Yo no sé si en estos momentos se va a querer entender algo o nada de lo que diga, la historia, si ya en sí está manipulada, es que ya no la vamos a reconocer, ya no vamos a saber ni quiénes somos, ni de dónde venimos y, ya de adónde vamos, ni te cuento.

Yo aprendí una vez, grabado a sangre y fuego, que “no podemos mirar el ayer con los ojos de hoy”, hoy es hoy y haremos lo que queramos hacer, de una manera acertada o equivocada, precisamente la perspectiva de la historia es la que nos lo dice, o al menos a algunos. Y del mismo modo, en el ayer hicimos lo que quisimos o pudimos y estábamos conformes con ello, o al menos lo afrontamos, y luego se concluyó con lo que se concluyó. Son hechos que no se pueden cambiar, no digo que los aceptemos o no, son hechos, ganamos o perdimos según nuestra idea o idealismo, pero son hechos.

Me refiero a que ahora nos quieren cambiar la historia y sólo voy a aducir dos ejemplos, entre muchos: la  visibilización en Valencia de tres magas, lógicamente, como lo hacían en la Segunda República, que se llaman Libertad, Igualdad y Fraternidad, así, sin educar ni preparar ni nada. Y también la protesta por la celebración de la Toma de Granada por los Reyes Católicos en 1.492 y la expulsión de los musulmanes porque perdieron… “¡Y sucedió en Granada, en mi Granada!”

Si nos fijamos bien son dos hechos de diferente origen, pero parece ser que uno, ahora, es más aceptado que otro. O sea que todos debemos ser republicanos, ateos, contrarios a la unidad de un país y musulmanes, ahora que están tan bonicos… como si no serlo fuera antiguo, malo y carente de cultura democrática. Para eso me voy a los griegos, o a los romanos de quienes hemos heredado la corrupción. Yo no reniego de nada de mi historia, tendré como todos, mezcla de culturas y de sangre, seré descendiente de musulmanes, castellanos y judíos y me parece muy bien, pero en mí no es una mezcla sectaria y el haber crecido en una cultura occidental, cristiana y democrática me hace ser española, europea, dialogante y sí, seguramente, clasista, pero si tengo que elegir con esto me quedo. Acepto incluso que España es diferente y que lo que pasa aquí no pasa en ningún sitio, pero somos así para todo, no me voy a cambiar de país por eso.  Así que dialogaría con aquellos musulmanes del siglo XV, les agradecería su huella, que fue suya, pero no sería cuestión de pedirles perdón, las cosas están así porque Boabdil lloró “como mujer lo que no supo defender como hombre”. Y mira que me repatean los símiles machistas, pero… perdió. Y de nuevo se dio el giro para completar más el crisol de nuestra cultura. Variada, plural. Bueno. Bien.

Y por otra parte que sí, que reivindiquemos a Mariana Pineda y que los gibraltareños nos pidan perdón por haberse quedado con el peñón y casi con Menorca. Pero ahí perdimos nosotros. Y que traigamos a todos los que estuvieron en la reconquista y que todos con todos hagamos un acto de perdones y disculpas mutuas hasta el infinito. Eso parece ser “lo importante” ahora y lo siento pero no, porque al final no sabría ni dónde estoy y suelo ser bastante respetuosa y libre para elegir. Y no necesito que nadie me pida perdón, ni yo lo pido. Hay lo que hay y es inamovible.

Sé que cada cual tiene su opinión pero no creo que se trate de pelearnos por lo que es un derecho individual, que no se  impone. Yo a lo que voy  es a una libertad dentro de la comprensión, que trasciende e intenta entender que la historia es muy global, que no hay que destruir el patrimonio que hemos heredado de nosotros mismos, que hay que confraternizar y organizar la convivencia en lo fundamental, lo demás cada cual que tenga su privacidad. Ahora Podemos pide el referéndum en Cataluña como primordial y lo demás, el estado de bienestar, la educación, la sanidad ya se verá después, o sea que lo primero es antes. Me parece tensionar, me parece cogerlo todo con pinzas y esperar paridas puntuales y la casa sin barrer, como se dice.

Sé que muchos no comprenderán y que criticarán mis opciones, pero yo sí te comprendo a ti que vas a hacerlo. Lo comprendo demasiado bien y en lo único que me permito juzgar es en la cultura. Hace mucho decíamos los jóvenes como chascarrillo cada vez que no sabíamos explicar o entender algo: “El problema de España es un problema de cultura”. Sigue siendo así, la cultura no es haber estudiado  lo más de lo más. La cultura es crecer y cultivar, avanzar, haber aprendido. Pero parece ser que ya no permanecemos horas y horas contemplando el cielo a ver si llueve o no, si fructificará lo que hayamos sembrado o no, si perseguimos la sabiduría que es buscar puntos de encuentro puesto que nadie tiene toda la razón en nada. Y todo en medio de un silencio pacífico e inteligente. Respetuoso. Comprensivo y equilibrado. Eso es acumular cultura. Y ahí lo dejo.