Hace unos días fue el día de las Madres y las felicito, las venero, las respeto y las admiro. Muchísimo, que no os quepa la menor duda como no podía ser de otra forma. Todo esto es un preámbulo que quiero que me sirva para “hacerme perdonar” lo que pueda decir a continuación porque soy consciente de que me voy a meter en un jardín, jardín al fin y al cabo, del que quiero salir con las menos espinas posibles ya que es un tema bastante “espinoso”, o hemos pretendido, y pretendemos, que lo sea.

No me molesta la celebración pero no estoy de acuerdo con que se celebre el día de la madre y del padre como un icono visible ya en nuestro santoral colectivo, baste con que haya sido una fórmula de márqueting para la sociedad consumista, pero no más. Podría aducir que es porque días de la madre o del padre deberían ser todos y así lo vivimos, pero creo que se podría profundizar algo más, porque las mujeres no todas somos madres, al menos físicamente, y aunque no es problema para mí, en esa matización de “físicamente” es dónde puede estar el quid de toda esta, incluso, discriminación entre las mismas mujeres, como si no tuviéramos bastantes desde fuera. Valoro a las madres, es una de las funciones de las mujeres más nobles, libres y gratificantes y se les debe reconocer sin fisuras, pero soy de las que piensan que las mujeres antes que madres son mujeres, que tampoco está reñida una cosa con otra, porque al considerar la maternidad como algo consubstancial, las que no lo son siempre lo vivirán como una carencia social, además de usurpar, de alguna manera, una posición de igualdad para con los padres, que muchas veces para aceptar ese rol “segundón” se han hecho cómodos con sus responsabilidades y han pasado a considerar a la madre como intendente absoluta. Esa es la construcción social del género para hombres y mujeres que aún hoy en día conforma el pensamiento y la actitud de toda una sociedad. Actualmente, cuando también hay familias “sólo” de padres o “solo” de madres ya no se deben provocar carencias ni conflictos.

La maternidad para mí es un hecho biológico necesario al mismo tiempo que libre, pero cuando se dice esa frase tan contundente de: “porque lo he parío”, ya se trastoca todo. Esa frase da una exclusividad que no beneficia ni a mujeres ni a hombres, unas porque se cargan de razones que desposeen a los otros de cualquiera de ellas, y otros porque se repliegan en un silencio que les tiene que doler. ¡Me duele hasta a mí cuando también me excluyen de dar cualquier opinión con eso de:”como no eres madre…!” Pues cuánto más les puede doler a ellos que sí son padres. Y de ahí que, cuando llegan los conflictos, ellos se escaqueen de lo conveniente y lo inconveniente, las custodias se compliquen y tengamos este galimatías actual con las familias. ¿Y sabéis por qué? Por lo asistencial, porque las mujeres, las madres, parece que son las únicas que deben, y pueden, criar, amar, cuidar y todo lo demás y en estos casos a los hombres les cuesta acceder, con lo que aparece una doble vertiente: que las cargas y las culpas, no olvidemos la culpabilización de las madres en cuanto no cumplen con su “función sagrada”, caigan sobre ellas y que los padres queden como convidados de piedra y no tengan apenas ninguna. Y esto, en algún momento de la vida, pasa factura.

Como en todo, digo lo que pienso, pero una vez dicho ya tengo que callarme, porque a mí misma no me está permitido hacerlo, o no me lo permito yo, que también he caído en esa “trampa” a la que me resisto. Cuando todo va bien es maravilloso, cuando va mal es una fuente de tristezas y traumas. El otro día había madres, e hijos o hijas, que se dolían por carencias, por ausencias o por olvidos. Y tampoco hay derecho.

Yo creo en una progresiva desmaternización y una progresiva potenciación paternal, hasta llegar al equilibrio. Este es el momento en el que todos y todas debemos arrimar el hombro, compartir de verdad. Se llegaría a una verdadera igualdad desde los sentimientos hasta las crianzas y protecciones; se facilitaría no hacer diferencias ante los hijos ni que estos tengan que elegir o absorber dedicaciones; los valores serían comunes vinieran de donde vinieran y la responsabilidad a partes iguales. Sin traumas, en silencio, devolviendo la venda a esa dama ahora tan defenestrada. Y con algo de razón.

CHINA the mother and her baby - Foto: Philippe DESMEURE (Licencia Creative Commons 2.0.)

CHINA the mother and her baby – Foto: Philippe DESMEURE (Licencia Creative Commons 2.0.)