Pensaba yo que cuando pasasen los primeros días tras las elecciones europeas, sería el momento de hacer un análisis de las diferentes consecuencias de las mismas, tanto en clave interna como externa. La participación, la abstención, los resultados de los diferentes partidos que concurrían, … ¡Hasta 37 candidaturas!. Sin embargo, la actualidad ha sido más tozuda y desde luego más … arrolladora.
Desde la victoria de PODEMOS a la dimisión de un magistrado del Tribunal Constitucional forzado por su conducta, totalmente impropia de alguien que ostenta dicho cargo, los detalles seguro que los conocen. Desde el proceso de renovación que comienza en el Partido Socialista hasta el ascenso de la ultraderecha y de los euroescépticos en el Parlamento Europeo. Desde los constantes asesinatos de género, sigue siendo incesante ese terrible goteo de muertes, hasta la abdicación de un Rey. Desde las “medidas no convencionales” del BCE, anunciadas por Mario Draghi, para que fluya el crédito en la Eurozona hacia la “economía real”, hasta los manejos de Ángela Merkel para nombrar a un presidente de la Comisión Europea diferente al elegido por la mayoría de los electores europeos. Desde el posible ascenso de un Linares que paso a paso sigue su camino hacia la segunda B hasta el mundial de Brasil que promete unos intensos meses de junio y julio.
Pero creo que de entre todos estos temas el que más me ha llamado la atención ha sido el 20 % en que se va a incrementar la prima de los jugadores de la selección española si ganan el mundial. O sea que si ganan la copa cada uno de los jugadores se embolsará 720 €. Aunque si no lo ganan, desde que pasen a cuartos ya tendrán derecho al cobro de primas, más altas cuanto más avancen en la competición. Desde luego, parece un buen motivo para estar motivado y correr mucho detrás de un balón.
Sin embargo ha sido el llamamiento de la defensora del pueblo, Soledad Becerril, el que me ha encogido el alma. Ha instado a las administraciones autonómicas a mantener abiertos los comedores escolares para asegurarle una comida a los niños que de otro modo no lo tendrían. Y su llamamiento ha obtenido diversas respuestas, aunque no todas en el sentido que sería deseable. Algunas comunidades autónomas no han garantizado que los colegios seguirán abiertos sino que han derivado a los servicios sociales de los ayuntamientos el problema. En mi opinión desde luego, han perdido la oportunidad de dotar de contenido a unas instalaciones que permanecen cerradas los veranos y de desvincular esa comida tan necesaria para muchos niños y niñas de la beneficencia y de unos servicios municipales que están desbordados por los recortes y por el incremento de las familias que necesitan su apoyo. Y sobre todo de demostrar a la ciudadanía cuales son sus verdaderas prioridades si rescatar a las entidades financieras o a las personas.