Muy mal está la panoplia de lo religioso-político en los países árabes.

Hoy, para bien o para mal, el cristianismo no tiene crédito en Europa, ya que se ha relegado a un algo, que casi sólo contempla el “dios” mercado.

Una civilización cristiana casi perdida por los errores, traspiés e injusticias de las iglesias jerárquicas occidentales y el brutal avance del consumismo.

En cambio, todo el mundo árabe sigue siendo mayoritariamente creyente, muchas veces, sin llegar a tener una visión adulta y madura de su religión y con una pobreza latente.

Pobreza de ideas y pobreza económica, que hacen infantiles a las personas.

La aceptación sin más, de cualquier postulado religioso, se origina en la escasa cultura de las poblaciones creyentes, que absorben como esponjas, por miedo a las llamas del infierno, sin cuestionar ningún precepto.

Si la jerarquía religiosa es de mente abierta, promulgará sus mandatos, que tendrán valor ético y moral para el pueblo creyente, sin más problemas. Si no lo es, son de temer sus obligatorios dictados, en los que tergiversará la palabra sagrada, imponiendo una religión radical, generando personas sin criterio, convirtiéndolos en menores de edad, fácilmente manipulables, presentando un Dios ávido de venganza, de la que los “creyentes” se harán su instrumento justiciero.

La mujer será y es un ser de tercera o cuarta clase, que no contará para nada en la construcción de la sociedad, relegadas a convertirse en máquinas de parir. Todavía en el catolicismo, la mujer sigue estando vetada al orden sacerdotal y además de manera innegociable, incluso para el mismísimo Papa Francisco.

Causa horror, que esta visión árabe teocrática, vaya imponiéndose en Oriente.

De otro lado, en Occidente, la laicidad será una actitud positiva, si se sabe dejar espacio en su seno, a la posibilidad de la fe en Dios, para quien la busque y sobre todo, la encuentre, sea de la religión que sea. Lo contrario sería caer en el laicismo, es decir, la no aceptación y condena del hecho religioso.

Cuando se manipulan las conciencias, con dogmas fanáticos y extremistas, aprovechándose de la ignorancia, llegamos a ver a gente jovencísima reventándose en cualquier iglesia cristiana, edificio o mercado, porque para eso los han “educado”.

Pero hoy, además de un enfrentamiento entre religiones, lo es entre dos modelos culturales radicalmente distintos, entre dos formas de concebir el mundo, entre dos eras distintas en la cronología del ser humano.

Una, con la democracia entre los pueblos con la mentalidad del S. XXI. Otra, propia del Medievo, con una concepción de la vida impregnada por la religión, en la que cualquier decisión política o social pasa obligatoriamente por el tamiz religioso.

Y esto me lleva a pensar en las Santas Cruzadas de Europa en tierra Santa.

Ahora nos rasgamos las vestiduras frente a posiciones islamistas, olvidando que desde el S.XII lo hicimos nosotros en Tierra Santa, imponiendo nuestra religión a “cristazos” contra el moro infiel.

Pero de aquello, Occidente ha aprendido, para decir a los pueblos árabes, que no deben caer en el mismo error, claro, si nos escuchan.

Si atroces son las dictaduras laicas que hemos visto y ahora estamos viendo en los países árabes –caso de Siria- peor puede ser lo que posiblemente llegue después de los alzamientos revolucionarios en demanda de democracia y libertad. Otros ejemplos de ello son Irán, Afganistán… Con estas concepciones tan diferentes de la vida…

Creo recordar que por noviembre de 2011, publiqué en este mismo medio de Linares 28 un artículo titulado “¿Llegará la primavera árabe?”

En él expresaba mi temor que tras todas las primaveras de Túnez, Egipto, algo en Turquía, Siria, Yemen etc., se instalara el integrismo en estos países. Por desgracia, constato que no he errado demasiado.

En Túnez, se da la post revolución, ya que siguen casi igual que con el dictador Ben Alí.

En Turquía, un país por definición laico, con Erdogan, girando cada vez más al islamismo. Marruecos, con sus incipientes protestas callejeras y Egipto, ya lo estamos viendo. Yemen con el terrorismo islámico y el regreso de europeos por el peligro que conllevan las acciones terroristas …

Ciertamente, un demócrata, cualquier demócrata, ha de aceptar el resultado de las
elecciones egipcias que han dado el triunfo a los Hermanos Musulmanes. Y es condenable la actitud del ejército contra la población seguidora de Mursi.

Pero también es cierto que de seguir los Hermanos Musulmanes en el poder, Egipto, paulatinamente viraría hacia un radicalismo islámico, como se ha visto en otros países. Y el objetivo es la conquista de Europa a través de los pasillos italiano y español, como decía la periodista y escritora italiana Oriana Fallaci, ya fallecida y perseguida de muerte por el integrismo islámico, en su libro “La fuerza de la razón”.

El Cairo obrero - Foto Ivan Casasempere

El Cairo obrero – Foto Ivan Casasempere