Cuántas veces soñé despierto,
con un canto aterciopelado,
una túnica al viento,
una voz rota a tu lado.
Cuántas veces oí tu nombre,
y miré de soslayo,
mi refugio, el silencio,
mi corazón, mustio y apagado.
Cuántas veces buceé en tu palabra,
cariño por doquier derramado,
entregando mi tiempo,
abandonándome a tu reclamo.
Cuántas veces busqué tus ojos,
y necesité tu aliento,
maldecí mis enojos,
¿cómo expresar lo que siento?
Intento poner en orden,
mi mundo, tu vida, mi alma,
aunque en ello zozobre,
mi mente divaga en calma.
Cuando festejamos ‘entre palmas’,
tu feliz entrada triunfal,
mi corazón por ti canta,
espero acompañarte hasta el final.
Así entraste en mi vida,
a través de ojos que reclaman,
manos que agarren sonrisas,
inmigrantes que piden cama.
Cama y amistad verdadera,
con cariño desusado,
piensan en la ‘última cena’,
anhelan tu pan y vino trufado.
Y rezan con entusiasmo,
oran con vehemencia,
en ‘huertos de santos’,
sus lágrimas piden clemencia.
Ansían la ‘humilde’ espera,
sobre mares que borbotean,
lastre abandonado de pena,
atracar en tu muelle desean.
‘Estudiantes’ que esperan,
tus lecciones de vida,
por un pueblo que anhela,
por un pueblo que necesita.
Su ‘vía crucis’ es particular,
demandan urgentes reacciones,
respuestas a unas cruces en paz,
corazones que siembran emociones.
Desvivirme por ellos hasta morir,
aunque por ello sea ‘perseguido’,
por una apática sociedad civil,
arrinconé mi sueño querido.
Algunos me ‘traicionaron’,
más pronto que tarde,
nada legítimo argumentaron,
estaba decidido a postrarme.
Ante tu demanda explícita,
una vida prestada al instante,
aunque ‘prendida’ y solícita,
Tú siempre así me enseñaste.
‘Rescatemos’ el tiempo perdido,
pese a no obtener respuestas,
siempre banco la red ha prendido,
almas agradecidas, honestas.
Atada a tu ‘columna’ quedó mi vida,
aunque mi alma demanda,
tu ayuda siempre es infinita,
tu entrega es quién manda.
Y la noche hiela mi desvelo,
Tú con la cruz al hombro,
momentos de desconsuelo,
mi ‘Nazareno’, así te nombro.
Te acompaño en tu camino,
igual que Tú guías mi destino,
toca ahora aliviar tu dolor,
demostrarte en silencio mi amor.
Coger tu cruz, ‘expira’ mi vida,
dame un sorbo de esperanza,
coger tu mano amiga,
sentir tu sentida andanza.
A mi pesar, el fin se aproxima,
mis lágrimas versan al viento,
brotan en lo alto de la cima,
sueñan con un renacimiento.
De nuestros corazones de hojalata,
en nuestro tibio ‘descendimiento’,
a los confines de la desgracia,
tus enseñanzas no tienen precio.
Porque, ¿qué es la vida,
si no una contigua entrega?
A un propósito, a una cita,
con Jesús, nuestro estratega.
Pues ante su inminente ‘entierro’,
quiso regalarnos su vida,
su magnífico magisterio,
vivir sin demasiadas prisas.
Regalando el tiempo necesario,
a nuestros mejores aliados,
aquellos que demandan consuelo,
éstos que son nuestros hermanos.
Así ‘resucitaremos’ en la alegría,
tras un recorrido con acierto,
y soñaremos despiertos,
imaginaremos su teoría.
Ayudar a los que necesitan,
querer a los que anhelan,
amar a los que gritan,
abrazando a la candela.
Candela de amor,
en semana de pasión.
Semana santa de emoción,
en Linares soñé, mi Señor.
Mi señor, mi guía,
mi bastón, mi faro,
que interprete tu melodía,
que triunfe siempre tu milagro.
Director magnífico de la sonata,
un cofrade que en ti confía,
en “el amigo que nunca falla”,
partitura de pasión y armonía.
Y como compañera de viaje,
tuviste a tu gran valedora,
una mujer fuerte, tu baluarte,
una Virgen serena y luchadora.
Tu Madre, Mi Madre, mi inspiración,
en momentos débiles de dolor,
acudo a ella con fervor,
en cualquier forma de devoción.
Alegría, Paz, Gracia, Salud,
todas ellas me cobijan,
Consolación, Rosario, Dolores,
Madres que me iluminan.
Amargura, Mayor Dolor y Esperanza,
modelos de fe y de entrega,
Penas, Soledad y Amor Hermoso,
abanico de bondad, ¡qué corazón tan milagroso!