Sierra descarada, atractiva y bella.
Llena de lamentos banales, de suspiros
inmersos en el aire por tu belleza.
La Sierra de colonos, hornilleros y aventuras.
Allí, nacieron sus hijos, enterraron
a sus muertos, sembraron sus frutales,
en sus huelgas desnudas.
Sus hoces por las alturas
y la guadaña del destino
le segó sus tierras, una a una.
La de los grandes ríos, que enjuagan
la cara sur del levante, y de Andalucía bella.
Bebiendo de sus aguas, las huertas murcianas.
Paseando, por la Mezquita y la Giralda,
derraman sus lágrimas, el gran río por ellas.
Sierra, aunque de interior, Sierra marinera,
que en tu pasado talaron tu bosque
para construir grandes barcos,
que viajarían a otras tierras.
Sierra de maleta en mano, de nostalgia
compartida en la distancia, con el cuerpo
en la ciudad, y el alma en la Sierra.
Sierra de caminos difuminados
por el tiempo, sin sentido, sin serranos.
Sierra de trashumancia ganadera,
ofreciendo sus pastos,
a su oveja segureña.
Ésta, es la Sierra que amo, y aunque
no haya nacido en esta Tierra:
Ésta, es mi Sierra.