Cuando una pareja empieza su trayectoria, unas veces conscientemente y otras sin ser demasiado consciente, se establece entre ambos miembros un acuerdo de convivencia. Hay ocasiones en que la pareja habla, presupone, establece y las dos partes tienen claro en que va a consistir esta nueva aventura que arranca entre ambos. Pero son frecuentes las historias en que no se establece ese acuerdo de convivencia y la aventura empieza sin que ninguna de las partes tenga claro que parcela, responsabilidades, papeles, roles va a desempeñar. Esto es un error heredado de la sociedad de la que venimos en que solo existía un modelo de pareja, la formada por un hombre y una mujer heterosexuales y en las que además el papel de cada una de las partes estaba muy bien definido por el machismo en el que estábamos instalados. Cuando la mujer era la responsable de la vida doméstica y el hombre el responsable de la vida pública, social o laboral. La sociedad ha cambiado y es necesario establecer desde el principio el acuerdo de convivencia que antes no era necesario.
Imaginemos por un momento que tenemos pensado cambiar de trabajo o que estamos en un proceso de búsqueda activa de este. Una empresa se interesa por nuestros servicios. Normalmente utilizamos la entrevista que nos hace el responsable para, además de ofrecer nuestras habilidades y capacidades, saber en qué van a consistir nuestras obligaciones laborales, con quienes vamos a desempeñar nuestra labor, el tiempo y el espacio donde las desarrollaremos, la remuneración económica que vamos a recibir. Procuramos leer muy bien todo el contrato asegurándonos que no tiene letra pequeña. Algo parecido debería ser obligatorio antes de formar una pareja o de comenzar una convivencia por amor. Parece que el amor basta y que si quieres a alguien tienes que cometer errores que no cometerías jamás en otras situaciones de tu vida.
Cuando quiero a alguien y quiero compartir mi vida con esa persona no tengo que dejar de ser yo, no tengo que olvidar lo que me hace feliz, no debo renunciar a expresar mis necesidades. Es fácil comprobar en consulta los problemas que acarrea dentro de las parejas de todo tipo el no haber establecido ese contrato de convivencia desde el principio adaptado a las características de cada pareja en particular. A veces por miedo y otras por presunciones heredadas nos olvidamos de establecer estos acuerdos y de inmediato comienzan los conflictos. La vida domestica desde el principio debe recaer en ambos miembros y debe ser asumida por ambas partes. Vendría muy bien disponer entre las plantillas de Word modelos estándar de contratos de convivencia por amor adaptables. Cada pareja debería obligatoriamente firmar ese contrato antes de comenzar la convivencia. Nos ahorraríamos muchos conflictos y por supuesto muchos disgustos y malos rollos innecesarios. Cuando las parejas con problemas son capaces de sentarse y firmar ese acuerdo de convivencia todo empieza a fluir y a colocarse cada cosa en su sitio. Siempre digo que cuando uno o una se embarca en una aventura con otra persona es para estar mejor que en solitario, sino mejor quedarnos como estamos.
Si eres de esas personas, que se está planteando cambiar su cepillo de dientes de sitio, no olvides en tu mudanza el acuerdo de convivencia indispensable para que la aventura comience con buen pie. Firma el contrato asegurándote de que no tiene letra pequeña oculta, que queda claro el papel y el compromiso de cada una de las partes y feliz aventura.
Me ha encantado y además estoy de acuerdo. me alegro de verte, Carmela.
Gracias Mercedes y feliz verano a los y las lectores y lectoras de este periódico y como no a todos y todas las que participamos de alguna forma. Gracias Jordi por permitírnoslo.
¡Jolín Carmela, que pedazo de reflexión! Enhorabuena y saludotes muy cordiales.