Me vais a perdonar, pero estoy tan imbuida del trabajo de mi novela sobre las mujeres de Linares y que hace dos días medio anuncié en la Asociación vecinal “Las Américas”, que me es muy difícil “meterme” en estos momentos en lo desilusionante de la situación actual y hablar por hablar. Como escritora podría hacerlo, pero como persona que intenta hacer “un poco menos” de lo que le apetece y que pretende construir y transmitir buen rollo, pues como que prefiero hablaros del libro en ciernes.
Estoy novelando las biografías de las mujeres de Linares, metiéndome bajo su piel, hablando con ellas para publicar que también existieron. Todos sabemos, y se nos llena la boca, de nuestro pasado, un pasado glorioso, de minas y riqueza en sus dos épocas más importantes: Cástulo como poblado ibero-romano y más, en los siglos de la antigüedad y Linares como ciudad emergente desde 1. 875. Un amigo me dijo que no olvidara esta sentencia: “Pueblo minero, pueblo explotado”. Me hizo pensar porque entre la vorágine del esplendor de Cástulo estaba el deseo de todos los conquistadores por poseerla, y la explotaron aunque en una paz exenta de sangre; y porque, del mismo modo, entre la frenética actividad de la construcción de nuestra ciudad, así llevamos “sólo” 138 años, olvidamos muy a menudo que nosotros, con nuestra “plata”, en los dos sentidos, pagamos ese título. También fue fruto de una explotación.
De todo ello ahora pienso que nada se nos ha dado por nuestra “cara bonita”, tuvimos que ser explotados en la mina, y porque la teníamos, para poder recibir tan ansiado refrendo, tendremos que trabajar muy duro, ya sin ella, para conseguir salir de esta crisis y no desaparecer. Eso puede ser un aviso para navegantes, quizá de puerto seco en el que no creo, todos son fotos y palabras, la perspectiva del tiempo al final nos demuestra otras cosas… ¡Qué malo es ser ya mayor! Da ocasión para ver mucho y creer menos, sólo lo que nos procuremos tendremos, como ha sido siempre, como se puede entender repasando nuestra historia ya sin chulerías. Hay que mirar adelante, esos tiempos ya pasaron, aunque nos pueden enseñar mucho para seguir.
Pero yo a lo mío por lo que os diré que en poco más de 50 años, Linares se consolidó como ciudad y fuimos una de las ciudades más importantes de Europa en aquellos tiempos, último tercio del siglo XIX y primer tercio del XX. Y de ahí partimos. Pero también, pensando en las mujeres, he podido ver que por debajo de todo ese trasiego de inauguraciones, construcciones, tranvías, prisa, temor y vivir al día, de las juergas y el hedonismo, estaban ellas, laboriosas, intendentes, protectoras, apuntaladoras, compañeras calladas que iban poniendo las bases para que cuando todo acabara pudiera descubrirse una ciudad con su idiosincrasia y sus valores. ¡Oh, qué sorpresa, Cástulo y Linares estaban ahí! Hombres y mujeres las hicieron, con sus grandezas y sus miserias, pero hay ríos de tinta de las obras de los hombres y hemos de procurar que todo lo que hicieron las mujeres también salga a la luz, picando por entre las vetas profundas de la poca información, de las ramplonas notas que nos hablan de su vida sin ahondar en ellas.
Y eso es en lo que actualmente trabajo, en rellenar lagunas, dar sentimiento, provocar recuerdos, dejarlas hablar, agradecerles su generosidad, comprender su humildad. Ellas fueron así, han estado engullidas bajo la representatividad de otros, creo que ya es hora de sacarlas al aire libre ahora que nada externo las puede ocultar. Y es que eso pasa, las mujeres afloran en tiempos de crisis, en tiempos de bonanza nadie las escucha, como la cultura, como la creatividad, como la esperanza. Repasar la historia y veréis en qué momentos han aparecido los siglos de oro y quien tira del carro.
Ellas, las con nombre y las sin nombre se manifestarán pronto y no es una entelequia como esa a la que nos tiene acostumbrados un mundo de hombres. Que se afanen ellos, todos, en salir de la crisis, en equivocarse que da igual, en mentir, en agobiarnos, en seguir jugando a construir el mundo. Se aburren y arriesgan, ellos juegan, construyen el mecano para destruirlo cuando está hecho y así poder montarlo de nuevo. Mientras, las mujeres cuidan el fuego del hogar, que no me gusta el símil como no sea que lo compare con mantener lo principal para que cuando se llore por no poder reconstruir la maqueta, ya ajada y rota, ellas nos den un juego nuevo con unas clarísmas instrucciones: constancia y paciencia. Y todo se andará, porque somos así. Y existimos, afortunadamente, y no sólo para lo que se nos tiene. La que se deje, claro.
Eso es lo que yo he oido comentar a «los mayores » de mi familia politica. Que» Linares quien te ha visto y quien te ve».
Es una lastima que las cosas puedan llegar hasta ese punto sin que nadie sea capaz de poner remedio
Tengo que felicitarla por su escrito. Siempre hay una gran mujer detras de cualquier gran hombre, asi ha sido y sera. Las mujeres de Linares y de todos los sitios merecen admiración y respeto port su abnegación en todas sus tareas. Habria que releer más veces el verso de Sor Juan Ines de la Cruz.
Hombres necios que acusais a la mujer sin razón.
Repito mi enhorabuena y adelante con la novela.
Mercedes, tienes capacidad sobrada y demostrada de ser una excelente escritora. A ver si te sale una algo del estilo del personaje «Marcial» en tu obra el Rito del Escorpión.