El pasado 15 de marzo, en Linares hubo una jornada reivindicativa. Puede entonces que, con el sentido de lo inmediato que preside hoy día nuestra vida y todo lo que nos rodea, ésta sea una reflexión tardía y anticuada. Sin embargo quiero hacerla, me parece importante y hasta necesario dejar un tiempo para que todo repose, para que desde la lejanía el análisis pueda ser sosegado.

Decía que ese día, el 15 de marzo, las instituciones de Linares, con el Ayuntamiento al frente, las organizaciones políticas, empresariales, sindicales, el movimiento vecinal, las de consumidores, … y seguro que muchas otras, plantearon de manera conjunta una mañana de sábado con un punto de encuentro, en la Plaza de Santa María, en la que las familias de Linares pudieran participar, protestar y sobre todo REIVINDICAR un futuro con empleo para Linares y su Comarca.

La labor de difusión de la jornada creo que fue adecuada, si bien quiero destacar la divulgación que se hizo en los colegios, los niños y niñas, con su programa y su pegatina, sabían a qué se debía y cual era el sentido de la misma. Con la lógica aplastante que les caracteriza resultaba interesante escuchar cómo explicaban ellos la necesidad de un Plan que permitiese tener futuro a esta tierra. Que hayan sido los niños la correa de transmisión hacia las familias y el papel de los colegios, educando ciudadanos, me han parecido un acierto.

Sin embargo, con la distancia que da el no ser de aquí, me pareció que el tremendo esfuerzo que se hacía para, desde el consenso, plantear la reivindicación de una forma diferente, en la que se tuviese en cuenta la participación de las familias, no tuvo la respuesta que, al menos yo, esperaba de la ciudadanía de Linares y de su Comarca.

No pude evitar recordar todo lo que me habían contado de las movilizaciones del 94, en las que, según me decían, la ciudad se echó a la calle para defender los puestos de trabajo de Santana. Pensé, mirando la plaza y sus alrededores, que en estos años, los ciudadanos hemos perdido mucho. Pero sobre todo hemos perdido fuerza, la fuerza que yo sentía en los ochenta y en los noventa cuando nos manifestábamos para defender lo nuestro, en mi caso, un puesto escolar digno en un instituto público.

Cuando, el pasado sábado, después de una mañana de actividades reivindicativas, imaginativas, … Daban las una y en el minero comenzaba la manifestación, yo caminando con mi hija, recordaba las historias de la lucha obrera por Santana. Cuando llegamos a la Plaza de Santa María y tras la lectura del manifiesto, la emoción contenida escuchando las palabras de Miguel Hernández, convertidas en himno y los niños soltando globos REIVINDICANDO su futuro, yo miraba la plaza y me preguntaba con tristeza ¿PERO DÓNDE ESTÁ LINARES?.