Quizás el indefenso jilguero
anuncie el fin de la lluvia,
pero no podrá sostener
en el fuero de sus adentros,
un suave murmullo que palpita
entre alas de suave lucero,
el crepitar de un corazón
latente y a resguardo,
de sus bellas maneras
y de sus mejores besos,
de sus fieles plumas de fuego,
abotonadas con jarabe de cielo.
Quizás el indefenso jilguero
componga sonatas de silencio,
en mitad de la nada sin su travieso
de madera donde apoyarse,
en mitad de sus besos sensibles
cuando la lluvia moja el cielo,
empapando el corazón caliente
de un amante inexperto,
en luchas de reinos perdidos
cuando en el horizonte lejano,
emerge su compañera trayendo
en el pico la solución y la vida.
Quizás este jilguero indefenso
solo quiera cantar las dichas,
dándole de lado a las duras
reconquistas y a las envidias,
siendo su letanía en la vida
cantarle a la pareja escogida,
demostrando que nunca, nunca
existirá otra rival de altura,
que pueda desviar su canto
y que someta su mirada,
siendo un débil cascarón
el motivo de su existencia,
su colorido plumaje, sus modales,
sus amaneces mojados y
sus atardeceres iluminados,
por un sol que cuando canta
el amoroso jilguero, lanza avisos
al mundo entero, su felicidad
y su eterno compromiso.
Para mi amor y mi cielo