Hace algo más de una semana asistíamos al debate abierto en El Salvador por la prohibición absoluta del aborto en ese país.

Aunque, como supongo que a todos, la historia emociona, conmociona y hace pensar mucho, yo comencé a preguntarme ¿A la vuelta de cuantos años, seremos las españolas las que protagonicemos esa noticia?.

Cuando comencé a escribir estos artículos, allá por el mes de agosto del año pasado, la razón fue la impotencia que sentía ante el anuncio de la reforma de la Ley del aborto que estaba comenzando a preparar un ministro recién nombrado, cumpliendo de esta forma los deseos de su padre. Deseos que fueron truncados 20 años antes por nuestro Tribunal Supremo. Este artículo lo titulé IVE mi derecho, no pensaba yo en aquel momento que, pese a la gravedad de las noticias que se iban conociendo sobre dicha reforma, al cabo de unos meses, vería reflejada la realidad de El Salvador en España.

Las leyes, sobre todo aquellas que deciden sobre la vida y la muerte de las personas, son las más importantes de las que nos debemos dotar los ciudadanos. Con el caso de Beatriz ha quedado claro lo que vale la vida de una mujer en su país y lo que yo estoy también viendo muy claro es que para nuestro ministro, la vida de las mujeres españolas en edad fértil, tiene exactamente el mismo valor, es decir, ninguno.

En Derecho, todos sabemos que siempre hay intereses contrapuestos y que de lo que se trata en las diferentes normas es de que en cada caso, prevalezca aquel interés que está más protegido por la sociedad. Así, frente al valor que se otorga a la vida de una mujer, está el valor que se otorga a la expectativa de vida de un futurible, esto es de un feto, o incluso, ¿porqué no? ya que estamos puestos, de un conjunto de células que comienzan a dividirse.

En El Salvador en 1998, los legisladores decidieron que el valor a proteger era el del nasciturus, o sea, el que va a nacer. Por ello, resulta jurídicamente lógico que su Tribunal Supremo niegue la posibilidad de hacer una excepción, aunque peligre la vida de la madre, una chica de 22 años, aunque el feto padezca anencefalia, es decir, le falte parte del cerebro, lo que lo hace claramente inviable, además de otros trastornos gravísimos, aunque … Da igual, todo da igual porque hay una Ley que concede a la vida de la mujer un valor CERO, porque hay una Ley según la cual si te has quedado embarazada pierdes todos los derechos sobre tu salud y sobre tu vida, hasta el punto de que el Estado te condena a muerte, tu crimen, quedarte embarazada.

En España, el ministro ha decidido que la vida de un grupo de células, aunque no se estén desarrollando correctamente, es más importante, que la vida de la mujer que las porta. No hay que olvidar, permítanme recordarles, que en nuestra legislación (Arts. 1)29 y 30 de nuestro Código Civil, sólo se es ciudadano, cuando el feto nacido ha permanecido vivo 24 horas separado del cordón umbilical que lo une a su madre. Por lo que ningún valor tenemos las mujeres, tiene nuestra vida, frente a esta expectativa de ciudadan@ que alojamos en nuestro interior, a veces incluso como consecuencia de violaciones, a veces sabiendo que existen problemas y malformaciones. ¿Por qué no nos dejan tranquilas a las mujeres y se aprovecha la modificación del código penal para reformar los delitos económicos y los cometidos por los políticos? ¿Por qué no se impide la salida de prisión de los condenados por delitos económicos hasta tanto no hayan devuelto hasta el último céntimo de euro, robado o defraudado? … Eso sí sería legislar conforme al sentir de las ciudadanos. Entre tanto, si la reforma se aprueba, tendremos tristemente, muchas Beatrices españolas.

Aborto

Aborto