Hemos aprendido a vivir en este mundo sin involucrarnos y lo que es peor, nos hemos acostumbrado a ello. A ver pasar la miseria y la injusticia tangencialmente.

Sí, me duele este mundo. Me duele la gente egoísta que piensa que sólo nace el sol cada mañana para ellos. Me duele la gente que al ver la miseria y la necesidad de otros, mira para otro lado, el que no se implica en la tarea de hacer un mundo mejor, el que se cree que sólo su ombligo es redondo.

Me duele el que tiene demasiado y nada comparte, el que tiene para vivir y se olvida de los demás. Me duele que algunos sean esclavos de su dinero y bienes terrenales y no se den cuenta de que así están perdiendo su humanidad (no necesariamente religiosa) con la grandeza que conlleva ésta al ser humano. Me duelen los políticos que roban a una sociedad con seis millones y medio de parados, quienes odian a los que vienen en pateras, quienes desprecian al auténtico necesitado. Me duelen quienes se avergüenzan del pobre, de la pobreza, que ellos mismos generan con su insolidaridad y egoísmo. Me duele que el hombre sea lobo para el hombre. De que avancemos inmensamente en la tecnología, la ciencia y tengamos estancados los valores morales que habrían de regir una sociedad.

Me duele que los padres se olviden de la educación de sus hijos y de transmitirles valores éticos. Me duelen los ancianos en las residencias geriátricas, que viven su ocaso olvidados de sus familias; también me duele que la gente honesta sea vista como extraterrestre.

Me duele que la banca llore cuando no han ganado cuatro o cinco mil millones más que el año pasado. Que los jóvenes no tengan posibilidad de un futuro por la falta de empleo, sin posibilidad de acceder a una vivienda digna. Me duele el que siempre está llorando por puro vicio y te habla de lo difícil de llegar a fin de mes, cuando está podrido de tierras y de millones.

Se dice que la juventud está muerta, pero a ese teórico estado de catalepsia han llegado de nuestra mano, cuando les hemos dicho que no se metan en líos, y como consecuencia los hemos hecho a muchos unos auténticos inútiles sin esperanza de futuro, copia literal de nosotros mismos. E insisto, han llegado de nuestra mano.

Me duele la espiral de consumismo en la que estamos inmersos, esperando unas fiestas para gastar lo que no tenemos. En las fechas a las que nos acercamos a los grandes almacenes y superficies, desvirtuando para la gente sensible, sea católica o no, el auténtico sentido de la Semana Santa.

Me duele la falta de amor de los seres humanos, de unos para con otros.
Siempre el mundo ha sido así, pero como decía, no hemos avanzado prácticamente nada en amor, solidaridad y entrega. El egoísmo es un impedimento para amar, porque quien es así, considera a las personas amadas como algo suyo, distinguiéndolos de los demás. Y es que el amor, no sabe de deberes ni de obligaciones, porque es algo libre y gratuito.

Sólo si amas, serás feliz y solo amarás si eres feliz. Oír sólo un instrumento en la sinfonía del amor es perderse toda la armonía, porque amar es escuchar a todos.

Me duele muchas veces mi incoherencia conmigo mismo, cuando exijo de los demás algo que yo no soy capaz de dar….

Me duele cuando hago daño a alguien por defender mis ideas… incluido cuando escribo. Y me arrepiento. Y pido perdón a quienes se hayan sentido ofendidos.

Me duele el estar vivo, sin saber que lo estoy; de que el tiempo se escurra entre mis dedos perdiéndolo irremediablemente.

Me duele ver cómo por mucho que camine, la utopía se aleja de mí en la medida que creo avanzar.

Me duele sinceramente no saber estar a la altura de los demás que esperan algo….de mí

En fin, me duele el dolor propio y ajeno, físico y espiritual. Pero más me duele el dolor de los demás.

Me duele este mundo.

Me duele este mundo - Foto: Intermon Oxfarm (Licencia Creative Commons)

Me duele este mundo – Foto: Intermon Oxfarm (Licencia Creative Commons)

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