Fue un 4 de diciembre de hace casi 40 años cuando más de 2 millones de andaluces y andaluzas salieron a la calle a reivindicar el derecho a la autonomía. Un 4 de diciembre de 1977 en el que las calles de nuestra tierra se llenaron de verde y blanco, calles y avenidas colmadas de entusiasmo y caras incrédulas que ondeaban sus banderas demostrando ser lo que fuimos.
Un día de esperanza, en el que los andaluces lideramos la Transición, quisimos hacer un ejercicio de ruptura con el antiguo Régimen y conseguir la tan ansiada soberanía. Ciudadanos de todas las edades y condiciones juntos, y en un grito unánime exigían una autonomía plena.
Desde las Juventudes Andalucistas de Linares queremos recordar este, nuestro día, como el que recuperamos la condición de pueblo soberano. Un día en el que todo lo posible se hizo para acallar al pueblo andaluz, un pueblo que hasta entonces había estado sumido en el silencio, cohibido y represaliado, un
pueblo que sufrió el holocausto que llamamos “La desbandá”, un pueblo emigrado al que le habían borrado la memoria, sus raíces. Pero ese 4 de diciembre, en toda Andalucía y en contra de los reductos del Régimen; en la Diputación Provincial de Málaga volvió a ondear la verdiblanca; ese fue el momento en el que Andalucía entera, sus pueblos, y sus gentes, recobraron la identidad, volvieron a ver lucir el verde, blanco y verde como colores de paz y la esperanza.
Una paz blanca que se tiñó de rojo esa misma tarde cuando el plomo arrebataba la vida a un joven malagueño de 18 años, Manuel José García Caparrós, que, como tantos otros, esa tarde salió a la calle a exigir que se reconociera lo que somos aunque se nos intentara callar. Reivindicaciones que aún, hoy en día, siguen presentes y sin solución.