Siento ocupar este día festivo en algo que no pensaba, pero los hechos mandan, o la actualidad, o la audiencia, o la repercusión social en las redes que es como decir en el mundo. Nos estamos cubriendo de gloria y no es que no pueda, es que no quiero entender nada. Admito la evolución, los cambios para mejor, pero no la degradación y el esperpento, no la sociedad del todo vale, no que el fin justifique los medios. No se trata de no entender, ni siquiera de aceptar, es que no me gusta, no lo veo “bien”.

Hasta donde sé, y deberíamos saber, un timo es un engaño, una mentira. Y el que miente desprecia, el que miente se ríe, el que miente no tiene moral, y yo ya voy viendo que la sociedad de este país nuestro no tiene ninguna, y si a alguien le molesta la palabra, diré ética, y si sigue molestando, diré respeto, pero por si se sigue, diré honestidad, una correlación osmótica entre lo que se debe hacer y lo que se hace. Y así seguiría. Es en estos momentos, cuando yo ya acabo entendiendo que no hemos educado bien. Pero yo no he sido, eso lo tengo muy claro. Cada cual anda solo.

Me voy a referir a dos hechos, dos burlas, que nos han impactado el pasado fin de semana. A mí por lo menos, porque yo me lo creí. Por una parte el reportaje sobre el 23 F, por otra,  la entrega de algunas armas de Eta a no sé qué verificadores internacionales. Ni que decir tiene que no me han hecho ninguna gracia, es más, considero que son hechos muy graves para tomarlos a broma. Son cosas irreversibles que sí, que tienen sus defensores y sus detractores, que así se ve la influencia de los medios, que hay que dejar paso a la creatividad… Vale, todo lo que se quiera para estar con los tiempos, pero pienso que a la generación que vivió el 23 F, aunque haya cosas que todavía no se sepan, se nos ha despreciado, se ha tenido muy poca sensibilidad con lo que sentíamos quienes estuvimos preocupados en aquel momento. Nos jugábamos la democracia y eso es muy serio. No puedo imaginarme que nuestro miedo a la involución después de todo lo que había costado salir, no puedo pensar que tantos como fuimos a la manifestación libre de después, no puedo pensar que aquella lucha, sea denigrada por un imberbe periodista pagado de sí mismo. Porque eso se avisa, se tenía que haber puesto esa frase previa de que “pueden herir la sensibilidad del espectador”, así lo hubiera respetado y valorado  más y estaría hablando de otra manera. Pero no fue así y como poco dañaron a muchas personas entre 50 y 70 años. Hubiera estado mejor que en vez de esperar a las audiencias se hubiera inoculado una adormidera que sólo afectara a los que nos tomamos algunas cosas en serio, así hubieran sabido cuántos al día siguiente se habían levantado con la resaca de un mal sueño. De verdad que no lo vi bien, me indigné. Lo considero un hecho triste.

Por otra parte la pantomima de la banda terrorista, que escenifica una patética entrega de cuatro piltrafas de armas que luego se llevan otra vez. Y de nuevo otro mandatario regional que va a su bola, acompañándoles. Otro prócer que se cree que va a durar siempre. Ellos juegan, como diría mi padre, pero en estas cosas nadie gana.

Creo que la vida es ir aprendiendo y a medida que avanza, se va creyendo en menos cosas. Eso es la evolución. Lo que pasa es que el que no cree en nada no se mueve, nada le impulsa y eso es peligroso. Ese es el verdadero crimen de quien mata la confianza y yo sí les doy responsabilidad.  Pero así es,  así nos encaminamos al final con muy poquito, quizá con una cosa o dos, Dios y una misma, o una misma con Quien la creó, no hay más. Y no es ni tan malo.

Ah! Se dice que menos mal que al final nos han dicho que es mentira, que cuántas veces nos engañan y nunca nos enteramos. ¡Qué gracia! Pues que eso se lo digan a un cornudo y luego le aclaren que “era mentira… total, una broma”… Veréis cómo se ríe.