El sábado, 24 de mayo, el pianista vienés Robert Lehrbaumer pasó por la Casa Museo para ofrecernos un gran concierto de piano solo. Éste es otro de los casos en los que el importante y extenso currículum queda reflejado en la calidad del concierto ofrecido.

Lehrbaumer ha sido invitado para tocar en prestigiosos escenarios, como el Carnegie-Hall de Nueva York, o el Suntory-Hall de Tokio. Ha tocado con importantes orquestas, como la Orquesta Sinfónica de Viena y el Mozarteum de Salzburgo. Ha interpretado bajo la batuta de directores como Yehudi Menuhin, Hans Graf, y Claudio Abbado, el cual ha llegado a decir de él: “Considero que es un excelente pianista y organista, así como un músico serio y concienzudo, con un repertorio bien estructurado.” Ha participado en innumerables festivales, como el de Viena, el de Salzburgo y el de Lucerna, etc… Ha colaborado con pianistas como F. Gulda, y P. Entremont y ha realizado grabaciones para SONY, RCA-Ariola, ORF… Es profesor del Conservatorio en Viena e imparte clases magistrales en universidades, colegios y conservatorios de Europa, EE.UU, Méjico y Asia.

En el concierto interpretó, seguido y sin pausa, dos importantes obras de los genios de la transición al romanticismo, que fueron la Sonata en Do menor Op.13 “Patética” de Beethoven, compuesta en 1798-99, y tres Impromptus Op. 90, nº 2, 3 y 4 de Franz Schubert, compuestos hacia finales de 1827. Para finalizar, interpretó la “Rhapsody in Blue” (Rapsodia triste o en tiempo de blues), estrenada por George Gershwin al piano y su jazz band en la Aeolian Hall de Nueva York en febrero de 1924.

La Sonata “Patética” (título del que Beethoven no es responsable, pero que parece haber admitido e incluso utilizado) es una obra que marca sin duda la cumbre de la producción pianística del autor hasta 1800. El primer movimiento, Grave- Allegro di molto e con brio, fue interpretado con vigor y brillantez. En el comienzo Grave, resaltó con claridad los cambios dinámicos y rítmicos, y el Allegro di molto e con brio lo interpretó a gran velocidad, lo cual imprimió al primer tema un gran carácter rítmico, destacando los acentos a contratiempo de la mano derecha, mientras que la mano izquierda mantuvo con rigor la insistente figuración de corcheas tremoladas; y al segundo tema, un gran lirismo resolviendo los trinos de la melodía en tresillos de corcheas a tempo, a la manera de Arthur Schnabel, debido a la velocidad con la que tocó el movimiento, y al considerarse la manera más ortodoxa. El segundo movimiento, Adagio cantabile, de una escritura lenta, calmada y profunda en La bemol mayor, lo interpretó con gran expresividad, realizando unos fraseos muy delicados y con una excelente distinción de planos sonoros. De este movimiento los pianistas y musicólogos Denis Mattheus y Jörg Demus comentan que puede que sea más que una pura coincidencia que el tema en La bemol mayor del segundo episodio del Adagio de la Sonata en do menor K457 de Mozart, sea casi idéntico al del Adagio de la Sonata “Patética”. El Rondo Allegro final también fue interpretado con brillantez y velocidad.

De los Impromptus Op. 90 de Schubert hemos de destacar una interpretación precisa y virtuosa.

Para finalizar, con la Rhapsody in Blue, consiguió momentos de gran volumen sonoro que llenó la sala, con una ejecución precisa y rápida, en la que el piano parecía imitar a la orquesta. Hemos de tener en cuenta como curiosidad que, a pesar de que muchas enciclopedias nos comenten que la partitura original fue compuesta para piano y banda de jazz, y que la versión más escuchada habitualmente en la sala de concierto y grabaciones es la de orquesta sinfónica y piano, según las investigaciones del pianista norteamericano Mike Springer, y sobre todo las de el eminente pianista y musicólogo Francois-René Tranchefort, la partitura original fue escrita para dos pianos, y también se realizó una versión para piano solo, que fue la que escuchamos y aplaudimos con gran entusiasmo.