Este tema es de crucial importancia para ayudar en la prevención de situaciones de violencia familiar y de género. Aspirar a tener relaciones sanas que nos hagan crecer como personas y que nos permitan desarrollarnos como seres independientes es la clave.
En primer lugar, en una relación sana hay mucha comunicación, en vez de dar las cosas por supuestas, se dicen y se hablan. Se establece un diálogo cargado de empatía y de respeto. Esto implica tener la flexibilidad suficiente para adoptar distintos puntos de vista y lograr acuerdos en torno a temas relevantes, tales como los valores, la religión, las reglas en torno a la crianza de tus hijos, etc. Esta capacidad de comunicación conlleva el aprendizaje mutuo al compartir experiencias y la intención genuina de comprender las necesidades de tu pareja. Y de brindarse apoyo mutuamente, especialmente durante épocas difíciles o desafiantes.
Otro rasgo de una pareja sana es la sinceridad. Una relación sin verdad en la que se oculta algo importante al otro, no va a ninguna parte. Existen casos de personas que mantienen durante años una doble vida, sin embargo, esa situación se rompe tarde o temprano porque es agotador vivir a escondidas, con el esfuerzo que supone que no se sepa la verdad en algún momento.
Cada uno de sus miembr@s es protagonista de su vida, se hace cargo de su propia felicidad, sin responsabilizar a su pareja por ella. Siempre pregúntate si tu pareja te acepta tal cual eres, si te escucha, te valora, respeta tus límites y espacio personal. Si la respuesta es afirmativa y recíproca, estás en una relación sana.
También hay que asumir que cada uno/a tiene Identidades separadas: en las relaciones sanas es normal que cada uno tenga que ceder a ciertas cosas y renunciar a otras. Pero nunca debe sentirse como si estuvieras dejando de ser quién eres.
Otro aspecto importante es tener la capacidad de aceptar que el otro no es perfecto y perdonarlo por sus errores. Esto implica la disposición a dejar ir viejas heridas y enfocarte en el presente, dejando de lado la necesidad de castigar y el rencor. Así también admitir los propios errores y pedir disculpas cada vez que sea necesario hacerlo, especialmente luego de una discusión.
Hay que tomar en cuenta que la relación de pareja actual es una experiencia de aprendizaje para ambos. Generalmente nos sentimos atraídos por compañeros con los cuales podemos aprender lecciones valiosas, aunque a veces puedan ser difíciles o dolorosas, vale la pena hacer el esfuerzo por mantener una relación sana, en la cual ambos deseen aprender de las experiencias del otro, intentando mantener un vínculo basado en el amor, la seguridad y la confianza, que les permita crecer cada día más como personas y como pareja.
En una relación no sana hay maltrato, comportamientos abusivos, irrespeto, abuso del poder, entre otros. Sabrás que estás en una relación no sana, cuando te quites las gafas especiales de cristales rosa por un instante y te des cuenta de que no eres completamente libre o feliz en tu relación.