¡Feliz Año Nuevo! Bueno, así quería comenzar a escribiros hoy porque “no vamos a vernos” hasta el año que viene y deseo que, al menos, tengáis una feliz salida y entrada de estos dos años que se encadenan en un instante, justo cuando bajan las pesas del reloj más emblemático, el de la Puerta del Sol. En esos instantes es cuando nos despedimos del viejo que queda arrugado y falto de autoestima, y casi sin tregua empezamos a recibir con algarabía el nuevo, que está exultante, con la moral a tope. Siempre he pensado que son los momentos más desconsiderados que podemos vivir y la medida exacta de que todo empieza y termina, que a una bienvenida le sigue un adiós irremediable. Lo único que puede disculpar este instante es haber vivido esos 365 días con dignidad y poder salir por la puerta grande porque en caso contrario más vale olvidarlo. Este año que se va, pública y políticamente, ha sido desastroso aunque de alguna forma le hayamos tomado cariño, al fin y al cabo él no tiene la culpa, somos los consumidores de esos más de treinta y un millones de segundos,  y lo que hayamos hecho con ellos sólo nosotros somos los responsables. Al ver tantos segundos juntos, parece que nos cuesta aceptar que los hayamos desperdiciado ¿verdad? Bueno,  también hemos disfrutado de lo que hemos podido, así que ánimo.

  1. En principio es un número bonito. No sé cómo nos va a ir, supongo que habrá de todo y eso es lo que deberíamos metabolizar convenientemente. Estar preparados.  Parece que se atisban algunos cambios, seguros cambios, tal vez mejoremos algo aunque si es así será por inercia, no porque este gobierno haya hecho más que bajarnos a lo más profundo del pozo. Ignoro si habremos tocado fondo que es la única forma de emerger y así cualquier paso  parece el de un elefante, pero no nos engañemos, no es lo mismo avanzar desde donde estábamos que volver a recorrer el mismo trecho del que nos descolgamos. Pero bueno, ya se verá, yo de momento he consultado a los astros que a lo mejor haylos, a ver como se posicionan.

Y los astros dicen que en 2014 estuvimos muy enfadados y desesperados, y que en el 2015 empezaremos no a mejorar sino a reflexionar sobre creencias, actitudes y objetivos, porque ya es tiempo de cambiar, no de estar a la defensiva. Empezar a cambiar nos acercará antes al cambio real.  Será el año de la desconfianza, de que ya nos habremos caído del guindo, vaya, que no nos fiaremos de nadie, como si no lo supiéramos y que, consecuentemente, tendremos que abrir la mente dentro de nosotros mismos para no caer en planteamientos ya obsoletos, que no nos procuran nada mejor. Tendremos como siempre avances y retrocesos y por fin actuaremos con más madurez en lo colectivo. Es curioso como dice Saturno,  el maestro del Zodíaco, el de “la letra con sangre entra”, ya nos podemos imaginar los deberes que nos pondrá, que “serán cuestionados quienes administran el Estado y que la cuidadanía madurará y se enfrentará a lo que no la representa”. Saturno que recibe el nombre del dios romano del tiempo, es el que nos recomienda resistir, soportar y superar pruebas, que nada se nos va dar de rositas porque “si queremos algo, algo nos va a costar”. Eso dice y para nosotros ya acostumbrados a no dar un palo al agua socialmente, a permanecer viéndolas venir y a participar poco, parece ser que nos va a poner las pilas sí o sí. En fin, cosas de los astros pero que hasta cierto punto parecen lógicas para el momento en el que estamos, un momento en el que tendremos que asumir lo que somos y hacemos y… ¡a currar! Nada nos van a dar de balde.

O sea que otro año de “trabajo”, personal y social. Yo lo ignoro pero… eso dicen los astros, que hoy por hoy les creo más que lo que me digan ya saben quiénes. Seguiremos el año que viene pero de momento a disfrutar y por deseos que no quede.

¡¡¡Feliz año 2015!!!

PD/ Y si lo de feliz es algo excesivo, al menos un buen año, que vayamos a mejor.