Ahora que llega el final de curso, que ya se han acabado los bachilleratos, que están acabando primaria o secundaria, quiero acordarme y reflexionar sobre un concepto, el esfuerzo.
Como ya hice en alguna ocasión, no está de más comenzar recordando lo que dice al respecto la Real Académica de la Lengua. Concretamente en su vigésima segunda edición, recoge cuatro significados. En primer lugar, lo define como el “empleo enérgico de la fuerza física contra algún impulso o resistencia”. En su segunda voz se refiere al “empleo enérgico del vigor o actividad del ánimo para conseguir algo venciendo dificultades”. En tercer lugar como “ánimo, vigor, brío, valor” y, por último, nos habla del “empleo de elementos costosos en la consecución de algún fin”.
De entre los cuatro significados que encontramos en el diccionario yo me voy a centrar en el segundo y tercero. Los que se refieren a una cierta actitud ante lo que queremos y como conseguirlo. Así, hablando el otro día con un buen amigo, me comentaba las notas de su hijo, que está en secundaria y yo las de mi hija, que cursa primaria. Y hablando, hablando, comenzamos precisamente a constatar las enormes diferencias que hay hoy día entre los niños que van al colegio o al instituto por inercia y aquellos que consiguen ir venciendo dificultades y haciendo grandes sacrificios por el camino.
En el caso de mi hija, como en el de muchos niños y niñas de nuestro entorno, ir al colegio es lo natural. Creces, aprendes a andar, a hablar y un día con tres añitos, comienza la aventura. Es algo más en su vida, una consecuencia lógica en su crecimiento. Sin embargo, no están tan lejos, las historias de quienes siendo buenos y buenas estudiantes tuvieron que dejar de ir al colegio para ayudar en casa, bien para criar a los hermanos pequeños, en el caso de la mayoría de las niñas, bien para aportar ingresos al hogar comenzando a trabajar siendo aprendiz en algún oficio, caso mayoritariamente masculino. No están tan lejos aquellos años en que la infancia era mucho más corta, que la de los niños de ahora.
En cuanto a los jóvenes, ahora es obligatorio estar escolarizado hasta los dieciséis años, pero quizás se nos ha olvidado a todos, que las escuelas o los institutos no son sitios donde estar sí o sí, si no lugares en los que aprender y socializarse, adquiriendo conocimientos y habilidades sociales que les permitan desenvolverse en sociedad.
Son, por tanto, lugares muy importantes en nuestra vida porque en ellos comenzamos a saber, por ejemplo, que es la verdadera amistad, la decepción, la solidaridad, los primeros amores, … Y no estoy segura de que hayamos sabido transmitir esta importancia a los jóvenes estudiantes.
Por ello creo que estamos perdiendo la oportunidad de enseñar que en la vida hay que esforzarse para conseguir lo que queremos. Se nos ha olvidado contarles porqué ellos pueden ir al colegio, cuántas personas se han esforzado y luchado para que la enseñanza sea universal, cuantas mujeres han tenido que luchar para que nuestra niñas se sienten junto a sus compañeros en las aulas, se nos olvidado contar que no nos lo han regalado, que lo han y lo hemos luchado. Y, no olvidemos, que todo puede cambiar.
Sobre el esfuerzo en la educación hay experiencias que merecen la pena conocerse. Ver como un niño que viene de otro país se esfuerza día a día por aprender al triple del ritmo de sus compañeros porque si no podría llegar al nivel jamás. Viviendo cada día en un idioma diferente al suyo natal. Valorando la oportunidad de poder estar sentado en una clase, recibiendo conocimientos. Mirar las caras de los niños que asisten al colegio en el hospital y que pese a estar enfermos siguen cada día esforzándose por vencer a su enfermedad y por aprender como sus amigos que están sanos. Verlos esforzarse es una buena experiencia tanto para los adultos, que hemos dejado de enseñar y valorar el esfuerzo, como para los niños que siguen teniendo la oportunidad de conocerlo y de sentir la satisfacción de conseguir aquello para lo que nos hemos esforzado.
Desde este espacio semanal quiero hoy reinvindicar el valor del esfuerzo y la necesidad de que todos lo enseñemos y lo practiquemos. Creo que si lo hacemos todos habremos ganado mucho.
Muy buen escrito Señora Isabel Moya, y muy necesario, en este mundo que nos ha tocado vivir, en que pensamos que todod se nos dara por nuestra cara. Hay que ganarlo dia tras día con perseverancia, tesón y esfuerzo
Excelente artículo Sra Estévez, que suscribo de la A al la Z. Para la semana que viene pensaba hacer algo de este tema en un plano estrictamente personal y familiar, y su artículo me ha dado pié a ello. Tiene Vd. muy bien ordenadas las ideas. Repito, felicidades.
Excelente artículo, totalmente deacuerdo.
Como siempre muy bueno el articulo señora isabel