El pasado martes. 30 de abril. en la Fundación Andrés Segovia tuvo lugar un concierto magistral, a cargo del “Clásico Terzeto” cuyos componentes son Ubaldo Rosso (flauta) Carlo de Martini (violín) y Francesco Biraghi (guitarra).
Un concierto de los que jalonan la historia de la música concertística. Los tres, músicos consagrados y con una dilatada y exitosa carrera profesional, tanto en lo concertístico como en lo docente.
Fue un verdadero lujo contar con este trío que impregnó desde el principio la sala de conciertos, de un aroma de música italiana realmente bella y en momentos, estremecedora por su plasticidad y su belleza. Supieron con su bien hacer, lograr la incondicionalidad del público, que a pesar de haber un partido de fútbol muy importante llenó prácticamente la sala.
A esto hay que añadir que los instrumentos eran fiel reproducción de los originales de la época, siglos XVIII y XIX con un timbre purísimo y con las peculiaridades de aquellos años en que estos instrumentos eran: Flauta, de madera, reproducción del constructor Heinrich Grenser, de comienzos del S. XIX y construida por Rudolf Tutz. Violín, de la Escuela Cerutti del año 1820. Guitarra, original de René Lacote 1820 y construida por Toni De Stéfano.
El desarrollo del concierto, notablemente variado respecto al programa, contó con el “Trío. Op. 13” de Filippo Gragnani (1768-1820). Una gran introducción que preparó el desarrollo del resto del concierto, en el que desde el primer momento se pudo observar la empatía de estos músicos magistrales con quienes escuchábamos absortos una música del clasicismo italiano de una gran belleza.
Siguió el “Nocturno Op. 38 para flauta y guitarra” de Francesco Molino (1768-1847) de una gran belleza y un colorido musical exultante.
Posteriormente interpretaron a Josep Kreutzer (1790-1840) con su “trío Op. 9 nº 1 en La Mayor” Fantástica y penetrante obra en que la flauta, dialoga amablemente con el violín con el fondo estructural de la guitarra como ropaje armónico.
Le siguió la “Sonata nº 10 del Centome di Sonate” para dúo de violín y guitarra del maestrísimo Nicolo Paganini (1770-1840) diábolica para violín, pero de una gran belleza y de curiosísimos efectos tímbricos.
El concierto prosiguó con Ferdinando Carulli (1770-1841) con un “Nocturno en Sol Mayor Op. 24” absolutamente maravilloso, por la dulzura de su fraseo.
El concierto se cerró con “La Gazra Ladra” un soberbio arreglo de Ferdinando Carulli.
Desde luego un concierto que hará historia en el público que asistió, que salió con unas expresiones en el rostro, como de haber estado en las nubes… y realmente lo estuvimos.