No es sencillo escribir sobre lo bueno que nos ha sucedido.
No lo es cuando tenemos lo negativo instalado en las costillas y en el cerebro, cada día, como una secuencia de palabras ocultas.
Así que nos enfrentamos al celebrativo tema de hoy: “recuerdos que nos hayan marcado con alegría”. Pero, de pronto, nos damos cuenta de que se nos disuelven y que ninguno es tan potente como para estallarnos en el papel como si fueran fuegos artificiales.
No,
que va,
más bien son estrellas fugaces…
Pero lo intentamos, claro, para qué si no nos reunimos cada mes con nuestros verbos, si no es para poner en escena todo ese pensamiento y trabajo mensual que nos acontece; para contarles a nuestros compañeros de viaje, que nos escuchan como si fuéramos profetas, que también nos han sucedido cosas hermosas y que ojalá se nos agarren a la garganta para siempre.
Así que nuestros navegantes emocionales nos traen hoy todo lo mejor que han rescatado del fondo de su mar:
El Sol, con su positivismo desbordante, nos recuerda que sólo es feliz haciendo felices a los demás (eso es construir, señores),
Retina nos estremece, de nuevo, con verbo como catedral y la dualidad sobre si un recuerdo alegre puede estar enganchado, como una garrapata, a otro que sea desgarrador (llevo pensándolo días…).
Terry, amante de la naturaleza, nos enseña algo valioso: podemos amar a través de los recuerdos de otras personas (una lección incalculable para mí).
El Esparraguero, apasionado de la vida familiar, nos transporta a un espacio sentimental tan sencillo como complicado, por su pureza que nos emociona.
Y Mazinguer, con esa candidez que siempre me arrasa, pone en valor cómo un gesto puede elevar la autoestima de un enfermo mental hasta la dicha.
Queridos lectores, os adentráis en el espíritu de nuestros protagonistas. Agárrense que el corazón les va a bombear muy rápido pero, sobre todo, sientan a la misma vez que leen.
YOLANDA SÁENZ DE TEJADA
escritora, creativa y utópica
(directora de emociones de Versos como Azadas)
Después de la intensidad emocional de nuestra última reunión, hoy empezamos recapitulando nuestras experiencias. Hablamos de que escribir es como desnudarse, del miedo a exponer vivencias tan intimas. También de como ayuda ponerlas por escrito.
La dificultad del tema de hoy es distinta, porque suele pasar que los recuerdos que más se gravan en nuestra memoria son los dolorosos. A veces, traer a la conciencia los recuerdos agradables cuesta trabajo.
Pero este es un trabajo necesario, porque hay vivencias que nos fundan, que necesitamos para poder volver a ellas en los momentos difíciles.
En los textos que trajimos al grupo, aparecen una buena muestra de ellas, una comida en familia, un recuerdo del abuelo que nos transmite el amor a la naturaleza, una celebración
Jose Ignacio Aznarte
coordinador de la unidad de salud mental de día del Hospital de Linares
Recuerdos que nos ayudan
Donde están las sonrisas de un niño feliz, la caridad el anciano.
El objetivo de un mundo feliz donde nadie sea más que nadie, donde todos ayudan para no explotar.
Soy feliz haciendo feliz a los demás, porque tu felicidad es mi felicidad.
Quiérete y podrás querer.
Señores no somos perfectos porque si existiera la perfección sería un mundo aburrido.
En casa de mis abuelos comiendo mantecados, eran navidades, la mesa estaba llena dulces navideños: almendras garrapiñadas, polvorones, empanadillas. Yo era la más pequeña y pasaba desapercibida, pero me daba cuenta de todo. En la casa antigua, todavía vivían mis abuelos, habían venido los tíos de fuera. Estábamos todos juntos en la mesa.
Elsol
ENGANCHES EMOCIONALES
Enganchada, recreo
acurrucada en tu regazo.
Me dabas la vida
aunque tu flor no se abriría.
Solo así me curaría,
no de sus miradas
que se clavaban día a día
sino a tu mirada, que intuía la mía.
Me hicieron salir del sótano
de las barbaridades,
flotar liviana en el aire.
Solo son enganches emocionales.
Personas de las que absorbo
lo que les sobra de su vida derrochada
Para que pueda ser brisa
para que pueda asirme
para que pueda ser yo.
ENGANCHADA
Un chute de adrenalina. Un fibrilar mi corazón, cada vez que tu mirada elevabas, no de pasión, de emoción. Enganchada a la vida me querías con nuestras largas charlas hasta que amanecía. Transfundida, me tenías con este amor, por la vida, sintiendo en carne viva el aleteo de una brizna. Mantenida con lo poquito que recibía con lo que yo me mantenía días y días y muchos días, inanición aprendida. Madre postulante, lo que siempre busco errante en cada mirada tierna que se cruza a mi alma inerte. Enganche emocional que me ata otra vez más. No conocía lo que era vivir Esto pasa, esto pasa. Mañana habrá otro cruce de miradas que me atiendan en la mañana. Mañana colgaré tus migajas con los jirones que provocaban.
Retina
“Maravillas del otoño”
En otoño, nuestro bosque nos sorprende cubriéndose de setas y hongos como por arte de magia. Un colorido de colores marrones, cobrizos, rojos y amarillos. El sonido de los pájaros y los ciervos con la berrea anunciando la llegada del otoño. Me acuerdo cuando mi abuelo Paco le enseñó a su hija el amor a no destruir la belleza de los árboles y demás cosas… Su finca estaba cerca del molino, allí pasaban largas temporadas, el río, los montes repletos de jara, cantueso, tomillo, romero y membrillo. Unos pedriscales en los que el agua bajaba haciendo una cascada y fluía hasta el río. Autenticas bellezas de la naturaleza.
Terry
“ALEGRÍA”
Una tarde de espárragos tras un día de acompañante de un cazador, Arroz con estos dos elementos a las ascuas del gran cocinero y asador, Comida que mi razón hace sanar y alegra mi día aunque cause sudor. Amor, ¿qué tienes que no te marchitas? Jamás vas hacia atrás, te mantienen los siglos, las personas y los elementos, grandes son tus alas. Beso tierno y puro Caricia suave, Abrazo fuerte Llanto sentido. Esposos unidos fieles y fuertes, con cimientos, Nunca os podrán derribar, En mi corazón traspasado te guardo Para que salgas o te saque si quiero. Limosna y trabajo solidario y desinteresado, Generosidad desbordante aunque te aceche el aprovechado, Alegría produces en quien la da y quien la recibe de corazón. ¡Comida de amor compartida! Esa es la frase de una alegría que vence la inclemencia del temporal.
(Dedicada a la inclemencia de la enfermedad mental, del desamor y la insolidaridad.
POCAS ALEGRÍAS)
El esparraguero
Si mi relato del mes pasado me fue difícil terminarlo, este relato de alegría me ha sido difícil hacerlo. Las personas que me quisieron y ya no están aquí y los que existen, hacen todo lo posible para que sea feliz, todos coinciden en que no me entienden y que no aprecio lo que tengo, y tienen razón, pero yo soy así. A mi manera, algunas veces he sido feliz. Estuve contento fue cuando me saqué el carné de conducir, como un niño con zapatos nuevos. Cuando nació mi sobrina y, sobre todo, cuando la bautizaron y yo fui el padrino, me acuerdo de lo orgulloso que me sentí y tan feliz de que mi toda mi familia pusiera toda su confianza en mí. Yo no me lo esperaba, pensaba que al ser un enfermo mental no me iban a elegir como padrino.
Ahora se acercan las navidades, mi mayor alegría sería que la sociedad se conciencie de no abandonar ningún animal por que daría la vida por ti. Algunas personas te la quitarían por nada.
Mi pregunta sería esta: ¿Daría mi vida por una persona o por un animal?
Ustedes los oyentes, pueden juzgarme, pero lo que sé es que ningún animal me ha traicionado, y personas –por cierto, que también somos animales pero más inteligentes- y en cuanto te dan la espalda te traicionan.
Mazinger