Vivimos en un mundo tan globalizado que la información nos llega por tantas fuentes que parece hayamos optado por renunciar a escuchar debido a la saturación que provoca en nuestro cerebro, o quizá por comodidad, por no tener que pararnos a entender a los demás, sobre todo si eso implica hacernos renunciar a ideas o creencias que considerábamos fuertemente arraigadas en nuestro manera de pensar y de ver el mundo.
En el terreno interpersonal, muchas veces hablamos con los demás y tenemos la sensación de que no nos están escuchando. Otras, somos nosotros los que no tenemos ningún interés en lo que nos dicen. Si no atendemos de verdad a lo que nos dicen los demás, nos sentimos más seguros y nos creemos en el absoluto poder de la verdad. Pero, eso no nos dota de razón, al contrario, es más un signo de debilidad, de la inseguridad de nuestros argumentos, de poca inteligencia, ya que son muchas las relaciones que se rompen por no escuchar al/a otro/a (parejas, amistades, familias, diplomáticas…)
La mayoría de la gente prefiere hablar a escuchar, puesto que la escucha activa es difícil, requiere mucha concentración y permanecer muy atento. En las personas que no saben escuchar su yo se pone en medio y sienten la necesidad de estar hablando para influir en el otro, cuando en realidad lo están ignorando, provocando su frustración y hasta rechazo. Olvidan también que confesar alguna de sus preocupaciones, para el hablante puede resultar terapéutico. A nadie nos gusta hablar y que no nos escuchen, ¿verdad?
Sólo hay una forma de escuchar productiva: intentar eliminar todas las distracciones de la mente que surgen de los propios pensamientos, sentimientos y emociones. La preocupación o la falta de interés también impiden la escucha efectiva. Esto es fundamental para los estudiantes en la escuela, instituto o universidad, por ejemplo.
En la vida diaria resulta difícil distinguir entre oír y escuchar: Oír es una actividad sensorial. Es un proceso psicológico en el que las conexiones auditivas transmiten información al cerebro (a través de los oídos). Escuchar es algo diferente. Implica un proceso de interpretación y comprensión; significa extraer un significado de lo que se ha oído. La escucha real es una combinación de dos actividades, que conllevan extraer un significado y comprender las palabras del que habla. No es sencillo, es una verdadera habilidad.
Los errores más frecuentes en la escucha son fáciles de solventar si los conocemos, y nos ayudarán a ser buenosescuchantes, al tiempo que desarrollarán nuestros conocimientos e inteligencia. Algunos ejemplos:
Hay una fuerte tentación a interrumpir a la otra persona. Es menos probable que ella te escuche atentamente (cuando tiene que escuchar) si le cortas en medio de la frase, así que mejor no interrumpir.
Solemos acabar las frases del otro, lo que es irritante y negativo; el que habla siente que no controla sus propias ideas. Es fácil además hacer una salida en falso y suponer un final equivocado. ¡Es mejor cerrar la boca y parecer tonto que abrirla y no dejar lugar a dudas! La clave está en no acabar las frases del otro.
Nos gusta hablar por encima de la otra persona, creemos que tenemos más razón así y nos equivocamos, solo contribuimos a cercenar la conversación, entonces, no hablar por encima de la otra persona es fundamental.
Solemos dar consejos, a veces sin que nos los pidan, otras antes, demasiado pronto. Quizá quién te hablaba quería decir más cosas y le has cortado y ha perdido el interés en seguir hablando contigo. No dar consejos, y si nos los piden, es mejor darlos cuando no sea demasiado pronto.
No debemos sentirnos culpables si caemos en alguno de estos errores, todos alguna vez lo hacemos, pero hay que recordar que escuchar empáticamente es la clave para fomentar las relaciones entre las personas. Cuando intuyas que alguien no está escuchándote puedes optar por decirle frases incoherentes como “subsistimos durante días tan sólo a base de carne humana”, comprobarás si te escuchan o no y, además, será divertido.
Escuchar no es no decir nada mientras el otro habla, sino extraer un sentido de lo que dice. Y eso es lo que la gente encuentra tan difícil, limitándose a creer que escuchar es sólo oír.
Sr. Ad Contrarium, realmente esclarecedor su artículo y sus sugerencias para aprender a escuchar activamente.
Si todos hiciéramos ésto y nos pusiésemos a trabajar en el arte de la escucha, el mundo iría cambiando poco a poco, casi sin darnos cuenta…y eso nos beneficiaría. Saludos y felicidades por los estrenos de sus obras teatrales.