Tanto en la reciente campaña electoral como en la vida corriente se viene produciendo gran confusión entre lo que cada cual es y la etiqueta con que se le distingue, o alardea de ser reconocido La de socialista o socialdemócrata es una de las definiciones, aunque no la única, más manoseadas en los últimos tiempos.
Parece como si el líder de Podemos, aprovechando la coincidencia de su nombre y apellido con el del fundador del PSOE, tratara de cuestionar el escaso lustre que se le viene dando al legado de aquel honrado tipógrafo. Personalmente creo que al joven Pablo no la falta algo de razón. Lo de las “puertas giratorias”, los ERES, o el empeño en mantener en el gobierno al neofranquista PP por parte de significados ex dirigentes, sean cuestiones que agradaran al fundador socialista.
Por lo que a mí respecta, como se mantiene en la biografía adjunta por mi firmada, ingresé en el mencionado partido durante la clandestinidad. Aun reconociendo que en aquellos tiempos eran comunistas quienes con más ardor procuraban la salida de la dictadura franquista, opté por las lecturas y ejemplos machadianos. Me mantuve en dicho partido y en el sindicato hermano mientras lo creí conveniente. Causé baja cuando entendí que mis fundamentales aspiraciones en ambas organizaciones no eran compartidas. Pese a lo que puedan pensar quienes se fijan más en las etiquetas que en los hechos y las razones, en lo esencial mantengo los mismos ideales. Tanto es así que, de vivir hoy en Inglaterra, me sentiría satisfecho como un laborista que, junto a tantos Jeremy Corbyn, ha desechado la tercera vía belicista de Toni Blair.
Si, laborista, liberal, socialdemócrata, socialista, comunista, leninista, estalinista, troskista, anarquista, libertario, pacifista, ecologista, feminista, falangista, nacional-socialista, fascista, franquista, republicano, monárquico, conservador.. u otras tantas etiquetas más que podríamos añadir. Con frecuencia nos a atascamos más en los nombres que en las acciones e ideales que real- mente nos mueven. Me decía un sabio obrero al principio de los setenta “ han llegado los partidos y sindicatos como nuevos equipos de fútbol para llenarse de forofos que figuren más y piensen poco”. Aunque exagerado, porque en aquel tiempo se debatía más que hoy, no le faltaba razón. Se soltaban etiquetas pero apenas se analizaban el fundamento y responsbilidades de cada una. Entonces ser aquí socialdemócrata, como se llamaban a la mayoría de partidos de la Europa desarrollada, podría ser un estigma. Aquí, desde los seguidores de Besteiro a los de Caballero, a todos se autodesignaban socialistas. Una mirada inteligente al panorama de cada tiempo, como la anterior referencia a Corbyn, nos podría sacar de nuestro error. Valga el ejemplo de Olof Palme. El primer ministro sueco socialdemócrata se manifestó en contra de la guerra de Vietnan y murió asesinado cuando propuso que la representación obrera accediera a los consejos de accionistas. En sentido contrario podría valer la actitud del mencionado Tony Blair, primer ministro laborista (Partido del trabajo) que vino con su guerra de Irak y para apenas suavizar la dura reforma neoliberal que habia impuesto la Sra. Thatcher. Otro tanto se puede decir del caso de Portugal, donde la derecha ha venido gobernando a través de un partido autotitulado socialdemócrata. En el fondo puede ocurrir como aquí que de socialista se evoluciona hacia social-liberal para que en cualquier caso nos gobiernen los mercados que vienen muy bien representados por los señores de Guindos (PP), Jordi Sevilla (PSOE) o Garicano (C´s).
De lo que si estoy convencido, supongo que con bastantes amables lectores, es de no fiarnos de las apariencias. De lo que somos o dejamos de ser, aparte de lo dicho sin alharacas, deben hablar más los actos que conocen bien quienes con nosotros han venido conviviendo. Estas personas saben, además de nuestros defectos, nuestra manera de encarar la relación social. En cuanto al trabajo (docente en mi caso), puedo decir que lo ejercí con suficiente esfuerzo, responsabilidad, e intentos de mejora. Sobra cierto “buenismo” con dudosa ironía para insinuar desentendimiento de la realidad arbitrariamente supuesto. Tanto en la familia, desde mi infancia trabajosa, como en otros ambientes se me inculcó que fuera una persona consciente, respetuosa y solidaria.
Hablando de bondad y otras cualidades sin retranca, siempre vuelvo a Machado. Él lo expresaba sin etiquetas y así: “por muchas virtudes que puedan adornar a la persona, ninguna superior a la de ser mujer/hombre. En eso, pese a mis reiterados fallos, persevero.
La tozudez de los hechos y de las acciones avalan a las personas. «Hechos son amores y no buenas razones», dice nuestro sabio refranero. Hoy es muy común según en que ambientes, sacar pecho de lo que se es o se ha sido. » Dime de que presumes y te diré de que careces», de nuevo el refranero.
Debe ser un mérito o desmérito reconocido, el que las personas evolucionen( como la vida misma). Si es para ser mas justas y solidarias, bien, y si es para ser mas egoístas, muy mal. Sre. Martínez por su trayectoria y reconocimiento se encuentra entre las primeras y además hay que ser muy valiente para cortar, con aquello que no cubre nuestros deseos y expectativas de justicia social. Ya podía cundir el ejemplo.