Por poco, entre la Thatcher y la Montiel, casi se me cuela la despedida de José Luis Sampedro y no me lo hubiera perdonado nunca. Y eso que es un hombre, para que digáis. Me he quedado huérfana ante del conocimiento final que él me hubiera aportado. Me faltan respuestas. Nos estamos preguntando cada vez más conscientemente que vivimos una etapa de cambio, de transición, que hay que dar paso a los jóvenes, que no sabemos ver la salida, que lo pasado queda obsoleto y que hay que innovar, pero nos lo decimos con la boca chica, sin darnos cuenta, sin quitarnos de en medio para que pasen los que llevan más prisa. Seguimos pensando que todavía esta etapa no ha terminado. Y ha terminado. Hasta ahí llego.

Esto lo venía diciendo José Luis Sampedro cuando hizo el prólogo al libro “Indignados” de Stephan Hessel que comenzaba con estas palabras: “Yo también”, añadiendo la cordura de los sabios ante esta sinrazón que volvemos a vivir cada cierto tiempo. Y me lo imagino en la orilla del río Aqueronte, apiñado junto a otros con su óbolo bajo la lengua y observando el trajín que se trae últimamente Creonte, barca va y barca viene, mirando los rostros que le harán elegir a unos y no a otros. José Luis se sienta, no va a montarse en la barca antes de hablar con el huraño barquero de Hades sin su Perséfone, que en primavera le deja solo. Le tiene que preguntar por qué hizo el viaje de ida y vuelta con Hércules, Orfeo, Cerbero o Psique. Tiene que hablar con él, tiene que decirle que conocía a los etruscos y que ellos le mencionaban como acompañante de Marte. Tiene que decirle que seguramente esconde una sonrisa tras el antifaz y que él no va a ir al Infierno, ni siquiera al anteinfierno donde moran los “ignavi”, los indiferentes, casta despreciada por los dioses de todos los tiempos.

Creonte le preguntará por qué y él le contestará: Yo nunca fui un indiferente.

Caronte intenta convencerle y le cuenta que se va a sorprender ante algunos encuentros y que se perderá la escucha de múltiples historias destinadas a convencer a Dante para que prometa mantener vivo su recuerdo en el mundo y ajustar su castigo a la naturaleza de su falta. Caronte es el primer nombre propio que Dante encuentra a su llegada al infierno y que expande en la divinidad de esa comedia basada en este gran teatro del mundo. Pero José Luis declina la invitación, él va al Paraíso, con Beatriz, al séptimo círculo, al séptimo cielo, donde van las almas triunfantes.

José Luis fue un Humanista con mayúsculas aparte de escritor y doctor honoris causa en muchas Universidades. Escribió libros, “la sonrisa etrusca”, uno de los más bellos que yo haya podido leer, “Octubre, octubre”, “el amante lesbiano” o “la vieja sirena”… libros entrañables, sensuales, inteligentes y sabios, indispensables para tenerlos y con ellos, a él, cerca.

Pero en estos últimos años la faceta que me conmovió y me adhirió a su palabra que sabía cercana a su silencio, fue la toma de relevo de mente joven, la cordura y la sabiduría de su gran experiencia de pensador sabio, ecuánime y coherente. Dicen que se sabe más cuando se es viejo, yo creo que no, yo creo que el saber te hace cada vez más joven, la mente más clara, menos confusa, el comportamiento más estable. Por eso no veo paradójico que Sampedro se convirtiera para mí en el icono del 15 M, me encantaba escucharle mientras lamentaba que sus avisos fueran cayendo en saco roto.

Se ha apagado la voz de un indignado sin violencia, como Gandhi. Él nos dice: Negaos, reaccionad, resistid, defended, mantened, mejorad, rechazad, no consintáis que nada se os arrebate, precipitad la salida de los inútiles hasta la orilla del Aqueronte, que no les sirvan los dineros corrompidos y tengan que vagar 100 años hasta que Creonte se digne arrastrarlos al último círculo de Dante… Para que se queden allí en buena hora.

“¡Cuidado! Luchad para salvar los logros democráticos basados en valores éticos, de justicia y libertad, prometidos y ganados. Distinguid entre opinión pública y opinión mediática.

Tenemos el derecho y el deber de recuperar al servicio de nuestra libertad lo que es de todos. Ahora no se trata de empuñar las armas, el terrorismo no es la vía adecuada contra el totalitarismo actual. Hoy se trata de no sucumbir bajo el huracán destructor que nos avasalla. Todo ocaso ofrece una ocasión, el sistema reclama un cambio profundo que los jóvenes entienden y deberán acometer mejor que los mayores atrapados aún en el pasado.

Los jóvenes deben dirigir la nave, todos juntos, girando en redondo, poniendo proa a un desarrollo humano justo. Otro mundo no es sólo posible, es seguro. Por eso decid: No. Negaos. Actuad… REACCIONAD”.

Son palabras para siempre de José Luis Sampedro. Porque él supo que se sale de todo, pero que el tiempo perdido es irreparable. Quedándonos con su palabra nunca habrá muerto. Yo así lo siento. Un escritor, un humanista nunca muere. Ya veis que tengo sus libros y su palabra… Es lo que deseo que tengáis vosotros, porque nos hace falta más que nunca.

Foto: Acebuche (Licencia Creative Commons)