“No era más que un perro parecido a cien mil otros. Pero yo le convertí en mi amigo y ahora es único en el mundo”.”Te vuelves responsable para siempre de lo que has domesticado. Eres responsable de tu perro…”

Estas son palabras referidas a un zorro en el Principito, pero yo se las dedico todos los días a mi perro, Zizzou, al que amo, con quien he creado lazos, con el que vivo una mutua y continua relación de amor que no defrauda nunca y a quien no voy a defraudar. A veces en nuestras  relaciones “personales” de amor y amistad, y me molesta tener que hacer esta diferencia para que se me entienda, deberíamos pensar en las que tenemos con los animales que nos acompañan. Mi Zizzou, nombre ahora muy reconocible, elige estar siempre cerca, ahora tumbado en el suelo a mis pies mientras escribo, él conoce mis costumbres, me acompaña, no protesta, soy su felicidad y su tranquilidad. Hay cosas, muchas, que puedo hacer por él para recompensarle por su fidelidad, aparte de nuestros momentos de independencia, que nos respetamos. Nosotros lo hacemos, existe una compensación mutua, la que sea, haga frío o calor, sea al amanecer o al anochecer, mi casa es su casa, mi comodidad es la suya, su enfermedad es la mía, mi cuidado es el suyo. Ahora se ha ido un rato, sus razones tendrá. En “Platero y yo”, Juan Ramón se refería a Platero diciendo: “Vamos juntos y él me lleva dónde yo quiero”. Enseña generosidad. No he visto nada parecido. Es lo único que no acaba, lo único que es eterno dentro de nuestra eternidad.

Escuché una vez que tener un animal con nosotros, primero es una mascota, al poco es una obligación. No pasa mucho tiempo en el que lo sentimos familia, un animal que nos acompaña es familia, una familia de amor genuino. Mi perro no tiene mi sangre y es mi familia, como tantos que siento cerca de mi corazón, la tengan o no. La sangre para el sentimiento no es ese líquido espeso  que nos circula, pero sí es lo que da vida a ese corazón que la mantiene viva. Yo no podría escribir cosas más bellas que las que me sugiere mi perro, porque él es quien me invade en esa forma de sentir.  Nunca me reprocha mi forma de amar. Habría quien dijera que no le trate como a mi perro… pero ¡ay si alguien me inspirara o le inspirara lo que siento por él…! Yo he hecho cosas que no he hecho por nadie, mi perro me lo pide en silencio, hay que aprender a pedir lo que necesitamos para saber si se nos daría. Y sería la prueba. Los perros enseñan a amar, a cómo se ama. Yo le comprendo.

Quiero en este día hablar de Arco Natura de nuestra ciudad. A Zizzou lo adopté de Arco Natura y está registrado conmigo, no tengo otro libro de familia, sólo ese, el de mi Zizou y yo. Lo vi no más grande que un puño hace 10 años y siempre lo que más recuerdo es su mirada, desde aquel momento. Y es la misma, no la ha cambiado, me miró a mí y nunca ha dejado de hacerlo. Ahora que ya ve poco, mi mirada es la suya. Mi dolor es inmenso pero nos entendemos perfectamente, él sigue haciéndolo posible.

Con todo ello creo que todos deberíamos experimentar lo que es un perro, o un animal al que queramos, para quien lo acoge y lo convierte en único. Arco Natura necesita ayuda para dotar de un hogar a sus animales protegidos y nosotros necesitamos un animal de los suyos para dar calidad y calor a nuestras vidas, es la pura verdad y lo digo sabiendo que no me equivoco. Hay gente que la incomodidad que suponen les es una excusa para no acogerlos, pero es que esa incomodidad u obligación desaparece cuando lo sientes familia, ya es igual lo que necesite y dónde no le reciben a él, no nos reciben a nosotros. Y si se le educa bien es uno más, es uno imprescindible.

Es muy simple pero muy profundo. No importa lo que pensemos, la mirada es siempre la misma. Espera a ver qué le dices y todo le va bien. Se habla mucho de que el amor debe respetar espacios y silencios y los perros lo hacen y yo lo hago. Luego, en su momento, en el momento íntimo en que somos nosotros mismos, en el nuestro, sólo queremos estar juntos. Sabemos que en ese momento somos los dos. Esa es la fidelidad que conoce, que da y que espera. Así es feliz. Es decir continuamente. “Hoy voy a hacerte feliz”. Y es muy gratificante que nos hagan felices.