Me vais a perdonar si he utilizado un título que no es mío aunque en un principio creía que sí al intentar conectar lo que reflexionaré a continuación con un encabezamiento acorde.
Pero no, no es mío, a veces pasan estas extrañas cosas, a veces se te queda algo acurrucado en una esquina de la memoria sin saber por qué. El caso es que al escribirlo supe que me sonaba muchísimo aunque no tenía ni idea de qué, ni como, ni si era de esta vida o de la pasada, hasta dudaba si existiría realmente. Lógicamente lo busqué en nuestro socorrido Google y ahí estaba, sí existía “la edad de la inocencia” y correspondía a un libro de la escritora estadounidense Edith Warthon, que no me suena de nada, que fue llevado al cine en 1993 por Martin Scorsese, que me suena algo más y que hasta resulta que nacimos el mismo día y el mismo mes con 4 años de diferencia a mi favor y que aunque no nos vayamos a conocer nunca ya me ha llevado de la mano, como una Alicia cualquiera, por su filmografía, a pasear en su Taxi Driver, a escuchar la canción New York, New York, a mirar por la ventana indiscreta para llegar a la última tentación de Cristo y al rostro de una de sus mujeres: Isabella Rossellini, bella sonrisa de Ingrid o Michelle Pfeiffer, inolvidables ojos de lady halcón…
Más vale que me hubiera quedado ahí porque nada que ver mi título con el original aunque vaya de dramas. El verdadero de Edith Warthon se produce por atenerse a los convencionalismos sociales perdiendo la oportunidad de vivir una única propia vida con lo estúpido que es que luego resulte una inutilidad y el segundo, el mío, por lo contrario, por intentar vivirla con demasiada cara, sin creer en deber ninguno y fastidiando la vida ajena.
Y en medio yo con las dudas de los títulos y la actitud que se te queda cuando ves que ya no te puedes creer nada, que se ha acabado de mala manera esta edad sin tiempo, que has intentado mantener una cohesión de país cuando a quienes más les correspondió menos lo hicieron. Y te engañaron como a chinos, con perdón. Todas las cúpulas de todos los poderes de todas las instituciones están corrompidas, el hedor ya no se puede aguantar y es a ese golpe de aire fétido cuando das por finalizada la edad de la inocencia que habías mantenido contra viento y marea para poder respirar. Y eso haré aunque siga pensando que fallamos las gentes, no los sistemas, aunque necesiten de algún arreglo. Una pena pero… yo no he sido.
Lo último, que no será lo último, es la imputación de la infanta Cristina en el caso Nóos, de lo que me alegro porque quiero que se haga justicia y que si ha de ser que no se deje títere con cabeza. A ver si es verdad que todo vaya avanzando hacia el vertedero, que es donde deben quedar todas las corrupciones y los corruptos. Me acuerdo de aquel chiste en el que sacaron a hombros a un árbitro que encima les había perjudicado. Todo era en olor de multitudes recorriendo el pueblo, y el árbitro tan contento, hasta que llegaron a las afueras y lo tiraron al vertedero municipal. Pues lo mismo. Tantos años manteniendo respeto por lo que habíamos construido y se lo cargan como un castillo de naipes. Todo llega y para mí se terminó tanta tontería.
Tampoco nos vamos a rasgar las vestiduras ahora, todos hemos luchado o creímos luchar por lo que habíamos creado: la democracia. Y por ella hemos pasado y hemos callado muchas cosas y a lo mejor ahí es donde nos hemos equivocado porque llegar a ser la vergüenza del mundo ya se pasa de rosca. España sabe pensar y razonar. Por una parte mi opción es que tranquilamente se prepare la abdicación, que todo se sanee, que entre nueva savia y que para la próxima legislatura o la otra, ir preparando el camino a otra generación.
Por otro lado manifestar que tampoco me he vuelto republicana de repente, no deseo una república ni creo que sea el momento, porque para mí debe haber algo por encima que no se mueva demasiado o practique los valores que nos hacen mantenernos en un equilibrio general. Y por último, cómo no, porque la monarquía constitucional para mí no se ha agotado, queda el príncipe y su madre que los veo más genéticamente limpios y no tan carpetovetónicos borbones con sus infidelidades y corruptelas. Es mi triple opinión y desde ahí empezaré de nuevo.
En fin, lo del rey una triste estupidez, tenía en sus manos un buen arbitrio ahora que tanto lo hubiéramos necesitado y lo ha echado a perder. Esa es la primera responsabilidad, para mí, en esta pérdida general de la edad de la inocencia… Sólo digo que hay cosas irreparables y que Dios nos libre de ser tan conscientemente culpables.
Jajajajaja. No pretendía yo conectar con un artículo erótico pero el fotograma de la película lo es y me gusta este sesgo. Es el colofón que con tanto prosaico se me olvida. Lo recordaré. A ver por donde sale cada cual, se puede elegir…
Pienso que todo quedará en nada, es un paripé magnífico que no llegará a Justicia. La Justicia en España sólo se aplica a los débiles. Si robas para comer cometes un crimen, pero si robas para ser más rico y te descubren pasas algunas vergüenzas especialmente en algunos medios de comunicación, pero de ahí a prisión hay una gran diferencia; la Justicia para el grande no es sino una utopía. La monarquía en España ya no tiene ninguna credibilidad, y no ha sido por el Pueblo sino por sí misma. Que abdique el rey o no abdique es lo de menos, sino qué sentido tiene la monarquía y si además puede quedar impune ante delitos (presuntos, de momento). En España hay tantos presuntos que la arruinan que ya es vergonzoso y han saltado tantas alarmas sin que el Estado haga nada, que no hay esperanza ni en la Democracia ni en la Verdad. Nos queda, como diría el poeta, nos queda la palabra. Sin embargo la palabra va quedando corta para clasificar embutidos de casta que se enriquecen siempre ocurra cuanto ocurra; embutidos de genética parásita, embutidos rancios que ya huelen a podridos. Al Pueblo nos queda la palabra, pero ya digamos que está llena de indignación y echada al mar sin respuestas ni soluciones, la palabra ahogada sin la Democracia. Saludos, Mercedes.
Saludos, amiga mujer, que no te conozco pero que tanto nos une… Y me ha encantado eso de que nos queda la palabra… Y es verdad que está llena de mucha indignación… Pero la podemos renovar cada día y siempre tendremos un momento para compartirla con lo que nos podamos inventar para ella… Desde luego sí entre tú y yo.
Todas estas corruptelas se veían venir, como la crisis, y entre todos (unos más que otros) se empeñaron en negarlas o en ocultarlas; aún hoy el fiscal, que se supone que trabaja para el pueblo, no para un partido en particular, está haciendo lo indecible para que no sea imputada (antes se decía acusada) la Infanta.
La sensación popular es como dice mujer progresista, que no hay justicia igual para todos. Por desgracia, como sigamos así no nos va a quedar ni la palabra y, si no al tiempo, porque no somos conscientes de la privación de derechos civiles a la que nos queiren someter.
La democracia no tiene nada que ver con la corrupción (en todos lso regímenes la hay), la una es una idea, la otra una conducta; tan sólo que si aquélla no es capaz de controlar ésta y ponerle remedio, ¿qué nos queda entonces?
Del articulo me quedo con la frase, “Y eso haré aunque siga pensando que fallamos las gentes, no los sistemas, aunque necesiten de algún arreglo”
Es verdad, somos las personas que componemos esta sociedad las que estamos fallando. Discutir en estos momentos sobre monarquía o república, en mi modesta opinión, no tendría mucho sentido; ya que, no ha fracasado el sistema, sino las personas. Y además sería hacer leña del árbol caído juzgar en estos momentos la monarquía. No debemos olvidar que en otros países donde está instaurada la república, también han sido juzgados presidentes y por eso no podemos decir que la república sea un mal sistema.
Creo que las decisiones no se deben tomar en caliente y mucho menos sin un análisis previo, que nos permita hacer un diagnóstico acertado, para poder tratarlo con precisión. Y digo diagnóstico, porque creo que nuestra sociedad está enferma y merece que hagamos un estudio detallado de sus debilidades para poder tratarlas y convertirlas en fortalezas. El resto será poner parches en una tela que está desgastada, por un uso inadecuado, y que se va desgarrando poco a poco por todos lados.
Se dice ahora que venga la III República y la gente se va posicionando. No creo que la solución esté ahí, hemos conseguido cotas de libertad y leyes igualitarias sin república. No es eso ahora, a mi entender, lo que puede cambiar las cosas. Hay que perseguir y detener la corrupción con leyes de transparencia, hay que independizar los poderes y hay que innovar, buscar nuevos retos para trabajar. Y procurar el bienestar básico de la ciudadanía. Y tener unos políticos que nos miren a la cara, no a través de la distancia.
Faltan cosas por hacer: el mismo «desprecio» que nos tiene el gobierno: no hacer aprecio. Es inconcebible cómo se actúa desde las altas esferas políticas, con un despotismo sin ilustrar, ni para el pueblo ni con el pueblo. Demencial. Nunca he sentido tan a las claras ese darnos la espalda. Al gobierno no le preocupamos ni para disimular.
Mercedes, pensar en república o monarquía también pertenece a una ideología, no solamente a un sistema que solucione problemas o los agregue. Sin duda alguna que Democracia y Monarquía son dos conceptos contradictorios y te explico que así se entiende porque nadie elige la monarquía, es un sistema arcaico e irracional que simplemente se hereda, como una lotería azul donde el Pueblo mantiene a una élite intocable por el simple hecho de haber nacido en una cuna determinada. y además apoyados por la Ley. Sabrás que haga cuanto haga el rey, cometiera el delito que cometiese, es intocable por la Justicia. Jamás se le puede juzgar. Es la herencia franquista que nos dejó a la monarquía de recordatorio. La República vendrá a España más temprano que tarde. Las nuevas generaciones comprenden que la monarquía no tiene ningún sentido en parte alguna donde se diga que hay Democracia. De modo que Viva la III República, no la verán nuestros ojos pero sí los ojos del Futuro.
Coincido absolutamente con tu artículo y con la mayoría de las opiniones vertidas en este foro.
Ahora bien, a mí particularmente me da igual que la más alta institución del Estado, sea una monarquía o una república, aunque estoy más con la tercera opción como bien apuntas. El problema de la credibilidad y la transparencia no es sólo de las instituciones, sino de las personas que las encarnan.
Julio Anguita llegó a decirle al rey que el quería una república, pero que no le importaría que su majestad fuera el presidente. Curioso cuanto menos. Saludos.
Hola Mercedes;
Como siempre percibo cuando escribes, es que manifiestas con tanta claridad tus planteamientos y coherencia, que invita a estas reflexiones, para mi, sumamente constructivas ya que nuestra arma como bien entiendo siempre será la palabra y no hay que olvidar que los grandes cambios en la historia de los pueblos «aparentemente» han sido violentos, y no es así, sino que han partido de grandes movimientos intelectuales, lo que me preocupa es que dadas las condiciones actuales todo esto termine en violencia. Y lo peor es que siento que políticamente se partidariza la justicia, «y no es igual para todos, ni un poder de estado independiente como marca nuestra legislación». Es penoso, confío en que la gallardía de un juez de dictaminar lo que cree y manifestarlo con valor llegue a servir de algo y no a que se lo quiten de en medio como ha ocurrido en otros casos. Y si, me encantaría ver a la Infanta Cristina, declarar, y afrontar lo que ha hecho. ¿Sino tiene nada que ocultar porque presenta el fiscal un recurso? ¿No hubiera sido más honesto ponerse a disposición judicional y defender su presunta inocencia, porque ya que ha vivido de nuestros impuestos algo tendrá de compromiso con el pueblo español,no? Ya se verá. Pero que un fiscal anticorrupción recurra es inaudito…y más no importar la imagen que de España se está dando al resto del mundo…de un pueblo con agallas, pero del cual sólo se está conociendo la corrupción en todos los estamnetos,,,
Me ha encantado leerte…un beso