En este día de Navidad, que quizá no por casualidad me toca saludaros, vamos a ir por partes. Ya estarán felicitadas todas las personas cercanas en el corazón, pero no tanto aquellas con las que nos encontramos todos los días, que nos facilitan la vida, que nos atienden, que nos cuidan, que nos sirven… desde el colectivo. Un colectivo silencioso y generoso dedicado a que el engranaje de la convivencia, individual o no, discurra por caminos, que nosotros/as, como individuos/as, no tenemos la capacidad de solucionar. Me refiero al personal de la sanidad, de la educación, de los servicios, a la policía, los bomberos, los barrenderos, los carteros, todos aquellos y aquellas que cuando nos levantamos, y aún sin levantarnos, ya nos tienen preparados los días… Y por si se me ha olvidado de alguien, en general, a toda la función  pública yo les agradezco su servicio y les deseo una feliz Navidad y entrada del nuevo año 2016.

Por inconsciencia solemos minimizar su labor e incluso criticar en demasía, parece que lo que nos molesta es su trabajo fijo y su sueldo del Estado, hay mucho componente de “envidia”, no sé si sana, en nuestras apreciaciones de protagonismo irreflexivo. Las personas como tal, pueden ser de muchas maneras, pero como colectivo, como “cuerpo”, no hay ningún pero que ponerles. Muchas veces podemos decir que tal servicio no funciona del todo bien, pero  eso es cuestión de personas, a quienes los y las responsables tendrían que vigilar, ahí está el verdadero funcionamiento, pero no como grupo, y sepamos discernir. El funcionariado tiene muy arraigado el servicio y lo único que le podemos exigir es la eficacia y si se adorna con amabilidad te ha resuelto la vida, porque nos ponemos en sus manos con total indefensión, ante ellos y ellas estamos en soledad, nos entregamos y entregamos lo mejor que tenemos en sus manos para que nos lo solucionen. Y parece que marchamos. En eso sí.

Cuando tenemos una enfermedad, con ellos y ellas vamos, se cierra la cortina del contacto con nuestros familiares, sólo en ellos y ellas podemos confiar, y su tacto es cálido, su trato es amable y eficaz en lo que pueden y saben. Como decía mi padre, “aunque no sepan mucho, sí saben más que nosotros” y a eso nos atenemos, nada puede hacerse por cada uno o una fuera de allí. Cuando llevamos a uno de nuestros hijos o hijas al colegio, los dejamos confiadamente, no se nos ocurre desconfiar y ahí estamos todos y todas educados, pese muchas veces a alguna familia, formados para un trabajo, preparados para seguir la cadena de servicio y somos ya nosotros los responsables, cada cual, de que se nos muera un enfermo, se nos caiga un puente o tengamos que dar más vueltas que una peonza hasta conseguir nuestro objetivo. Una persona preparada siempre tendrá más salida que quien no lo está, no seamos necios ni necias. Cuando hay un incendio tenemos las personas para sofocarlo, cuando hay una catástrofe tenemos el ejército y la UME para dejarlo lo mejor posible, cuando ponemos una denuncia todo el engranaje se pone en movimiento. Y no los oyes. Así podríamos seguir, sin que se nos olvidara nadie, por favor, y pensando, aunque sea por un momento, en el esfuerzo que a cada cual le cuesta hasta que salva una vida, hasta que se sumerge en papeles interminables o al que después de acabar el trabajo sigue pensando en lo pendiente. Su función es una disponibilidad continua. El tiempo que pierdes en lo importante es lo que le da valor. Y lo tienen.

Tenemos defectos como personas pero no como servicios públicos. En general. Por eso, por mi parte gracias y feliz año nuevo a quienes hacen posible que me encuentre limpia la calle por la mañana, a quienes me sanan, a quienes me enseñan, a quienes me cuidan, a quienes me sirven. Y que cada cual siga esa estela y sirvamos a los demás para que estén un poco más relajados. Normalmente se emite una sonrisa que dura unos segundos pero que puede ser contagiosa, amabilidad llama a amabilidad, lo demás allá cada cual con su displicencia. No os compliquéis la vida, que hoy, día de Navidad,  estéis felices. Ah! Y para todos/as, hasta el año que viene.