Corren malos tiempos para encontrar un empleo digno, la oferta es cada vez menor, a pesar de las informaciones que nos transmiten los medios de comunicación al servicio de los poderosos. Al tiempo, la competencia es enorme, a más desempleados, más candidatos a un trabajo, casi siempre de carácter precario, claro. En momentos así, si tuviera la suerte de aspirar a un empleo y poder someterse a una entrevista, le vendría bien conocer algunas cuestiones científicas sobre Lenguaje Corporal que, según ya afirmó Darwin, expresa las emociones del ser humano.
La mayoría de las personas no caemos en la cuenta de que el impacto que un mensaje tiene en su oyente, según Albert Mehrabian, es del 7% en su componente Verbal (las palabras), del 38% en su componente Vocal (tono de voz, inflexión y otros sonidos) y del 55% en su componente No Verbal. Además, el Lenguaje Corporal puede apoyar o puede contradecir lo que decimos con las palabras: Rara vez somos conscientes de que nuestras posturas, movimientos y gestos pueden estar contando una cosa, mientras nuestras palabras y nuestra voz cuentan otra. Tenga en cuenta que, en general, basta con los primeros cuatro minutos con una persona a la que acabamos de conocer para formarnos entre el 60% y el 80% de nuestra opinión sobre ella, de ahí la importancia de la primera impresión en una entrevista de trabajo, de lo que decimos y de lo que hacemos con el cuerpo. Los elementos de la expresión (gestos, posturas, movimientos, palabras, tono de voz e inflexión) son captados por el entrevistador de forma global, agrupada, no de manera individual o aislada, por eso deben ser todos coherentes si quiere pasar la prueba. Por eso, no mienta al entrevistador, intente no tener contradicciones entre lo que dice verbalmente y lo que su lenguaje corporal informa.
Piense que las posturas corporales CERRADAS indican introversión, defensa, miedo, ocultación de información, misterio, etc. y que las posturas corporales ABIERTAS indican extroversión, sinceridad, nada que ocultar y, a veces, agresión. Rascarse la cabeza puede indicar incertidumbre, duda acerca de lo que dice, o que tiene caspa, claro, aspecto que tampoco agradará al entrevistador. Cruzar los brazos es gesto de estar a la defensiva. Procure no tocarse la nariz ni la cara, ni rascarse la cabeza, durante la entrevista, suele ser síntoma de que miente o no está convencido de lo que dice. Si es mujer, no haga demasiados alardes de su feminidad (no se toque el pelo, no coquetee con la mirada, etc.), parece ser que esto resta interés por lo que dice y le da menos credibilidad a sus palabras.
Tenga también en cuenta que las manos son un libro abierto, cuando ocultamos algo, las escondemos (en los bolsillos, atrás, cerrándolas…), cuando somos sinceros solemos mostrar las palmas de las manos abiertas o cuando rechazamos a alguien o no estamos de acuerdo con lo que dice, nos cruzamos de brazos y cruzamos las piernas. Las palmas de las manos hacia arriba indican sumisión, libre de amenazas, pedir, que la persona va desarmada (física o emocionalmente), hacia abajo indican autoridad inmediata y cerrada y apuntando con un dedo, que la persona que habla “golpea” a los oyentes como signo de sumisión.
Emplee la mirada con inteligencia y sinceridad. Si desvía la mirada hacia un lado, probablemente esté mintiendo o, al menos, inseguro de lo que está diciendo. Mire de frente, pero sin intimidar, asienta con la mirada cuando el entrevistador le esté sugiriendo alguna cosa y responda mirándole con un tono de complicidad, no desafiante.
Por último, y por supuesto, no se olvide de prepararse el tema de la entrevista del trabajo al que aspira, porque si no lo hace, por muchos conocimientos que tenga sobre lenguaje corporal y comunicación de emociones, de nada le servirán.