Resulta curioso comprobar como nos gusta más elogiar y hablar de las virtudes de las personas cuando ya han muerto, ensalzando los valores que tuvieron en vida, así cómo su producción profesional o personal, mientras que, cuando vivieron no fuimos capaces de hacerlo, en el caso de poetas, escritores, músicos y demás artistas en general porque ni siquiera nos habíamos acercado entonces a su obra o, en el peor de los casos, porque ni los conocíamos, nunca habíamos oído hablar de ellos, menos de alguna de sus producciones.

Es el caso del recientemente fallecido poeta uruguayo Eduardo Galeano con más de cuarenta obras publicadas y reconocidas mundialmente, entre las que destacan para mí “El libro de los abrazos”, “Las palabras andantes” o “Espejos”; o el del escritor nacido en Polonia y de nacionalidad alemana Günter Grass, que a pesar de haber sido Premio Nobel y Premio Príncipe de Asturias, ambos de Literatura, ha sido recientemente más famoso, desde que publicara su autobiografía en 2009, por pertenecer a las SS de los nazis (tenía entonces 17 años) que por su vasta producción literaria y más ahora que ha fallecido, destacando en los telediarios más por aquél echo de su adolescencia que por obras fundamentales de la Liteartura Universal como “el tambor de hojalata” o “el rodaballo”.

Pasó hace algún tiempo con el maestro, también Uruguayo,  Mario Benedetti, de quién estoy seguro que el 80% de las personas que cuelgan citas suyas en redes sociales no conocen ni siquiera el título de una de sus novelas, libros de poemas, ensayos o discos.

Sería anecdótico, incluso divertido, si no fuera por lo patético de la situación, comprobar como se nos llenan las redes sociales, incluso la prensa escrita, de imágenes de estos autores, y de muchos otros, estos son sólo algunos ejemplos recientes, y de frases que se ponen en boca de aquéllos, muchas de las veces, por no decir todas, sin contrastar la autoría de las mismas, simplemente porque alguien, en gran medida ocioso –y conste que no tengo nada en contra del uso y participación en redes sociales- tuvo la ocurrencia de escribir una frase ingeniosa, la mayor parte de las veces hallada en Internet, casi siempre Wikipedia, adjudicándosela al muerto famoso (más porque falleció que por su genialidad en vida, repito).

Pero, esto es válido también para cualquier persona de quién pueda venderse su muerte en los medios de comunicación o pueda enaltecer un poco nuestro ego personal, como sucedió, también recientemente con el locutor de radio Juan Claudio Cifuentes “Cifu”, Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes 2014, pionero en la difusión del Jazz en nuestro país y que, después de llevar más de 40 años presentando programas radiofónicos de este género, siendo uno de los mayores especialistas nacionales en el mismo, ahora resulta que se nos hace famoso porque se nos va y se descargan a diario cientos de podcast de sus programas.

Llama de igual manera la atención el hecho de que esto que digo es válido también para la muerte, o enfermedad de extrema gravedad, de formaciones políticas y de algunos de sus dirigentes. Recuerden cuando Rubalcaba persistía y persistía en su empeño de seguir siendo el secretario general del PSOE y candidato a la Presidencia del Gobierno. Las hostias, con perdón, que le llovían hasta en la foto del Carnet de Identidad venían desde otras formaciones políticas, pero, sobre todo y más, desde dentro de la suya (ejercicio de democracia o de cainismo, según se mire) y que en la actualidad se ensalza como una figura clave para la recuperación política del PSOE (claro, lo tiene fácil viendo a su antecesor)

Y más recientemente Rosa Díez y, por mímesis, su formación UPyD. Antes de entrar en la escena partidos como Podemos o Ciudadanos, dos fuerzas políticas que, a mi juicio con acierto, ponen en peligro el bipartidismo imperante hasta ahora en nuestra democracia (PP versus PSOE-IU), atacando la desasosegante corrupción que nos invade y que, dicho sea de paso, asusta a estas formaciones por su auge y respaldo social, como digo, muy pocos medios de comunicación se habían hecho eco de la labor en las Instituciones y de las propuestas de UPyD y de las de sus líderes en contra precisamente de la corrupción y a favor de una democracia más limpia. Pero, ahora, sin embargo, tras el reciente fracaso electoral en Andalucía, tras sus notables divisiones internas y tras la salida de algunos de sus dirigentes más emblemáticos, no hay día que en prensa, radio, Televisión o Internet no aparezca Rosa Díaz, UPyD o artículos relacionados, la mayor de las veces elogiando la labor realizada “en vida”, y que hasta ahora, como dije, había sido obviada, y vaticinando su R.I.P. pues ya se les considera cadáveres políticos. Los resultados electorales son evidentes y parece que los medios en manos, en su mayoría, de los dos grandes poderes mediáticos de este país, que se identifican con PP o con PSOE, se frotan las manos, esforzándose por momificar lo antes posible el cadáver político de Rosa Díez y embalsamar al de UPyD.

Con todo, las conclusiones que extraigo, tanto en referencia a escritores y artistas como a políticos y partidos es que los medios, en su mayoría, son más falsos que Judas y que nosotros, en su mayoría, unos ignorantes egocéntricos. No obstante, si esta manera de enfocar la muerte física o política sirve para que alguien conozca a un poeta y se acerque a su obra, quizá haya valido la pena tanta mediocridad.