Hoy no tengo expresión
en el rostro. Tuve una sonrisa ayer
que robaste entre las nubes
de un beso.
Mis ojos, mis miradas locas
se escondieron bajo los campos
de los jardines del perdón,
o de tus pechos.
Incluso pienso, que no tengo
expresión por que perdí el rostro
tras no encontrar sosiego
entre tus formas, tan lejos de mis manos,
tan cercanas a mí; tacto travieso
a través de las persianas
que abren y cierran los sueños.
Y ahora, sin ojos, sin boca,
sin rostro, no hay reflejo
en el espejo, solo imágenes desnudas
de una madrugada fría
y mustia de invierno.