de tu casa, que te están viendo y les trae sin cuidado. Siempre recordaré aquel viaje a Ámsterdam, sí, he dicho Ámsterdam: una ciudad en continua fiesta y jolgorio, y sin embargo con aquel misterioso silencio abarcándolo todo.
Espero que me disculpe este desahogo al hilo de su artículo, que leo cada semana.
Gracias Paco, estoy totalmente de acuerdo… Y sabemos de lo que estamos hablando ¿verdad? Me alegra que me leas y permíteme que te tutee. Un saludo.
Mercedes, emotivo artículo.
Paco yo iba a decirlo, pero usted acaba de describir a la perfección lo que somos y lo que hay.
Mi granito de arena: En Úbeda, lo que era un herial se han convertido en un coqueto parque. Todo sigue en su sitio. Tiene puertas que se cierran de noche. Lástima que los linarenses no entiendan que el patio de nuestra casa sea la ciudad y no la cuiden como tal. Creo que la mala educación no tiene soución sin voluntad pilítica y sanciones al infractor. Sólo cuando nos tocan el bolsillo somos educados.
Saludos cordiales.
Por desgracia estamos acostumbrados a hablar a voces como si fuera normal, hacer ruido moviendo muebles, sillas, etc., etc., porque es de día y la gente no estudia, no quiere estar tranquila, etc., etc., porque es de día y contamos con que la gente esta despierta y perdiendo el tiempo…
Claro, si por la noche dejan las terrazas hasta bien entrada la madrugada justo debajo de tu casa o al lado, y lo dicho, no sabemos hablar en un tono comedido y teniendo en cuenta que no todo el mundo le gusta trasnochar y pegar voces, pues pasa lo que pasa…
En España, y por desgracia cuanto más al sur más se nota, estamos acostumbrados a esto, somos el chiringuito de Europa, queremos serlo, porque se supone que eso deja dinero, y basura también de todo tipo pero esto da igual, y no tenemos la educación y el respeto hacia los demás, hacia el trabajo, y otra mentalidad de vida, que para unas cosas es buena, pero para otras pues no tanto.