Bajo mi copa, no quiero
brindar con almas de sal
mojadas, disfrazadas
con sonrisa de dura concha;
degüello tras mi sombra
y exquisito sabor
en mi sopa envenenada.
Sus ojos, sueños vacíos
compuestos con música
de falsa, pero siempre
vestidos de gala.
Os he descubierto,
no me palmeéis más a la vez
que escupís en mi espalda.
Mi vino es elixir amigo,
lo comparto y lo brindo,
con mi humilde copa de
amistad, amor y esperanza.