Un junio de hace siete años, nuestra casa se iluminó con la llegada de una personita de piel morena que contaba nueve años de edad. No sabía hablar español, era un niño sensible, que se fue apoderando de nuestros corazones poco a poco. Un niño inseguro, mal nutrido, pero con una dentadura limpia y brillante como una luna de verano y con una familia biológica que ha pasado y sigue pasando lo indecible. Su abuelo muerto, asesinado, su padre con un tiro en el cuello de manos marroquíes, moribundo en el desierto, que milagrosamente salvó la vida. Y cuando hablo de esto me acuerdo de una gran obra, una maravillosa obra de Paulo Coelho titulada “El Zahir” que dice:
“Cuando todos los días se perciben iguales, es que el hombre ha dejado de percibir las cosas buenas que surgen en su vida, cada vez que el sol cruza el cielo”
Y desde que llegó a nuestras vidas el pequeño Buley, hoy ya hecho un hombre, experimentamos entonces, un nuevo amanecer en nuestras vidas. Este año hace ya bachillerato y estamos orgullosísimos de él, porque vino sin saber nada de nada y porque tiene una bondad, una humanidad y una transparencia moral enorme. Es nuestro cuarto hijo respecto al cual no hacemos distinciones con nuestros hijos biológicos y para ellos es un hermano más.
Permítanme la licencia de hablar así de nuestro hijo en acogida (no hablaría, ni me atrevería de los biológicos) pues es la pura verdad todo ese rosario de buenas cualidades de Buley que este año y anteriores, ha sido felicitado por el Equipo Educativo del Huarte, en el que estudia.
Para nosotros esto es un gran mérito por su parte. Un día fuimos consecuentes con nuestra forma de pensar. Hubiésemos sido incongruentes si no hubiésemos decidido quedárnoslo.
Es él, quien que nos está beneficiando, enseñando, enriqueciéndonos con su presencia, porque Buley nos da infinitamente más que lo que podamos darle nosotros. Un chaval con el que se puede hablar de cualquier tema, con un fondo moral enorme, pues tiene una gran madurez para tener 16 años…
Años de transparencia, de bondad, de amor a todo cuanto le rodea. Un chico que desde el primer instante que se conoce, se hace querer, porque no hay más en él que lo que se ve.
Una persona fiel, clara, asertiva, respetuosa y noble con los demás, que ayuda a quien lo necesita sin que nadie le solicite esa ayuda, porque él “per se”, se adelanta.….. una joya de persona y esos valores son exclusivamente suyos.
Y esa valía se vierte sobre nosotros, sus padres y sus hermanos en España, iluminándonos todos los días y es que es un auténtico regalo del cielo.
El día que nos faltase y eso llegará, ya que ha de levantar el vuelo, porque él tiene claro que quiere ayudar a su pueblo, nos quedaremos destrozados y esto lo entenderán más, quienes tengan a algún hijo en adopción, porque se llegan a querer lo mismo o más, que los biológicos.
Es un niño robado al desierto a petición de sus padres biológicos, unas grandísimas personas, que optaron por prescindir de su hijo para que tuviera algún futuro y le quedan tres hermanos más en el Sáhara.
Nosotros nos quedamos atónitos del sacrificio, el valor y la fuerza moral de unos padres que renuncian a un hijo que es lo que más se puede querer en ésta vida, y bien sabe Dios que este artículo en modo alguno pretende ser presuntuoso.
Nunca le hemos prohibido nada y él se ha educado con sus padres biológicos y con nosotros, sus padres de acogida, en la comprensión y la tolerancia. Se ha formado y se sigue formando en esa tolerancia y respeto a los demás y para él, es lo importante de esta vida, cuestión y pensamientos que nosotros, sus padres españoles, compartimos.
Éste chaval pertenece al pueblo saharaui, olvidado por la comunidad internacional, salvo la ayuda del pueblo español, y en una parte pequeñísima, de los gobiernos y comunidades autónomas españolas.
Ojos negros, piel canela….. Eres un “pedazaco” de persona.
Te queremos hijo, teníamos necesidad de decírtelo alto y claro, de gritarlo a los cuatro vientos.
Hoy, este tristísimo día 25 de Julio de 2013, en que escribo este artículo, quiero decirles a todos Vds. que hagamos que no sean monótonamente iguales todos los días de nuestras vidas, porque nuestras vidas, sí que son un regalo del cielo. No sabemos lo que nos deparará nuestra existencia. A la vista está que bastan pocos segundos para perder la vida.
Dando gracias a ese cielo, o a lo que sea, podemos hacer mucho por nosotros mismos y después por los demás. Mucho más de lo que creemos.
Estoy de acuerdo en que Buley es un regalo de la vida, también para mí. Todo lo que dices es verdad, Juan. Como tú dices: vive cada día, no te preocupes de lo destrozados que quedaréis cuando se vaya, su decisión le honra, y todos con vosotros le estamos empujando a ello. Además… ¡quien sabe lo que pasará mañana…! Te quiero, Buley, como quiero a tu familia. Y enhorabuena por tus progresos, siempre dije cómo y cuánto era tu inteligencia. Un artículo que sale del corazón y llega a la boca. me imagino lo que has disfrutado escribiéndolo. Yo tendría que pensar qué llena el mío, no lo tengo tan claro.
Amar es darse, sin esperar nada a cambio, lo han dicho poetas, filósofos, escritores, Usted con su hijo de acogida a practicado el arte de amar, mi enhorabuena y mi gratitud.
Gracias D. Emilio. Gracias Merche.
Ah, D. Emilio, a ver si nos «jincamos» unos verdejos, que hace mucho que no hablamos. Pero invita Vd. que yo estoy jubilao.
Jo, yo también estoy jubilado, pero hecho, ya le llamo.
Emotivo artículo Sr. Parrilla.
Un cordial saludo desde el ostracismo.
Hubo gente en la gloriosa época nacional-católica, que condenaba su cuerpo (y su mente) al ostracismo del sufrimiento en soledad aplicándose las «disciplinas» sobre la espalda hasta hacerse sangre, también sufriendo durante el día el «cilicio» en un brazo o en la pierna para pagar ante Dios por sus pecados»
Pero Vd. amigo Ad Contrarium, no sufre nada de ésto, ni ha sido desterrado de Linares por la Autoridad Competente, sino que estará pasándoselo mal todos los dias en la playa.
A mí, sí que me gustaría vivir el «ostracismo» que sufre Vd. este verano.
Pero aún queriendo que me destierren no tengo perras pa irme por ahí.
Saludos.
Al margen de otras consideraciones personales y ajenas a mi voluntad, tiene usted más razón que un santo, Sr. Parrilla.
Un cordial saludo
Pues sí. Conmovedor artículo. No hay amor más desprendido que el amor de un padre o una madre.
Y hacer ésto con alguien «que no lleva su sangre», me parece una gran muestra de generosidad.