Las reflexiones que aquí se exponen ahora por quien formó parte del equipo fundador de aquel PROYECTO ARRAYANES, desde 1991 hasta el año 2005,  quieren reflejar con un claro sentido crítico y, a la vez, constructivo, qué ha significado para Linares y su comarca un proyecto así,  tras 25 años de su aparición.

Aquel 12 de abril de 1991 se hacía la presentación pública de una propuesta sobre Patrimonio Industrial que se llamaba “Proyecto Arrayanes” cuyo fin primordial, en principio, era sensibilizar a la población para la recuperación y valorización de un patrimonio histórico que venía siendo olvidado: aquel derivado de las actividades económicas que habían encaminado a Linares y  su comarca a despuntar en el panorama industrial andaluz, nacional e, inclusive, en determinados momentos históricos, también a nivel internacional.

Ante una escasa decena de asistentes, entre los que se contaban algunos representantes de los medios de comunicación, se presentaba en la Casa de la Cultura el Avance de “Arrayanes: un proyecto de recuperación del patrimonio arqueológico minero industrial”.  Fue una presentación que sorprendió por la osadía de “aquellos locos”…-se comentaba, tiempo después, en círculos determinados-… que se atrevían a emprender una tarea así. “Parece un proyecto utópico…”  se leía también, con posterioridad,  en las reflexiones de algún medio escrito provincial.

Nuestra intención era iniciar un proceso para consolidar lo  que considerábamos  una parte importante de  nuestra memoria histórica, de nuestras “señas de identidad”. Se pretendía  despertar la atención pública sobre el deterioro y el olvido que venía padeciendo este patrimonio y captar su interés histórico y cultural para iniciar una serie de actuaciones básicas relacionadas en ese Avance del proyecto que se presentaba.

La iniciativa no era algo única y exclusiva, pues, ya conocíamos algunas experiencias que se estaban llevando a cabo en España, aunque la sensibilización por esta temática patrimonial no había calado, tampoco, en la mayoría de la población española. Cataluña, Asturias y País Vasco sí contaban con iniciativas así desde hacía pocos años. En Andalucía, sólo en la zona de Riotinto se estudiaba plantear una gran intervención con el patrimonio minero. En Málaga y Granada empezaban grupos de estudio sobre patrimonio industrial. Y poco más se movía en Andalucía. Fuera de España la situación era muy diferente. Se llevaban muchos años trabajando con esta tipología de patrimonio en Reino Unido, Alemania, Australia, Estados Unidos, Francia, Italia, etc. y las experiencias desarrolladas distaban mucho de las llevadas a cabo en España, contando algunas de ellas con una notable influencia internacional como ocurría con Ironbridge (Gran Bretaña) desde la década de los 60.

De esta manera, nos vimos inmersos en medio del  panorama de ese  movimiento surgido en España y fuera de ella para la recuperación de un patrimonio industrial y de las experiencias pioneras que se llevaban a cabo con el mismo. Y apostamos por establecer contacto con algunas de ellas para conocer de primera mano el desarrollo de sus experiencias y aprender de las distintas  realidades  en que se practicaban.

Por entonces, nuestra preocupación central era conocer la diversidad local y comarcal de ese patrimonio industrial y poder difundir así sus potencialidades. La minería, tanto histórica como reciente; el proceso de litografiado en la fábrica de “Las Latas”; las fundiciones de hierro en Linares, sobre todo la última de La Constancia, el proceso de impresión en las numerosas Imprentas que existieron en Linares y la construcción de maquinaria agrícola y de automóviles en Santana, sobre todo,  eran temas centrales para abordar en ese amplio campo del Patrimonio industrial.

Pero, intuíamos que la minería poseía un atractivo especial para la población y en su conocimiento y la divulgación de sus valores fijamos el máximo interés desde el principio. De hecho, entre nuestras primeras aportaciones contamos  la colaboración en aquel curso que organizó la UNED en 1991 “Pasado, presente y futuro de la minería andaluza” y que fue un auténtico impulso al proyecto Arrayanes. Allí se llevaron a debate las experiencias que, en materia de patrimonio industrial, se habían iniciado en Cataluña y Asturias –invitados al curso- y se analizaron las posibilidades de aplicación al distrito Linares La Carolina. En este foro, expertos como Eusebi Casanelles, director del Museo de la Ciencia y la Técnica de Cataluña, llegaba a decir que la clave inicial de toda nuestra experiencia estaba en poner en funcionamiento el tren turístico a las minas y que esa actuación arrastraría de otras muchas que vendrían tras ella. Pasado el tiempo, la realidad no ha sido esa…aunque hubo su posibilidad en 1998 cuando la Delegación provincial de Turismo destinó un presupuesto para comenzar con aquella iniciativa…y que nuestra Corporación municipal no solicitó. Afortunadamente, al menos, ese tramo ferroviario no desapareció y  nos quedó la Vía Verde.

La aprobación en 1992 por el  Pleno Municipal  de un proyecto para Escuelas Taller en Linares va a significar disponer en la ciudad de una plataforma de lanzadera para actuaciones directas de consolidación, rehabilitación y reutilización del patrimonio. El tiempo ha dado parte de razón y fruto de aquellas intervenciones nos quedan reliquias patrimoniales que de otra manera no sabemos qué hubiera pasado con ellas: desde  La Estación de Madrid y su andén roblonado, así como la nave del muelle de carga –a pesar de los elementos que desaparecieron como la grúa de carga exterior del muelle-, hasta las casillas de Renfe de final del Paseo de Linarejos rehabilitadas recientemente, pasando por numerosas actuaciones que no vamos a referir al no ser motivo del presente análisis.

Desde el principio realizamos numerosas visitas a los vestigios existentes difundiendo sus potencialidades y sus posibles reutilizaciones. Se comenzó una campaña informativa a la opinión pública con artículos de opinión en diversidad de medios de difusión,  participación en centros educativos con charlas y proyecciones de acercamiento al patrimonio industrial desconocido de nuestra comarca, se realizaron varios montajes de exposiciones, así como,  numerosas aportaciones en Jornadas, Cursos y Congresos especializados. De igual manera, se llevaron a cabo numerosas sugerencias a las administraciones, tanto local como provincial, incluso autonómica, con la intención de despertar su interés y que procedieran a iniciar procesos de protección legal de estos testimonios. Desde 1994, también, se mantuvieron colaboraciones en diferentes gestiones con compañías mineras (Adaro, La Cruz, Almadén-Arrayanes, etc.) para solicitarles documentación de sus archivos y conformar el inicio de un Centro Documental. Y un largo etcétera de actuaciones.

Pero, la verdad  es que nunca fue fácil y algunos restos importantes  y proposiciones de gran valor se quedaron en el camino. Es el caso de la fundición  La Constancia. A pesar de la campaña contra su demolición y las propuestas de reutilización que se ofertaron al Ayuntamiento de la ciudad entre 1992 y 1993. Finalmente cayó  y sólo, al menos, nos dejaron el edificio de las oficinas y el depósito de aguas como símbolos de su caída. O la propuesta de ferrocarril a las minas  ya mencionada…O la desaparición de escombreras de granito, como la de Pozo Ancho que dejaron al descubierto los restos mineros que el tiempo va mermando ante  faltas de consolidación. Pero, también, es importante dejar patente, en este sentido, que  no se cedió, por el contrario y  afortunadamente, en las numerosas especulaciones sobre los terrenos de la Estación de Madrid que, finalmente, se adquirieron por el Consistorio a fines de 1992. Y podríamos seguir…

A pesar de todo, se estaba consiguiendo crear una conciencia paulatina entre la población sobre la importancia de valorar y proteger este patrimonio, sobre todo, el patrimonio minero. Se empezaba a encauzar ese interés por lo histórico como un recurso para el desarrollo local y comarcal. Y fruto de ello, con la base de todo el trabajo anterior llevado a cabo,  en 1999  se crea una nueva asociación que impulsará definitivamente esta tendencia positiva: fue la asociación COLECTIVO PROYECTO ARRAYANES.

Con la creación del Colectivo Proyecto  Arrayanes se iniciaba una nueva etapa  en la que, como se apuntaba en el informe de presentación en enero de 1999  “…no estábamos dispuestos a ignorar todo lo conseguido, sino a consolidar, restaurar, rehabilitar y reutilizar…”. Y pronto se empezarían a ver resultados.

Las propuestas que se hacían desde la nueva  asociación sobre la protección legal de numerosos de los restos que se habían venido inventariando  tuvieron como resultado la respuesta desde la Dirección General de Bienes Culturales en las Resoluciones 3 de diciembre de 2003 y 16 de octubre de 2006 sobre la protección de numerosos restos en el Catálogo General de Patrimonio Histórico Andaluz. Sólo era una figura legal de Genérica Colectiva, pero nuestra intención era seguir presentando nuevas propuestas –que no llegaron a plasmarse realmente- para ampliar esa protección a determinados restos muy significativos y conseguir lo que empezábamos a definir como Ecomuseo Comarcal.

 En este sentido, es lamentable que la Documentación, para incrementar el nivel de protección legal,  presentada por un grupo de ciudadanos a título personal en 2008 sobre la propuesta de “Lugar de Interés Etnológico” para la Mina de San Miguel (Pozo San Vicente y su entorno) fuera rechazada, según se nos explicaba desde la propia Delegación Provincial de Cultura, por falta de unas consideraciones -por cierto, muy cuestionables-  que decían  no se contemplaban  en esa documentación  de estudio y por ello, posiblemente, o quien sabe, siga olvidada en los cajones de algún despacho de esa Delegación provincial. Sí se apresuraron, por el contrario, en la declaración de Lugar de Interés Industrial para las minas “Los Lores” en julio de 2012. Seguramente estaban mejor “apadrinadas”…

Fue muy importante para nuestra apertura al exterior, la participación en proyectos con iniciativas europeas como MINET (itinerarios europeos por el patrimonio minero), de 1999 a 2000, o en  Europamines (turismo europeo sobre patrimonio minero), de 2004 a 2005. Nos permitieron ser conocidos en Europa y participar de las propuestas que, desde otros países se llevaban a cabo en materia de difusión y protección internacional del patrimonio minero. Tal fue el caso de la  declaración como Patrimonio de la Humanidad de la zona de Cornualles en 2006 con un gran bagaje de actuaciones complementarias que les permitió tal nombramiento y que siempre quedaron impresionados con la cantidad y calidad de nuestros restos de tipo cornish (hasta el punto de definirlos como “El secreto mejor guardado de Europa”).

A nivel andaluz, nuestra participación fue crucial para definir una asociación que defendiera un patrimonio industrial poco valorado en la comunidad por su escasa presencia, al menos así se pensaba. La Asociación para la Defensa y Estudio del Patrimonio Tecnológico Andaluz (ADEPTA) tuvo su origen y fundación en Linares en 1992, pero no llegó a consolidarse, ni tuvo continuidad, si exceptuamos algunas reuniones  para definir actuaciones que nunca llegaron a más. Un nuevo intento de acercamientos provinciales se tuvo con  aquellas sesiones sobre el Foro Andaluz  por la Arquitectura Industrial en distintas provincias andaluzas durante 2004 y 2005 con la Cultura del Trabajo como fondo de estudio.  Recientemente, la iniciativa “Fabricando el Sur” intenta retomar desde Sevilla aquellos pasos de una iniciativa andaluza, pero tampoco hay novedades significativas que nos hagan pensar en un movimiento andaluz unificado por la defensa del patrimonio industrial.

Para nuestra ciudad y su comarca fue un gran acierto –aunque con “parto tardío y difícil”- la creación del Centro de Interpretación del Paisaje Minero en la antigua Estación de Madrid, cuyo origen se remontaba a la aprobación en Pleno municipal de septiembre de 1998, hasta su apertura en abril de 2007. Queda pendiente, aún, como se aprobó en aquel Pleno, la creación de un Centro Documental que aglutinara y ordenara toda aquella documentación minera recopilada y la  información que se demandó a diversas compañías mineras para favorecer la investigación sobre nuestro territorio. Nunca se ha vuelto a hablar más de este Centro Documental, ni se sabe qué ocurrió con la documentación recibida desde las compañías mineras. Además, tampoco  se viene cuidando la imagen que este Centro del Paisaje Minero viene ofreciendo al visitante, una imagen de cierto descuido y dejadez. No se pueden montar otras exposiciones en la sala que oculten los paneles expositivos propios del Centro, así como tampoco  se pueden añadir materiales a las mismas sin más sentido que tener “más cosas ”. Todos son detalles que deben cuidarse…y sobre todo debe reflejar un dinamismo en los contenidos que se exponen en las diferentes salas.

También, a nivel local y comarcal,  han existido otras actuaciones de gran interés. Si ha habido algo que ha calado y bien en la población,   ha sido diseñar unos itinerarios, unos senderos por el distrito minero que van permitiendo que la ciudadanía haga suyo el patrimonio.

Pero, ¡cuidado!, no sigamos insistiendo más en los senderos  porque “moriremos de éxito”.  No basta sólo con carteles avisando de los peligros… ¡Hay que solucionar esos peligros! Y en algunos se está haciendo. Pero, de igual manera que se interviene en pozos y socavones,  hay que consolidar restos, restaurarlos, en definitiva, conservarlos bien. De poco o bien poco sirve diseñar  propuestas “estrella” como una Mina Visitable –dicho sea de paso que está llegando  tarde- cuando absorbe todo un gran presupuesto que bien repartido facilitaría  consolidaciones e intervenciones de conservación  y de otro tipo en aquel patrimonio más emblemático, haciéndolo perdurable en el tiempo y a sabiendas de que hay mucho que conservar.

Durante estos últimos años,  la  insistencia en ser declarada Zona Patrimonial, la propuesta de Parque Cultural, la inclusión  reciente en una lista de Paisaje de Interés Cultural de Andalucía –por cierto, de no se sabe qué zona  porque no lo especifica con claridad el Registro-,  la designación de Linares como sede del XI Congreso Internacional de Historia de la Minería para promocionar nuestro patrimonio industrial –que no está mal pero pensamos ya es suficientemente conocido en Europa-…son decisiones faltas de medidas prioritarias y complementarias para  un patrimonio con valores enormes que se van esquilmando.

Nuestros testimonios necesitan, antes de nada,  actuaciones de consolidación y restauración que no se proponen –y el tiempo puede jugarnos una mala pasada destruyendo vestigios emblemáticos  cada día en peores  condiciones de conservación-. Nuestros restos materiales necesitan el apoyo de otros valores “inmateriales” que sólo la población guarda en su memoria y cada día que pasa es tarde; nos referimos a una labor sistemática de recopilación de Historia Oral y  no sólo el simple recorrido por sus  inmediaciones pregonando valores que el tiempo va mermando y/o distorsionando hasta hacerlos desaparecer si no los cuidamos de otra forma.

El patrimonio que ahora cuidamos, lo hacemos no sólo porque sea nuestro en este momento histórico que nos ha tocado vivir, sino, además, porque  pertenece también,  a las generaciones venideras que podrán  valorar lo que hicimos o no para cuidar de nuestras mejores señas de identidad.

Desde hace demasiado tiempo se viene  hablando de Declaración de Patrimonio de la Humanidad. ¿Patrimonio de la Humanidad …? Pues claro que sí, quién lo duda. Pero … ¿estamos sentando las bases reales para que a los pocos años  de ser nombrados  no se nos retire la titularidad  por falta de sensibilidad en el cuidado  del mismo…?  ¿Tenemos un equilibrio en los requisitos que nos piden para ser merecedores de tal distinción…?

Ya para terminar, a modo de ejemplo, he observado, y cualquiera puede comprobarlo,  cómo la mina San Miguel  y su entorno –un emblema  para la minería de la comarca-  se deteriora a pasos agigantados y no se hace nada, excepto en los brocales de algún pozo cercano… Ni siquiera una mínima intervención de seguridad en sus testimonios adyacentes, en esas edificaciones auxiliares que  completan el entorno, o de consolidación en la propia cabria de mampostería, o en esas casas cornish a punto de venirse abajo, o de limitación de acceso a  vehículos a motor que  “sangran” todo lugar accesible desde las escombreras de finos donde se recupera un medio natural degradado,   hasta el propio pozo de San Vicente, donde otros cambian el aceite a los coches, etc. Tan sólo importa este lugar cuando se  alzan campañas como aquella de “Noches de leyenda para un pozo de leyenda” y se afanan en limpiar de “escombros” el lugar y que no son sino restos caídos de las edificaciones derruidas o se poda la vegetación que ha servido de nicho ecológico a la fauna del  lugar y se destruye la flora que se atreve a crecer entre las tolvas escondidas y que son necesarias despejarlas para el visitante … ¿Esa es la mejor manera de proteger nuestro patrimonio más singular…?

¡Lo siento pero eso no es conservar nuestro patrimonio más significativo! Más bien, son acciones de cara a “titulares de prensa”.  Nos hace falta más debate público sobre lo que significa conservar el patrimonio desde un punto de vista global. Nos dejamos llevar por sensacionalismos y nos olvidamos de un sentido crítico que ayude a mejorar verdaderamente nuestro patrimonio. Se ha conseguido mucho, sí  y que nadie piense que no ha merecido la pena, pero no podemos dejarlo escapar  con decisiones a la ligera… ¿Por qué no parar un momento y pensar qué es lo mejor que se tiene que decidir después….?

Linares 12 abril 2016, un día como éste, pero de 1991 empezó la aventura.